PORTADA
SANTA SANGRE
Laura Alvea, Ángeles Huerta, Carlota Pereda y Alice Waddington reinventan lo que nos da miedo en una sala de cine
POR RUBÉN ROMERO SANTOS
IMAGEN DE APERTURA. De izquierda a derecha, en el sentido de las agujas del reloj: Alice Waddington, Laura Alvea, Ángeles Huerta y Carlota Pereda.
Heroínas con cuerpos no normativos, fantasmas lésbicos, distopías feministas o fenómenos paranormales domésticos. Casi cuatro décadas después de la seminal Vera, un cuento cruel (Josefina Molina, 1978), primera película del género dirigida por una española, el terror en femenino vive un auténtico bum que cuestiona lo que hemos visto hasta ahora. Si hasta hace poco las mujeres en el cine de terror solían estar delante de la cámara, cada vez son más las que están detrás. Una revolución que se inició con el cambio de siglo gracias al trabajo de Luna (Stranded, 2001) o Isabel Coixet (Mi otro yo, 2013) y que suma público y reconocimientos de manera exponencial.
Un buen ejemplo es Carlota Pereda, con dos largometrajes tan terroríficos como Cerdita (2018), el aplaudido slasher presentado en Sundance y Méliès d’Or 2022, y la gótica La ermita (2023). Al hablar del árbol genealógico del género, Pereda nos cuenta una anécdota sintomática: “Conocí personalmente a Josefina Molina siendo adolescente y le pedí consejos sobre mi vida profesional. Me dijo que estudiara arquitectura. ¡Y mucho tiempo después me enteré de que había dirigido una película de terror!”. Por entonces, el científico loco del cine ya le había inoculado a Pereda el veneno del terror. “Desde niña tenía muchos miedos nocturnos y fueron libros como Drácula [Bram Stoker, 1897] o El pequeño vampiro [Angela Sommer-Bodenburg, 1979] los que hicieron que se me quitara el miedo a la oscuridad y a la noche”.
FUTURO TERROR
Próximos sustos con Carlota Pereda
“Tengo un proyecto de terror con el personaje del vampiro que se titula Que muera el amor. Así cierro el ciclo de mis tres monstruos favoritos: el psychokiller, el fantasma y el vampiro. Me hace mucha ilusión, porque los primeros cortos que rodaba en el colegio, con la cámara del padre de una amiga, eran historias de vampiros”. Cuenta con las actrices Ester Expósito y Anna Castillo como amantes lésbicas y vampíricas, lo que ha despertado un considerable hype en redes.
LIBROS DE MIEDO
Las novelas son cruciales como puerta de entrada al terror, tal y como confirma Ángeles Huerta. Experta en literatura comparada, tras una carrera como documentalista debutó en la ficción con O corpo aberto o Cuerpo abierto (2022). Se trata de la adaptación de un relato de Xosé Luis Méndez Ferrín, una fantasmagórica alegoría ambientada en la Galicia rural de principios del siglo XX: “El gótico es un género femenino. Todos conocemos a Mary Shelley, pero Daphne du Maurier era la Corín Tellado del terror del siglo XX”. Lo cual no va en detrimento de la cinefagia. Un caso paradigmático sería el de Alice Waddington, cineasta vasca afincada en Los Ángeles que sorprendiera en 2019 con la colorista distopía Paradise Hills, también presentada en Sundance. “Mi padre tenía un cineclub revolucionario en Bilbao, así que la cultura no comercial siempre ha sido parte de mi educación emocional. Allí tenían lugar proyecciones de películas poco convencionales que incluían, como no, clásicos del terror”.
FUTURO TERROR
Próximos sustos con
Alice Waddington
“Ahora mismo estoy participando en la antología Tales from the woods, con Justin Benson y Aaron Moorhead, los productores de la serie de televisión Loki. Será un cuento de hadas oscuras”. También está a la espera de empezar a filmar su segundo largometraje, titulado Scarlet. Se trata de un proyecto largamente desarrollado del que apenas se pueden revelar detalles, más allá de la producción de Orion Pictures, prestigiosa empresa tras éxitos recientes como Bottoms (Emma Seligman, 2023) o American fiction (Cord Jefferson, 2023). Tras mucho insistir, nos comenta: “Es una película queer de terror y monstruos ambientada en el siglo XIX. Produce Michael Costigan”.
UN NUEVO DISCURSO
Laura Alvea, Almudena Amor y Javier Rey en el rodaje de La mujer dormida
La mirada femenina ha variado y renovado nuestros miedos cinéfilos y la manera en la que sufren sus protagonistas. La andaluza Laura Alvea estrena estas fechas su tercera película, La mujer dormida, una trama con poltergeist y giros inesperados a lo Alfred Hitchcock protagonizada por dos estrellas emergentes: Almudena Amor y Javier Rey. Ella sostiene que la plasmación de una nueva sensibilidad ocurre de manera natural. “Al escribir Ánimas [2018, su segunda película, coescrita y codirigida con José Ortuño], los protagonistas eran dos chicos: Abraham y Álex. A mí se me ocurrió que Álex podría ser una chica, porque me parecía normal que un chico pudiera tener una amiga en vez de un amigo imaginario. Al final, creo que funciona mejor. Ser mujer me ayudó a ver eso más claro y rápido”. En Ánimas, además, el cuerpo femenino de la protagonista se representa de una manera que, casi con toda seguridad, hubiera sido diferente según los cánones de los maestros del fantaterror español de los 70, tan dados a enseñar partes pudendas en las escenas de ducha.
Para Pereda: “Si el cine ha sido generalmente una mirada masculina, al haber mujeres en la producción, el guion o la dirección se produce un cambio de por sí, aunque esa mujer no tenga una conciencia política muy evidente. Las mujeres y los queers estamos acostumbrados a ser el monstruo en la sombra. Lo cual no deja de ser una narrativa muy gótica de novela. Entendemos el peligro de una manera muy particular, porque estamos más expuestas a él que los hombres”.
FUTURO TERROR
Próximos sustos con Laura Alvea
Su nueva película, recién presentada en Miami y Málaga, lleva por título La mujer dormida y se estrenará comercialmente el 31 de mayo. Es su tercer filme y el primero en solitario, independizada de su hasta la fecha inseparable José Ortuño. En desarrollo tiene la adaptación de su novela El pacto (Planeta, 2022), escrita también con Ortuño. La novela (y la película) se inspira en una enfermedad superada por Alvea: “Tiene bastantes toques de humor. La mejor manera de superarlo era pensar en La mosca de David Cronenberg [1986] más que en cualquier drama que hubiera visto sobre sobre el tema”.
FANTASÍA FEMINISTA
Milla Jovovich y Alice Waddington en el rodaje de Paradise Hills
Paradise Hills (2019), de Alice Waddington, era toda una declaración de principios. Un grupo de jóvenes rebeldes (con estrellas internacionales como Emma Roberts o Awkawfina) eran encerradas en una isla para su reeducación bajo los criterios de la sociedad patriarcal. “Mis protagonistas no aceptaban que se tomaran decisiones por ellas. Se trata de una fantasía feminista porque hay muchísimas mujeres, y hombres, que están en situaciones de explotación de las que no pueden escapar. Como era una fantasía, ellas controlaban su destino y encontraban a un grupo de personas que las aceptaban y las querían como eran”.
Lo mismo puede decirse del romance espectral de Ángeles Huerta en O corpo aberto: “El tema central es la mujer encerrada, que es una traslación de la posición de la mujer, no tanto en la sociedad, que sería algo muy obvio, sino en la familia. Por mucho que hayamos evolucionado, la mujer sigue enclaustrada en los cuidados, ya sean de los hijos o de los mayores, lo que la priva de ciertas formas de socialización”.
FUTURO TERROR
Próximos sustos con Ángeles Huerta
Actualmente se encuentra en preproducción de su segundo largometraje. Tras visitar la Galicia del pasado en O corpo aberto, se adentra en la del futuro con una distopía sobre el día a día en la tierra de Álvaro Cunqueiro pero 150 años después del Apocalipsis. “Entiendo que, en un caso de extrema sequía, Galicia será de los pocos lugares de Europa en los que quede agua”. Lleva por título Lamprea y cuenta con muchos monstruos, muchas sorpresas… y mucho género. “El género me da una libertad formal y de encontrar códigos que hasta ahora solo encontraba en el cine documental”.
EL DEBATE DE FONDO (ABISAL)
Resulta imposible hablar de mujeres y cine de terror (o de mujeres y cine en general) sin mencionar techos de cristal y otras dificultades. Un terreno en el que las directoras discrepan. Laura Alvea sostiene que no ha padecido (al menos, no conscientemente) el machismo de la industria: “No he tenido la sensación de tenerlo más complicado por ser mujer. Sí que eché de menos referentes femeninos, pero no me pareció nunca un hándicap. Amo el cine como lenguaje más allá de los nombres y muchísimo más allá de si esos nombres son masculinos o femeninos. Que ahora se visibilice que seamos tantas para mí es emocionante y lo que me hace es tender la mano a todas las compañeras que lo necesiten y que se unan al carro y que seamos muchas más mujeres haciendo género”. Añade que haber pasado por todos los departamentos y oficios de la profesión la ayuda a comprender la industria de arriba abajo.
Carlota Pereda y Belén Rueda en el rodaje de La ermita
Por el contrario, Waddington sí que dice haber padecido micromachismos en el desempeño de su pasión. “Cuando estás en un set de rodaje, se te exige aparecer como una persona más adulta y resolutiva que un hombre. Cuando un hombre hace bromas o está de cachondeo se considera que es tierno o empático, pero de una mujer que hace lo mismo se dice que no se toma en serio su trabajo. Son microagresiones, cosas sutiles, que pueden derivar en lo que denomino la incompetencia armada, el pretender que no hemos entendido algunas indicaciones que nos ha dado la directora”.
Ángeles Huerta, por su parte, finaliza con una defensa de la necesidad de no callarse. Recuerda su conflicto en una mesa redonda en la que uno de los ponentes afirmó que el sistema de cuotas era una mala solución para un problema real, porque por su culpa había muchos hombres que no estaban accediendo a la industria. “Empecé mi intervención dándole mi más sentido pésame por todos esos hombres”, recuerda. “Me parece alucinante. Que vale que con las cuotas haya más mujeres, pero habría que preguntarse con qué presupuestos, porque ninguna accede a una producción media de cinco millones”.
Miquel Insua y Ángeles Huerta rodando O corpo aberto
Fotografía
Gaizko Fanarraga (Laura Alvea, apertura)
Julio Vergne (Laura Alvea, rodaje)
Marcos Pereiro (Ángeles Huerta, apertura y rodaje)
Lucía C. Pan (Ángeles Huerta con cámara)
Cesión del SSIFF (Carlota Pereda, apertura)
Javier Mantrana (Carlota Pereda, retrato)
David Herranz (Carlota Pereda, rodaje)
JotaCe Unaimagen (Alice Waddington, retratos)
Manolo Pavón (Alice Waddington, rodaje)
Enlaces
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