PONTE EN MI LUGAR

ELENAISER

Una vez decidió vivir rodeada de cables y flight-cases. Ahora es una de las pocas ingenieras de directo de España

POR EMILIO R. CASCAJOSA

Cuenta Luis Boullosa en su libro El puño y la letra (2013) que hay dos maneras de entender la vida: la línea y el círculo. En el primer caso, avanzas inexorablemente hacia tu meta, la consigues y ahí acaba la historia. Con el círculo, sin embargo, te enfrentas a la repetición constante. Para la mayoría de las mujeres de la industria musical, sus carreras han seguido históricamente una órbita alrededor de continuos círculos concéntricos excluyentes, sobre todo en puestos puramente técnicos.


“Nuestro último estudio sobre igualdad de género avala con datos la percepción de que existe un techo de cristal y una brecha salarial para las mujeres del sector”, comenta Violeta Hernández, vocal de la junta directiva de la Asociación MIM. Con la pandemia ha quedado claro: por debajo de las canciones, los artistas y sus conciertos se mueven los profesionales del sonido; un empleo que, en el caso de las mujeres técnicas, se antoja el eslabón más débil de toda la cadena. Para Hernández, los datos cantan: “Las mujeres cobramos de media 8.000 euros menos en el cómputo anual y nuestra permanencia en la industria es menor. Esto se produce sobre todo en subsectores relacionados con el directo, que implican jornadas largas, viajes y horarios nocturnos. Sucede a pesar de que nuestra formación es mayor, incluso en las profesiones técnicas”.


Elena González (Motril, 1983) es de las pocas ingenieras de directo que existen en España. Echó los dientes recorriendo Europa con Carlinhos Brown y ha hecho el sonido para Manuel Carrasco, Lori Meyers, Amparanoia, Soleá Morente, Pereza, Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, Los Enemigos o Niños Mutantes. Con estos últimos mantiene una relación muy especial: “Los conozco desde los veintidós. He sido su road manager, backliner y hasta los he acompañado tocando los teclados”. Tras tres lustros al frente de la producción técnica de la mítica sala Planta Baja, esta granadina puede vanagloriarse de ser una de las pocas profesionales del sector que han logrado sortear los efectos de la pandemia: “No sabría decirte cuántas chicas trabajamos en esto ahora mismo, pero podrías contarnos con los dedos de una mano. Soy muy amiga de Silvia, de La Riviera. Me gusta coincidir con ella, es una crack. En una entrevista que nos hizo Virginia Díaz conocí a Rosa Díaz, que trabajaba con Marlango. Ahora tenemos una susti en el Planta que se llama Mercedes, jovencísima, muy buena. Y, si hablamos de ingenieras que vayan de gira con bandas grandes, seremos unas tres en el país”.

Elena González en su nave nodriza

Cuando adoptó el seudónimo Elenaiser (una derivación de la conocida marca de microfonía Sennheiser), Elena González ya llevaba varios años haciendo músculo entre circuitos y cables. Su pasión: el olor a estaño quemado. “Me flipa arreglar microondas y, si tengo tiempo, lo empleo en fabricar pedales de efectos para guitarra y bajo, pero sin circuitos. También he construido algún theremin. Me encantan los cablecillos, me relaja mucho soldar”. Por supuesto, su afición por la música es claramente una enfermedad congénita. “Mi padre tocaba el bajo y la guitarra con Los Zacks. He sido una melómana empedernida desde pequeña. Recuerdo ir a bolos y comprar discos a medias con mis hermanos. Empecé estudiando audiovisuales, pero acabé haciendo prácticas en unos estudios de grabación que tenía Javi, de P.P.M. Cuando arrancaron las giras de Operación Triunfo [2002] yo ya estaba a tope. Era la época del fenómeno festivalero, de la explosión del indie español. Me mareo recordando tantas giras”.

“Tras tirarme un montón de años trabajando con Lori Meyers, conseguimos llenar un WiZink Center con casi 15.000 personas. Es muy emocionante crecer con una banda como ellos y comprobar cómo todos tus esfuerzos se ven recompensados en una sola noche”

Elenaiser es hoy por hoy una referencia entre los técnicos de sonido en nuestro país, y esto le ha supuesto inevitablemente estar en contacto con “un continuo aprendizaje personal y profesional a través de la convivencia en carretera, que es lo más duro del oficio porque te obliga a pasar mucho tiempo fuera de casa”. Pero todo esto también tiene su parte buena: “Te pierdes la mayoría de las bodas, bautizos y comuniones”.


¿El secreto de su permanencia en el sector? Dos palabras: reinvención y militancia. “Llevo muchos años dando clases, eso me ayudó mucho durante la pandemia, porque monté una escuela privada con formación para salas de Granada, la llamé Check Check Check. Entre las clases, las giras, mi trabajo en sala y el curro que me sale mezclando y grabando discos, puedo vivir de lo que me gusta”.


De la novela fascinante que es su persecución del concierto perfecto, Elenaiser atesora capítulos para olvidar. Otros, por supuesto, están ahí para recordarlos con orgullo. “Tras tirarme un montón de años trabajando con Lori Meyers, conseguimos llenar un WiZink Center con casi 15.000 personas. Es muy emocionante crecer con una banda como ellos y comprobar cómo todos tus esfuerzos se ven recompensados en una sola noche”.

Elenaiser en la manifestación organizada por M.U.T.E. durante la pandemia

Justo en el meridiano hacia el nuevo cambio de la discutida y discutible vieja industria musical, Elenaiser no ha encontrado todavía un contexto favorecedor para aquellas compañeras más jóvenes que hoy decidan seguir sus pasos. “Es complicado mantenerte al frente de una banda a nivel de sonido. Y, por mucho que intentemos negarlo, a las mujeres nos cuesta mucho que una formación de tíos músicos confíe en nosotras para que les hagamos la mezcla”. Lo dice, precisamente, una de las mujeres técnicas más respetadas en los escenarios de media España.

“A nosotras no nos dejan equivocarnos, tienes que ser siempre la hostia y esa presión acaba pasándote factura”

“Llevo casi veinte años currando en esto y el cambio durante este tiempo ha sido anecdótico. Mi profesión no es como la del músico, que puede ensayar y componer solo en su casa o en el local. Aquí necesitas practicar y equivocarte sobre las tablas, con la banda en directo. Y a nosotras no nos dejan equivocarnos, tienes que ser siempre la hostia y esa presión acaba pasándote factura. Para mis compañeros, sin embargo, no ha sido igual”.

Una operación a circuito abierto

4 BOLOS, 4 HISTORIAS

Pedimos a Elena González que eligiese cuatro momentos clave junto a su mesa de sonido. Si quieres descubrir las anécdotas de cada bolo, dale al play y escucha.

Esas cosas que hacen boom

Procifestación, rock bajo palio

Lori Meyers y la fumata blanca

De chistes con Niños Mutantes

“Cualquiera que me conozca sabe que soy una auténtica adicta a los chistes. Cuando arranco con uno, ya no puedo parar. Por supuesto, soy una fiel a Chiquito de la Calzada. De cara a 2023 solo le pediría un nuevo chiste, escuchar algo nuevo suyo me haría muy feliz, aunque sería complicado hoy por hoy. También le pediría que me diera la oportunidad de seguir trabajando muchos años en la música; eso me haría bastante feliz”.

Fotografía

Natalia Martín (apertura)

Javier Martín (manifestación)

Natalia Martín (soldando)

Pepe Marín (Esas cosas que hacen boom)

Fran Ortiz (Procifestación, rock bajo palio)

@raquelodel (Lori Meyers y la fumata blanca)

Rafa Ariño (De chistes con Niños Mutantes)

Enlaces

Elenaiser

Planta Baja

Asociación Mujeres de la Industria de la música MIM

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REGRESO DEL CICLO INDRETS SONORS

María Briones (autora y cantante de Reina Roja), por David Poliakoff

Organizado por la Fundación SGAE en la Comunidad Valenciana, el ciclo de conciertos Indrets Sonors nació en 2013 para impulsar a los autores de este territorio. Y, si sabes un poco, sabrás que este es un foco de creatividad importante en la escena española.


Tras una larga pausa (¡de tres años!) provocada por la pandemia de la covid19, el ciclo celebra por fin su séptima edición hasta el mes de marzo con las actuaciones de Atlàntic, Malafé, Iseta, Locos de Atar y Reina Roja. Impulsa la actividad el Consejo Territorial de SGAE en la Comunidad Valenciana.