FILIAS

TRAVIS BIRDS

La autora de ‘Perro deseo’ (2023) canta a la belleza de lo diferente. Aficionada al arte y al cine, también nos habla de Almodóvar

POR ARANCHA MORENO

Después de cantar con fiereza sobre la obsesión en "Coyotes", cabecera de la serie de Movistar El embarcadero (2019), y de captar nuestra atención en el Tributo a Sabina. Ni tan joven ni tan viejo (2019) con una personalísima versión de "19 días y 500 noches" junto a Benjamín Prado, introducirse en el mundo discográfico de Travis Birds era necesario. Y ahí están sus discos para demostrar que merecía la pena: Año X (2016), La costa de los mosquitos (2021) y el reciente Perro deseo (2023).


La madrileña es, sin atisbo de duda, una de las autoras con más personalidad de la escena actual, capaz de beber de Jeff Buckley y Amy Winehouse, del cine de autor y el expresionismo, y de sonar como una explosión artística única, poniendo la lupa en lo extraño y convirtiendo en belleza lo diferente. Es hora de entender cómo y por qué.


¿Dónde te escondías antes de saltar al ruedo musical en 2016 con Año X?
Estaba un poco en las alcantarillas [risas]. No me había encontrado a nivel personal, no encajaba demasiado bien. Llegué al Bachillerato, me presenté a Selectividad, pero siempre con la sensación de ir muy justa. Nunca pude desarrollar mi potencial. Antes de descubrir la música me movía en cierta oscuridad. Tenía fe en encontrar mi sitio y era muy ambiciosa, porque me horrorizaba dedicar mi vida a algo que no me apasionase, pero parecía bastante difícil. Ahora lo recuerdo con cariño, porque gracias a los noes empecé a guiarme por mi intuición.


¿La música fue tu vía de escape?
Fue una barca. Cuando cogí la guitarra estudiaba Diseño Gráfico, pero plantearme una profesión delante de una pantalla me mataba. Estaba apagada, enfadada por el mundo y conmigo. Ese ruido me dejó en silencio absoluto. Tenía una guitarra en la habitación, que era de mi tía, me puse una canción muy alto y se me abrió un mundo increíble. Era mi escondite, me pasaba horas ahí disfrutando. Escribí un trozo de canción, se lo enseñé a mi hermana gemela, se emocionó y eso me empoderó. Acabé Diseño y me metí a saco en la música: bandas, micros abiertos… tenía mucha prisa por mostrar mis canciones y tocar. Estudié composición de una manera muy intensa, fui profesionalizándome hasta 2016, cuando me encontré con Álvaro Espinosa, mi productor. Eso me permitió grabar mi primer disco.

El pulso trompetero de Travis

Algunos te descubrimos por la serie El embarcadero, que se abría con tu canción “Coyotes”, o la versión de “19 días y 500 noches” en Tributo a Sabina. Ni tan joven ni tan viejo. ¿Cómo surgieron esas ventanas creativas y qué te han aportado?
“Coyotes” la descubrieron por Instagram y me la pidieron para la serie. Fue un escaparate tremendo, pues venían de La casa de papel. Mi discográfica tenía mucho vínculo con el tributo a Sabina y pidieron que yo estuviera. Fue la única canción en la que cambiaba el texto, y no estaba claro que Sabina fuera a aprobarlo, fue un gesto cariñoso de Benjamín Prado hacia él. Suponía un riesgo, para mí no había mucho que perder pero sí mucho que ganar. Le daba cierta fantasía a la canción, y al personaje de ella, que yo no fuese conocida.


En 2023 publicaste Perro deseo, gestado entre concierto y concierto. ¿Hasta qué punto ha influido esa situación en esas canciones?
Absolutamente. La costa de los mosquitos era un disco oscuro, muy introvertido, y la gira requería una energía muy concreta. Ahora me apetecía hacer un disco mucho más movido, buscar la potencia en el ritmo, el movimiento y el espíritu.


El concepto apareció antes que las canciones. Cuando escribes, ¿tienes claro lo que cuentas o sueles descubrirlo tiempo después?
Lo descubro un poco después, porque para componer entro en un trance de no pensar en nada, conecto con eso y lo disfruto. Al día siguiente, con la cabeza fresca, la escucho, la cambio, la entiendo de otra manera. Intento no sentarme a componer con ninguna expectativa, porque me presiona y me bloquea.

Canciones, ríos, insectos

Alejadas de una fórmula, las composiciones de Travis Birds suenan a arreón y a corazonada. “Hago obras que son collages”, explica ella. “Junto retales de distintas cosas que para mí tienen un sentido, una personalidad propia, y salen de sitios y sentimientos muy diferentes.


Creo que hay mucho impulso en tus canciones, son pequeños ríos desbocados, ríos salvajes.
[Risas] Totalmente. Un día pienso en hacer un bolero al uso, pero al día siguiente veo una película y me pongo con la misma canción desde otro lado, fluyo por ahí.


Así que las canciones mutan en función de tus vivencias.
Eso es. Bebo mucho del arte, aprovecho el mood que me dejan otras piezas. El cine me resulta muy inspirador, me impregno mucho de los ambientes y hago mis traducciones de eso. Por eso son ríos salvajes.


¿Qué querías comunicar en Perro deseo, o a qué querías jugar en este disco?
He vivido una época de búsqueda relacionada con el deseo y no privarme de él, que es algo que hacemos constantemente porque nos han educado para renunciar a nuestro instinto. He reconocido mis deseos sin juzgarlos, eso me ha inspirado. Soy muy obsesiva en ciertas cosas y lo he vivido de una forma bastante animal.


Hay un imaginario muy particular en tus canciones, una manera de escenificar plagada de detalles, sensaciones… ¡y de insectos! Primero de mosquitos y ahora de grillos. ¿Por qué?
[Risas] Siempre hay bichos. No sé, me resulta un mundo muy inspirador. Para mí hay mucha magia en los insectos, son pequeños marcianitos dentro del mundo. Desde pequeña tengo mucha atracción por los insectos.

Travis y unos lepidópteros

¿La libertad y el eclecticismo son dos rasgos que te unen a Depedro, que te acompaña en “Urgente”?
Puede ser. Admiro mucho su trabajo, y esas dos características lo definen muy bien. Fue una lotería que me dijese que sí. Llevaba mucho tiempo buscando la canción adecuada para ofrecerle. Sí veo similitud con mi proyecto, porque no seguimos una corriente concreta.


¿Y cuáles son los que te unen a Leiva, con el que has grabado “Grillos”?
A mí me marcó muchísimo la adolescencia Pereza, era grupi. Siempre he sentido muchísima admiración hacia Leiva, me parece un talentazo. Escribí “Grillos” hace años, la tenía como un tesorito, guardada, me parecía muy pequeña, por eso pensé que él iba a poner el foco donde había que hacerlo. A lo mejor es mi producción preferida de todos los discos, porque lo ha tratado con mucha delicadeza y ha mejorado la versión a guitarra y voz.


“Soy una mancha de libre interpretación”, cantas en “Perro deseo”. Hablando de pintura, ¿con qué pintor o corriente artística te identificas más?
Mi pintor por excelencia es Egon Schiele, me siento muy identificada con su mundo. Es realzar la belleza de la fealdad, algo que me gusta mucho. Tengo cierta atracción por lo diferente, no por la típica belleza. Para mí es el rey de todo eso.

FILIAS

Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988)

Compositora ecléctica, Travis Birds se deja atravesar por todas las artes. Más allá de la música, el cine le ha abierto un universo de posibilidades y de ambientes que se refleja en sus músicas y sus letras. Por eso una de sus debilidades personales es Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar.


¿A qué edad la descubriste?, porque tú naciste después de la película, que es de 1988.
Soy un poco antigua, mi padre es supercinéfilo y nos ha puesto siempre cine clásico. Creo que la vi de adolescente, con doce o trece años.

Según la edad, haces una lectura u otra de una película. ¿Qué te pareció entonces y qué te ha parecido al verla después?
Lo que me fascina de Mujeres al borde de un ataque de nervios es el drama divertido. Me encanta la tragicomedia, el ambiente, el tipo de personajes. Aprecio lo mismo que aprecié en su momento, tienes otra madurez, pero para mí es una tragicomedia de situación y la esencia es la misma. Es como una obra de teatro, la he visto un montón de veces.


¿Qué tiene el cine de Pedro Almodóvar que te gusta tanto?
La forma de tratar el drama me resulta superpoética, con humor y personajes muy estrambóticos. Tiene una personalidad muy potente que hace una gran oda a la belleza diferente de las cosas. Me fascina la caricatura tan realista que hace.

La ambición del show ideal

¿Hasta qué punto están cerca o lejos tus dos propuestas, el estudio y el directo?
¡Es una buena pregunta! Me gusta más el directo, para mí los discos son un trámite. Está guay, pero cualquier grabación caduca muy deprisa, y el directo me da viveza, me permite fluir y vivir las canciones de forma más fresca. Los temas se parecen, pero en directo son diferentes.


Estás saltando a recintos más grandes y colgando el cartel de “no hay entradas”. ¿A qué conclusión te llevan esos pequeños hitos?
Ese es el titular que queda, lo agradezco y estoy muy feliz, pero llevamos mucho tiempo y mucho trabajo para que suceda. No me parece un crecimiento rápido, al revés. Las cosas llegan lentamente, con objetivos realistas. Es el paso que tocaba y se está dando de una forma muy bonita.


¿Cómo dibujas tu carrera en 2024?
Mi plan es llevar la gira fuera de las salas, a ciclos y festivales, que llegue a gente que no ha venido a verme y presentar un show más cerca del que tengo en la cabeza. Acercarme a mi show ideal es mi mayor ambición.


¿Hay canciones nuevas latiendo en tu cabeza o en tu pecho?
¡Eso siempre! Desde que salió el disco no he tenido tiempo, pero siempre pienso hacia dónde me quiero dirigir, voy gestando el espíritu del próximo disco.

GIRA ‘PERRO DESEO’

Dicho todo esto, ¿te apetece ver a Travis Birds en concierto? Estas son las primeras fechas en 2024: Villena (26 enero), Granada (2 febrero), Murcia (3 febrero), A Coruña (9 febrero), Vigo (10 febrero), Zaragoza (23 febrero), Barcelona (24 febrero), Sevilla (2 marzo), Almería (9 marzo), Málaga (10 marzo).


Firma invitada

Arancha Moreno (Madrid, 1981), autora de esta entrevista, es codirectora de la revista Efeeme.com y coordinadora de los Cuadernos Efe Eme. Colabora en el programa Sofá Sonoro de Cadena SER y en la revista alemana Ecos, entre otros medios. Fue responsable de Cultura de Gaceta.es, colaboradora del diario El País y del programa Hoy por Hoy (Cadena SER). Además, es autora de los libros Iván Ferreiro. 30 canciones para el tiempo y la distancia (Efe Eme, 2017), Coque Malla. Sueños, gigantes y astronautas (Efe Eme, 2019), Conversaciones con José Ignacio Lapido (Efe Eme, 2021) y Quique González: conversaciones (Efe Eme, 2022).

Fotografías

Natàlia Cornudella

Enlaces

Travis Birds



!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

JOSÉ RAMÓN PARDO, PREMIO A LA DIVULGACIÓN

José Ramón Pardo y Víctor Manuel, por Luis Camacho

El periodista José Ramón Pardo ha recibido el primer premio Carlos Tena a la divulgación musical, organizado por RTVE en colaboración con la Fundación SGAE. El acto, celebrado en la sede madrileña de SGAE, contó con la presencia de Elena Sánchez Caballero (presidenta interina de RTVE) y Antonio Onetti (presidente de SGAE), entre otras personalidades. Víctor Manuel fue el autor elegido para entregar a Pardo su reconocimiento.


El jurado destacó la amplia labor de José Ramón Pardo como divulgador de la música en prensa, radio, televisión, libros y en el ámbito discográfico. También se subrayó su capacidad como comunicador y su interés por hacer llegar a las nuevas generaciones la música española de diferentes estilos y estéticas.


En el acto, Pardo se confesó agradecido porque “en la música se premia todo menos al que la difunde". Luego se permitió bromear: "Me lo han dado por viejo". Onetti, por su parte, afirmó que este galardón "pone de manifiesto la labor de la divulgación musical y reconoce a sus profesionales, por la importancia de su trabajo y porque son aliados de los creadores".


¿Quieres saber más? Haz clic aquí