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RODRIGO CUEVAS

Icono libertario y neofolclorista, el asturiano que lleva al escenario el fuego de las cocinas

POR TITO LESENDE

Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) nació para atravesar estilos, prejuicios, expectativas y paredes en general. Pianista de conservatorio, monta un cabaret en cualquier escenario. Asturiano de su tierra, es universal como la sidra, pero más que su paisano Fernando Alonso. Porque no todos podemos comprarnos un bólido, pero sí tocar la pandereta.


Cuevas ocupó su trono con Manual de cortejo (2019). Luego llegaron los Premios MIN, el Premio Ojo Crítico y el Premio Arcoiris, entre otros. La pandemia se comió un montón de cosas, pero no a Rodrigo, que ahora anda de gira presentando su nuevo disco, Manual de romería (2023), en el que es capaz de hacer fiesta hasta cuando habla de bullying.


Por su compromiso con el colectivo LGTBI+, a Rodrigo lo han elevado unos y criticado otros. Por su renovación de las músicas populares de raíz, los puristas se hacen cruces y el Ministerio de Cultura y Deporte de España lo ha distinguido recientemente con el Premio Nacional de las Músicas Actuales. Rodrigo Cuevas es un referente fundamental del neofolclore y ese es solo uno de los motivos por los que lo amamos.


Que le den el Premio Nacional de las Músicas Actuales a alguien que reivindica la tonada y la muñeira es bastante maravilloso, ¿no?

La verdad es que sí. Pero es lo que digo siempre, que el folclore no es antiguo ni moderno ni nada; es música que nos va acompañando todo el tiempo.


Tú entiendes el folclore desde una lectura pop: de la recogida de campo hasta el cabaret.

Yo creo que todas las músicas populares, hasta la pérdida del folclore como música cotidiana, estaban muy unidas. Todo tenía mucha conexión: el foxtrot, los chotis… Toda la música popular urbana y la tradicional estaban muy cercanas. Sin embargo, desde los años 80 o así, después de que incluso los cantautores abandonaran las músicas populares, todo se separó. La tradicional quedó olvidada en un lugar de nicho, y yo creo que debería estar en el mismo sitio que las demás.


Cuando vemos tu show en directo, especialmente, apreciamos un punto frívolo que algunas personas entienden provocador. Pero tú no quieres provocar tanto, ¿verdad?

No, la verdad es que no [ríe]. Pero el folclore es así. La gente que lo ve como algo serio, estático, respetuoso y totémico está muy confundida, yo creo que [esa gente] no ha estado muchas veces en un entorno de señores mayores tocando música tradicional, porque es todo lo contrario.

“Acabo de bajarme de un taxi, llevábamos tres cuartos de hora para hacer 300 metros. O sea, ¿cómo se puede vivir así?”

Tuviste una revelación cuando vivías en Galicia, en una aldea, y viste funcionar a las pandereteiras. ¿Cómo fue aquello?

Sí, creo que he tenido varias revelaciones y una fue esta. Había un grupo de pandereteiras cerca de casa, se reunían los viernes a tocar con Xandre Outeiro. Eran mujeres que habían aprendido en sus casas a tocar y a cantar y ahí descubrí el rollo que hay de verdad. Para mí fue maravilloso, vamos. Un descubrimiento de alegría, de diversión, de sentimiento comunitario… Me lo pasaba bien, sobre todo. Eso es lo que más me enganchó a mí y al resto de personas que hacen música tradicional: que se lo pasan bien.


Ahora vives en el concejo de Piloña, en Asturias. Allí participas del centro cultural La Benéfica en un edificio recuperado por el pueblo. Cuéntanos por qué Piloña te hace más grande.

[Ríe] Me da un entorno de libertad. Tanto el entorno, el paisaje, como los vecinos y vecinas, que me cuidan. Mis amigos, mis amigas, que nos lo pasamos muy bien… Estoy como en mi pueblo de siempre, de pequeño, que era el lugar donde yo era feliz. No como en la ciudad, que no lo era.


¿Qué te pasa con la ciudad? ¿Te estresa?

Ay, pues mira, ahora acabo de bajarme de un taxi, que llevábamos tres cuartos de hora para hacer 300 metros. O sea, ¿cómo se puede vivir así? ¿Cómo no se tira la gente por los balcones más a menudo? [Ríe] ¡Madre del alma! ¡No tiene sentido ninguno!


¿Probablemente nos hace falta más monte?

No sé si más monte, pero menos concentración de gente, sí [ríe].

“Una cosa está clara: hay mucha más gente bailando, cantando y tocando la pandereta que hace diez años”

Lo que tú haces es coger nuestro patrimonio cultural y remover la tierra para sembrar nuevo futuro. Si lo piensas, es como el compostaje.

Donde yo vivo hay muchos castañeos o ablaneos, que son conjuntos de castaños y avellanos, y no son huerto privado de nadie, sino plantaciones comunitarias. Tú plantas en ese monte común, y ahí florece y vas a recoger en común. Así es el folclore, un lugar al que podemos ir y utilizarlo todos. Eso es maravilloso.


Notamos una corriente actual en la que muchos autores y autoras cogen restos orgánicos de nuestra tradición para convertirlos en algo novedoso. Ha habido movimientos parecidos, quizá más pequeños o locales, en el pasado. ¿Confías en que esta vez sea algo más que circunstancial?

No se puede saber más que con la perspectiva que te da el tiempo. Es verdad que ahora parece que a todo el mundo le interesa el folclore y quiere hacer folclore. A ver, una cosa está clara: hay mucha más gente bailando, cantando y tocando la pandereta que hace diez años. Pero mucha más gente, con un porcentaje de crecimiento, no sé, del mil por cien. Y esa gente lo hace de una forma desprejuiciada, sin miedo, que no le hace falta saberse la coreografía porque el baile está volviendo a ser popular. Eso va a quedar, y son unos años más de vuelo que hemos dado a todo esto, que ya es un logro tremendo. Habrá otras modas, claro, no va a ser eterno y tendremos que cuidarlo. Irá y vendrá.

“En EE UU todo les parece exótico, superficial y gracioso. Y les llama la atención porque ellos no lo tienen; porque se lo cargaron, exterminaron todo lo que fuera autóctono”

Has salido a tocar en Chequia, Portugal, Alemania o, últimamente, México. Sobre todo en Francia, donde tienes un caladero clarísimo. ¿Cómo se recibe tu propuesta en otros países?

Bueno, Francia es un estado ultracentralista y desprecian muchísimo todas las lenguas regionales, que llaman ellos, y también las músicas tradicionales, que están muy, muy relegadas. Excepto en Córcega, que es un caso aparte dentro de Francia. O en la Bretaña, porque también tienen una identidad muy fuerte y sólida. Pero es un país que destruyó mucho su acervo cultural popular y ahora valoran mogollón que lo tengamos nosotros. Les encanta el flamenco y todo lo que llega de España y les suena a folclore. También tienen un punto exotizador; todavía tienen ese lenguaje que habla de músicas del mundo, como muy colonialista. Pero… les llama la atención aquello de lo que carecen. Como en EE UU, que todo les parece exótico, superficial y gracioso. Y les llama la atención porque ellos no lo tienen; porque se lo cargaron, exterminaron todo lo que fuera autóctono. Pero el folclore es un lenguaje muy popular. Tú te vas a Tailandia a escuchar un gamelán y no entiendes de eso, pero hay una parte que te llega, porque el folclore tiene unos códigos básicos que comparte toda la humanidad.


Cuando sales por ahí a tocar, ¿cantas a la gente en sus lenguas?

Claro, es que a mí me encantan las lenguas. En Francia hablo un francés así chapurreado, que lo aprendí por ir allí, porque lo estudié en el instituto pero me había olvidado. Y si toco en Castellón hablo valenciano, o lo intento. He sido capaz de perder el miedo a fallar en las lenguas y hablo en portugués, en francés… [ríe]. No hablo ninguno, pero me lo hago y la gente, claro, pues lo agradece.

‘MANUAL DE ROMERÍA’ (2023) Y LA CONEXIÓN CON EDUARDO CABRA


Tras el aclamado Manual de cortejo (2019), Rodrigo Cuevas quiso cambiar de marcha en su obra más reciente, Manual de romería (2023). Es un disco eminentemente fiestero, aunque algunos de sus temas inviten a la reflexión. Esto ocurre también a veces con las músicas caribeñas y mira tú que Cuevas se puso en contacto con el portorriqueño Eduardo Cabra (conocido como Visitante en Calle 13) para encargarle la producción. “En cuanto le envié cosas para que escuchara, ya se prendió mogollón, le encantó la idea y ya a fuego, vamos, a tope. Y enseguida lo entendió, porque él había trabajado con folclore caribeño”.


Pero no todo fue tan intuitivo, recuerda Rodrigo: “Una de las cosas que más le costaron fue que aquí tenemos mucho repertorio de música tradicional con ritmo libre. Las tonadas, por ejemplo. Me decía, pero, ¿cómo vas a poner una canción sin ritmo? No le cabía en la cabeza. Me decía, este sonido no lo va a aceptar esta canción. Y yo, que sí, hombre, que sí [ríe]. Es que allí a todo le meten ritmo. Pero, bueno, me lo traje a España, lo llevé a conocer señoras y señores. Y, claro, a la gente mayor lo que más les gusta son precisamente las canciones de ronda, las tonadas, que es donde se puede lucir el cantante. Y ahí lo entendió”.

“El artista debe sorprenderse también y verse capaz de hacer cosas nuevas. Si no, yo creo que entras en depresión”

¿Has agotado tu capacidad de flipar a la gente o guardas nuevas formas de sorprender para el futuro?

Ojalá tenga nuevas formas porque, si no, se me acaba la carrera. Fíjate, Marina Abramović no es una artista superficial ni busca provocar como último fin; más bien la provocación es una consecuencia de todo lo que propone. En una charla que vino a dar en los Premios Princesa de Asturias en Xixón, dijo que lo más importante para un artista es sorprender a su público y a sí mismo. Porque, si no, la carrera de ese artista se convierte en una repetición y ya no vale para nada. A mí me parece que esas palabras son una revelación, porque, claro, lo que uno busca es que el artista te sorprenda. Y el artista debe sorprenderse también y verse capaz de hacer cosas nuevas. Si no, yo creo que entras en depresión.


¿Qué pueden esperar quienes todavía no te han visto en esta gira?

El directo es un circo de pasárnoslo bien nosotros y el público. Es un repertorio muy celebrativo. Mira, los mejores espacios escénicos que yo he conocido son cocinas. Son espacios del ámbito privado y a mí siempre me ha interesado intentar trasladar esa comunión y ese espíritu que aparece ahí, en esos lugares mágicos donde hay confianza, donde no hay cámaras y sí virtuosos de la escena que no saben que lo son. Ahí se generan unas cosas muy bestias, especiales y mágicas, y mi objetivo es siempre tratar de llevar eso al escenario de un modo más fuerte y real. Es difícil, porque no me dejan hacer fuego en los teatros, y el fuego es lo más importante [ríe].

FECHAS


Rodrigo Cuevas sigue proyectando su romería hasta el infinito. Puedes verlo próximamente en Xixón (22 y 23 de diciembre), Madrid (13 y 14 de enero), Barakaldo (20 de enero), Donostia (25 de febrero), Valladolid (3 de marzo), Avilés (7, 8 y 9 de marzo) y Barcelona (22 de marzo). Después viajará a Francia, Colombia y muchas otras plazas. Aquí tienes el detalle de fechas

Entrevista íntegra

Escucha aquí toda la conversación con Rodrigo Cuevas (21 minutos).


Fotografía

El Cohete

Ricardo Villoria (blanco y negro)

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