EN EL FOCO

ELENA MARTÍN

GIMENO

La cineasta catalana visibiliza el deseo sexual femenino en ‘Creatura’ (2023), VII Premio Dunia Ayaso de la Fundación SGAE

POR MARTA ARMENGOU

“Su valentía y capacidad de generar debate sobre la sexualidad femenina, tan poco explorada en el cine”. Esto es lo que destacó el jurado que, en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, otorgó el VII Premio Dunia Ayaso de la Fundación SGAE a Elena Martín Gimeno por su largometraje Creatura (2023). Este galardón reconoce los trabajos cinematográficos más comprometidos con la mirada de género. Pero no es el único que ha recibido la última obra de la cineasta catalana, designada mejor película europea en la Quincena de Cineastas de Cannes, XII Premio San Sebastián-Gipuzkoa Film Commission y premio del público al mejor largo de ficción del Festival de Cambridge, entre otros.


Martín Gimeno asegura que estos triunfos públicos otorgan “segundas y terceras vidas a la obra. En Cannes era la primera vez que mostrábamos la película y este reconocimiento también te legitima mucho. Es darte cuenta de que está funcionando más allá de mi cabeza, más allá de mis amigos. La selección en Cannes fue importante pero el premio todavía más y, de alguna manera, sirve para combatir un poco el síndrome de la impostora”. Luego, los premios en San Sebastián “sirvieron para volver a poner la atención de los medios en la película, sobre todo porque en ese momento estaba en salas”, explica ella. “Estos reconocimientos son muy importantes porque alargan la vida de la obra. Lo mismo con la campaña de los Gaudí, los Goya, los Feroz”.

Conectar con la gente

Elena Martín consigue hacer algo muy difícil, que es visibilizar el deseo (sexual) femenino en la vida real y en la gran pantalla y, además, hacerlo con una película que rompe prejuicios, estereotipos y barreras, desafiándose a sí misma y al público. Creatura es un recordatorio de que el éxito en el cine no solo se mide en premios, sino en la conexión genuina que se establece con la gente y en el poder de la narración auténtica.


“El feedback del público me está sentando muy bien”, dice Elena. “He recibido muchos mensajes de espectadores, a veces 15 o 20 al día, y he pasado mucho tiempo contestándolos porque sentía una responsabilidad. La película abre ciertas puertas, casi terapéuticamente hablando, y me parece bonito poder acompañar a esas personas que se han emocionado y les ha tocado mucho. Este feedback me conecta mucho a la película y a lo que yo digo escribiéndola. Me hace entrar en contacto con esta idea de que hay cosas que necesitan ser habladas”.

Creatura narra el deseo en el desarrollo de su protagonista

Creatura es más atrevida y compleja que Júlia ist. En lo formal y en lo conceptual. Se percibe una clara voluntad de transitar caminos menos manidos, de analizar, investigar e indagar en cuestiones poco exploradas en el cine, como la sexualidad femenina. “Cuando terminé Júlia ist tenía claro que en mi siguiente proyecto quería empezar a elevar la historia, a despegarla del suelo, del realismo. Creatura combina momentos muy naturalistas, pero, a la vez, hay esa estructura del guion en capítulos, el ir hacia delante y hacia atrás en el tiempo, el misterio que envuelve la casa, todo el mundo de los sueños y las fantasías. Tenía ganas de soltar amarras y dejar que la historia pudiera tomar otras formas. Eso me obligaría a poner mucha atención en toda la parte visual. En Creatura es como si la cámara tuviera opinión propia y viajara de una temporalidad a la otra. A diferencia de Júlia ist, que teníamos una protagonista más inmadura que nosotras, aquí queríamos plantearnos cosas que nosotras mismas tampoco sabíamos. Poner los prejuicios al límite. Por eso la película no lo resuelve todo”.


Creatura no es morbosa; es incómoda, inquietante, tremendamente física y con elementos que parecen más propios del cine de género. Elena no tiene miedo de salir de su zona de confort porque sabe que ponerse a prueba es la única manera de avanzar, de ver hasta dónde puede llegar y, así, crecer como cineasta. “He estado todo el tiempo en una zona de riesgo”, confiesa. “Tengo ganas de encarar un proyecto que me permita entrar en una lógica de tramas o de fantasía desde el principio del guion. También quiero explorar todavía más la parte visual y estética, decidir con qué cámara voy a rodar, con qué ópticas, en qué formato, porque yo no vengo de lo técnico, yo vengo de la interpretación, del teatro, pero toda esa parte me gusta mucho”.

ELENA MARTÍN GIMENO

(Barcelona, 1992)

A caballo entre el cine y el teatro, la dirección y la interpretación, el debut de Elena Martín Gimeno fue con la película Júlia ist (2017), que dirigió, coescribió y protagonizó. Su carrera como directora y guionista se ha extendido en televisión, en proyectos como las series Vida perfecta (2019), de Leticia Dolera; Veneno, de Javier Calvo y Javier Ambrossi (2020) o En casa (2020), de la que también fue creadora. Como actriz la hemos visto en Les amigues de l’Àgata (2015), Con el viento (2018), el corto Suc de síndria (2019) y Nosaltres no ens matarem amb pistoles (2022), entre otros. En el marco de las artes escénicas, es cofundadora del laboratorio de creación joven Els Malnascuts y del colectivo artístico VVAA.


En septiembre de 2023 se estrenó en cines su segundo largometraje, Creatura, coescrito con Clara Roquet (Goya a la mejor dirección novel por Libertad en 2022), y que aborda de manera directa y sin hipocresía el despertar sexual, el deseo femenino en toda su complejidad (también su pérdida) y cómo la sexualidad construye a la persona y su identidad. Y lo cuenta a partir de tres edades: la infancia, la adolescencia y la adultez del mismo personaje. Una propuesta ambiciosa y arriesgada que se adentra en temas tabús y lo hace con pulso firme, pero también abrazando las dudas, las contradicciones y las inseguridades que generan el desconocimiento, la represión, la carga social y un entorno hostil.

Cine para generar pensamiento

Àlex Brendemühl y Elena Martín en Creatura

Con su segundo filme, Elena Martín Gimeno ha tomado un rumbo menos complaciente que el de otras cineastas jóvenes de su generación. “Ese es el camino que deberíamos tomar siempre”, afirma. “Independientemente de quién escriba o dirija la película. Creo que está siendo una época de inspiración global. He visto muy buenas películas últimamente, que me han chocado y sorprendido. Siento que es un buen momento, pero también es cierto que se hacen muchísimas películas”.


¿Existe cierto miedo a tocar temas incómodos en las nuevas producciones? “Sí que noto ese miedo”, dice Elena”, “incluso a tener una posición más activa políticamente. Ojalá esto cambie. Para mí, la cultura tiene que generar nuevo pensamiento, no solo está ahí para afianzar las cosas que ya sabemos, que también es necesario. La función de la cultura es abrir camino y generar discurso. Cada creador o creadora debería sentir una responsabilidad. Todas las personas somos partes activas de una sociedad; indistintamente de la profesión que ejerzamos, todo tiene una parte política y todo genera discurso. Sentir esa responsabilidad es importante cuando se hacen las cosas, aunque sea cine de entretenimiento, porque también eso genera un discurso social y político. Obviamente, la entrada de mujeres dirigiendo renueva esas perspectivas, renueva el discurso político, aborda otras temáticas. Cada persona tiene su realidad y esa realidad conlleva unos conflictos concretos, distintos al punto de vista hegemónico. Es muy importante esta entrada, pero estamos en un parvulario de la diversidad. Realmente faltan muchas representaciones, queda mucho por hacer”.


Y, ¿qué planes tiene Martín Gimeno para el nuevo año? “Me he puesto a pensar sobre un nuevo proyecto con una amiga, pero todavía no me he sentado delante del ordenador a escribir. También voy recibiendo guiones para dirigir. Pero mis siguientes pasos no tienen que ver con el cine. En primavera estrenaremos la última obra con el colectivo VVAA, Baby no more, en el Teatro Nacional. Y, después de diez años juntas, vamos a disolver el colectivo porque es imposible sincronizar las agendas de todas”.

GUSTOS E INFLUENCIAS

La niña santa, de Lucrecia Martel

En Creatura, Elena Martín Gimeno se adentra en ese malestar que planea durante toda la película, especialmente cuando pone el foco en la edad adulta de la protagonista, la parte más turbadora y misteriosa, en la que el sufrimiento psicológico se somatiza en una urticaria que se extiende por todo su cuerpo. Es inevitable pensar en Crudo (2016), de Julia Ducournau, pero también en David Cronenberg. “Cuando empecé a reconocerme como cinéfila en la adolescencia, de una forma un tanto tierna y patosa, mi referente era David Lynch. Y sigue siéndolo. Durante la carrera tuve un flechazo con el cine de Ingmar Bergman. Supongo que también hay algo de la relación entre el cine y el teatro. Y del cine contemporáneo me gustan mucho Reencarnación (2004), de Jonathan Glazer; La profesora de parvulario (2014), de Nadav Lapid; Titane (2021), de Julia Ducournau; o La niña santa (2004), de Lucrecia Martel, que me parece perfecta. Me inspira mucho también el cine de Miranda July; y no solo el cine, también lo que escribe.

Firma invitada

Marta Armengou Escala (Barcelona, 1976) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Ramon Llull de Barcelona. Ha trabajado más de veinte años en el ámbito de la cultura en general y del cine en particular. Los últimos trece años fue directora del programa La Cartellera de Betevé y, en paralelo, presidenta de la Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica. Actualmente es programadora del Festival DocsBarcelona, tertuliana en La Finestra Indiscreta de Catalunya Ràdio y colabora en distintos medios de comunicación hablando y escribiendo de cine. También es una de las impulsoras de Filmtopia, portal especializado en información de cine hecho por mujeres, con campaña de lanzamiento en Verkami.


Ha firmado varias páginas en esta revista. Entre ellas, una entrevista a Clara Roquet en CULTURA REVISTA SGAE Nº4. Puedes recuperarla aquí.


Fotografías

Marta Armengou (apertura)

Pol Rebaque (caja)

Enlaces

Elena Martín Gimeno

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