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DANZA EN OTOÑO

El Festival de Otoño de Madrid estalla de color con las propuestas de Jesús Rubio Gamo, Mal Pelo, La Phármaco y Marcat Dance

POR OMAR KHAN

-Yo no veo danza.

-¿Por qué?

-Porque no la entiendo.


¿Cuánto de pintura debes saber para entender que el tema del Guernica es el horror? ¿Qué principios cinematográficos te exige Hitchcock para poder emocionarte con sus películas? ¿Qué estudio psicológico previo se requiere para comprender la dimensión humana de los personajes de Shakespeare? Esas son las preguntas que te hace la danza cuando ignoras sus propuestas dentro de un evento escénico como el Festival de Otoño de Madrid. En los últimos cuatro años, bajo dirección del dramaturgo y creador teatral Alberto Conejero, esta cita se ha venido esforzando por derribar prejuicios y muros alrededor de lo qué es, lo que debe y lo que puede ser danza o no en el contexto escénico de nuestro tiempo.


“No todo es la comprensión, también está la sensación. Esto no va de que lo comprendas”, explica Conejero. “Ciertos prejuicios con la danza tienen que ver con que hay una parte importante del público que puede sentirse indefenso o que no está a la altura, y es frustrante. En cada edición del festival me he esforzado por vencer esos prejuicios. Yo mismo vengo de la palabra y me he hecho espectador de danza a fuerza de ver coreografías. No hay más misterio que ver danza”.

Alberto Conejero, director del Festival de Otoño

El Festival de Otoño estará celebrando sus 41 años del 9 al 26 de noviembre en distintos teatros y espacios de la Comunidad de Madrid. Serán 17 días frenéticos llenos de propuestas escénicas híbridas, donde no aparece tan claro ni delimitado lo que pertenece en exclusiva a la danza o al teatro, físico o de objetos. Y es intencionado. “La creación híbrida es un imán poderoso en este festival”, admite el programador. “Son todas piezas que desafían las taxonomías, las fronteras y nuestras certidumbres, nuestras costumbres de mirar”.

Derribando muros

No pocas veces, los objetivos del programador se ven reforzados por la propia necesidad de los artistas de buscar mecanismos para ser entendidos, para que su mensaje y motivaciones traspasen con nitidez la cuarta pared. Tal es el caso este año del creador madrileño Jesús Rubio Gamo, que se prepara a estrenar en el Festival de Otoño Estudios elementales, una pieza de pequeña dimensión en la que comparte escenario con la violinista Luz Pardo. Se trata, justamente, de una creación que parece decidida a derribar muros de prejuicios que intentan impedir el acceso a la danza (y a la música).


Con verdadera honestidad y franqueza, ambos, bailarín y violinista, abren un diálogo frente al público sobre lo que hacen. “Bailar y tocar tiene algo de misterioso para la gente que nos ve y se pregunta cómo lo hacemos o en qué estamos pensando cuando hacemos eso. Y muchas veces se cree que son momentos místicos, cuando la verdad es que estamos pensando en cosas muy concretas de la práctica. Nos gustaba la idea de abrirle al público la posibilidad de percibirnos desde ese lugar”, se explaya el coreógrafo.

Estudios elementales, de Jesús Rubio Gamo

En concreto, Rubio Gamo y Luz Pardo muestran las circunstancias de su encuentro de trabajo en el estudio, tamizadas por una poética escénica. “Lo que nos planteamos fue un dialogo entre ella y yo, un diálogo puesto en escena sobre el proceso que hemos compartido, con sus visiones en torno a la música y mis visiones en torno a la danza, siempre pensando que ninguno de los dos se supedita al otro, que música y coreografía estarían en escena al mismo nivel, donde el concepto y la direccion vienen de los dos. Partimos de la base que ya nos sugería el título, Estudios elementales. Queríamos echar la vista atrás sobre los principios de todo, los fundamentos técnicos, la base de nuestros aprendizajes, para, como dice Luz, entender lo que somos hoy en función de lo que fuimos ayer”.

Jesús Rubio Gamo

(Madrid, 1982)


Artista curioso y ecléctico, ha estudiado ballet clásico, danza contemporánea, teatro, literatura y mimo, y ha practicado patinaje artístico. Después de formarse en The Place, centro londinense de danza hoy extinto, regresó a Madrid dispuesto a consolidarse como coreógrafo. Desde hace varios años ha venido alternando la creación de solos para sí mismo y piezas colectivas que surgen de estas investigaciones unipersonales. Su coreografía Gran Bolero, cuya producción supuso una alianza entre Teatros del Canal, de Madrid, y el Mercat de les Flors, de Barcelona, lo catapultó a la cúspide en 2019. A este éxito, que le dio una relevante visibilidad internacional, le siguió Acciones sencillas (2021). La última temporada ha sido intensa, atendiendo las giras de sus espectáculos y remontando Gran Bolero (2019) en Zagreb y Liubliana. Y no para. “Ya he hecho la primera fase de investigación de otro trabajo grupal y estoy haciendo una colaboración con una compañía, que por ahora no puedo revelar”.


Jesús Rubio Gamo en el Festival de Otoño

Estudios elementales. Corral de Comedias (Alcalá de Henares), 11 de noviembre. Sala Mirador (Madrid), 24 y 25 de noviembre.

Los cuerpos

“Otra de mis obsesiones a la hora de programar es la representatividad de los cuerpos”, prosigue Alberto Conejero. “Tenemos en el mismo festival los cuerpos de bailarines de la compañía de Sasha Waltz [relevante agrupación alemana que vendrá con su potente equipo a bailar In C, deslumbrante coreografía cromática creada a partir de la música minimalista de Terry Riley], pero están también los cuerpos de María Muñoz y Pep Ramis, de Mal Pelo, que no son jóvenes pero tienen quilates de vida encima, que traen al escenario sus años y sus heridas. Yo es que creo que la gran revolución de la danza en el siglo XX fue escapar de la tiranía del cuerpo perfecto de la técnica clásica, romper con la idea de los cuerpos blancos y uniformes”.


Mal Pelo es un ejemplo muy bien escogido de compañía que escapa de los convencionalismos que se atribuyen a este arte. Pionera del movimiento de la danza contemporánea en Cataluña, la agrupación de Ramis y Muñoz vio la luz en 1989 y hasta el día de hoy sigue creando en L’animal a l’esquena, esa masía con nombre de coreografía que mantienen en Celrà, en medio del campo pero a un tiro de Girona, que es a un tiempo estudio, casa de ensayos, centro de operaciones y hogar de la pareja.

The Mountain, The Truth & The Paradise, de Mal Pelo

La perseverancia y un trabajo intenso y poético muy alejado de los efectos y las piruetas del cuerpo les han permitido una permanencia de casi 35 años en la danza. Y subiendo, porque el que viven estos días es un momento espléndido y de plenitud. Al Festival de Otoño van por partida doble, con el solo de Ramis The Mountain, The Truth & The Paradise y el novísimo dueto bailado por ambos Double Infinite. The Bluebird Call, que ya estrenaron en el Festival Grec, de Barcelona, y de inmediato llevaron a la sección oficial del prestigioso Festival de Aviñón, lo que supone toda una conquista para cualquier agrupación.


Tras el Festival de Otoño, Mal Pelo se irán al reputado Théâtrede la Ville, de París, que apuesta por ellos con la representación nada menos que de tres de sus trabajos. Entre ellos, el emblemático solo Bach, de María Muñoz, que inició hace ya 20 años una tetralogía dedicada en exclusiva a la exploración de la musicalidad de los cuerpos frente a las creaciones del destacado compositor.

La totalidad de la obra de Mal Pelo, ya larga, no responde a las convenciones de la danza más comercial ni a los fuegos artificiales del cuerpo. Es algo más profundo y en consecuencia menos complaciente. “Mal Pelo no tiene la monumentalidad de Dimitris Papaioannou [el creador griego de moda, que traerá su dueto Ink al Festival de Otoño], pero a cambio nos da una precisión y una sensibilidad que son verdaderamente únicas. Y volvemos a lo de antes, no se trata de entenderlos sino de sentirlos”, reflexiona Conejero.


No trabajaron nunca para audiencias masivas los Mal Pelo, por lo que su crecimiento ha sido lento y las audiencias esquivas. María Muñoz nos recuerda cómo se inició su conexión con el público de Madrid, hace ya muchos años. “Aprovecho la oportunidad para homenajear a Guillermo Heras [fallecido el pasado 12 de julio], que con el Centro de Nuevas Tendencias puso un faro de apoyo a la creación contemporánea, completamente incipiente, que representábamos unas pocas compañías al inicio de los años noventa. Él tuvo esa capacidad de ver, veía el genio y reconocía la falta de medios, conocía la dificultad que nos suponía entonces encontrar canales de exhibición, y nos programó muchas veces en la [ya extinta] Sala Olimpia, lo que nos permitió crear un público en Madrid, espectadores que pudieron seguir nuestra trayectoria”.

Mal Pelo


En 1989, María Muñoz (Valencia, 1963) junto a Pep Ramis (Mallorca, 1962), pareja de vida y creación, funda la compañía Mal Pelo (Premio Nacional de Danza 2009), donde desarrollan plenamente sus facetas de investigadores, creadores, pedagogos y bailarines. Juntos idearon, cerca de Girona, el Centro de Creación L’animal a l’esquena, donde gestan sus proyectos y abren la puerta a otras compañías y artistas. Son autores de numerosas coreografías, destacando muy especialmente una tetralogía de larga gestación dedicada a Bach, que arrancó en 2003 con un solo de María Muñoz que es emblemático no solamente de Mal Pelo, sino de la danza contemporánea del país.


La perseverancia y el trabajo continuado les han mantenido vivos y activos durante más de tres décadas. “Esta profesión es un camino plagado de dificultades, también de aciertos, y es gratificante comprobar que has sido capaz de hacer un trabajo artístico coherente con la ética de tu oficio”, sostiene Muñoz.


Mal Pelo en el Festival de Otoño.The Mountain, The Truth & The Paradise. Teatros del Canal (Madrid), 22 y 23 de noviembre. Double Infinite. The Bluebird Call. Teatros del Canal (Madrid), 25 y 26 de noviembre.

Trilogía al completo

También regresa al Festival de Otoño la gran Luz Arcas, directora de La Phármaco. Esta vez presentará en exclusiva las tres horas de su trilogía Bekristen/Cristianos al completo. “Como programador me parece interesante que los espectadores, año a año, puedan seguir procesualmente el trabajo de un coreógrafo o coreógrafa, incluso en aquellas piezas que se pueden considerar más frágiles”, ratifica Alberto Conejero.


Luz Arcas, hoy lo entiende, se ha desnudado intelectualmente y ha dado acceso a su proceso creativo a quienes han seguido la construcción de su trilogía Bekristen/Cristianos. Quienes ya conocen La domesticación (2019) y Somos la guerra (2021), las dos primeras partes, se sorprenderán con los giros que han dado, ahora que se presentan junto al estreno de Numerosos seréis el desierto, tercera y última parte protagonizada por cuerpos mayores de sesenta años. “Supone una revisión absoluta de los dos primeros trabajos”, confiesa la creadora malagueña. “Vengo trabajando en la trilogía desde 2016 y sabía que en cada pieza estrenada se me escaparían cosas y que necesitaría tiempo para pensar en ellas. Fue así desde que la pensé como una trilogía y era consciente de que cada capítulo modificaría el anterior”.

Escena de Bekristen/Cristianos

Reconoce un inicio más pegado a ideas alrededor de los mecanismos de la colonización, una reflexión sobre cómo los intereses económicos imperialistas pasan primero por la dominación cultural y religiosa, para pasar luego a la problemática del cuerpo y la danza, propiamente. “El proceso del primer episodio estaba muy marcado por ideas políticas que necesitaba formular desde un ejercicio más mental, más intelectual. Eso me permitió reventarlo todo en la segunda parte, donde había dejado de pensar, aún sabiendo que iba a ser un intento fallido que me haría sentir triste e infeliz, pero que era necesario cruzar para llegar a esta tercera parte y a la totalidad, en la que convergen las motivaciones que han terminado de darle sentido a la trilogía como un todo”.

Luz Arcas 

(Málaga, 1983)

Graduada en danza por el Conservatorio María de Ávila y en dirección teatral por la Resad, fundó en Madrid su compañía La Phármaco en 2009, con la que ha estrenado trabajos como Kaspar Hauser. El huérfano de Europa (2016), Miserere, cuando la noche llegue te cubrirán con ella (2017) o Una gran emoción política (2018).


En 2016 emprendió Bekristen/Cristianos, una trilogía que indaga en la colonización como una herramienta del imperialismo capitalista. Este tema se ha convertido en una línea de investigación de toda su producción reciente, encauzado hacia intereses como el folclor y lo popular-religioso, en coreografías como Toná (en la foto, 2020) o Mariana (2022), que ha ido montando en alternancia con su trilogía. “Construimos para siglos y destruimos para siempre. La cultura es el alma de los pueblos y por eso es lo primero que se quiere controlar”.


La Phármaco en el Festival de Otoño. Trilogía Bekristen/Cristianos. Teatros del Canal (Madrid), 25 y 26 de noviembre.

Un bosque de cuerpos

El Festival de Otoño atiende a la Comunidad de Madrid. No solamente a Madrid capital. Es una premisa que Alberto Conejero nunca olvida a la hora de programar y desde aquí ha venido practicando una auténtica descentralización. “Los de la periferia, para este festival, no son escenarios secundarios. Hace dos años traje a Robert Lepage [quizá el director escénico más reconocido de Quebec] y lo llevé a Móstoles, donde este año tendremos a la coreógrafa Catherine Gaudet con su propuesta The pretty things. Son grandes artistas que han venido desde Canadá para bailar en Móstoles. También he programado a Marcat Dance, de Jaén, con su propuesta El bosque [2022]. Ya habían estado en el Festival Madrid en Danza y los vuelvo a traer con la misma pieza, pero para que la bailen para el público de Torrelodones”.


Mario Bermúdez, ex bailarín de la Batsheva Dance Company, de Israel, y director de Marcat Dance, confiesa que no tiene temor a bailar su pieza ante espectadores poco familiarizados con la danza en general y la suya en particular. Su pieza, con apenas tres cuerpos, un linóleo blanco y la atronadora música que le compuso José Pablo Polo, materializa toda una jungla sobre la escena y ha sido ya ovacionada por los públicos más diversos. “El bosque ya es una coreografía muy importante dentro de nuestro repertorio, porque ha dado muchos frutos sin esperarlos. Ha tenido reacciones impensables del público, que nos han hecho sentir muchas ganas de seguir girando, viviendo nuevas emociones con esta obra que tanto nos ha hecho crecer como grupo”, confiesa el creador, que codirige su compañía con Catherine Coury.

El bosque, de Marcat Dance

Y es que Bermúdez ha emprendido una lucha personal por la conquista de un público que no ha tenido acceso a la danza. Desde hace tres años, viene montando cada verano en Vilches, el pequeño pueblo de Jaén donde reside (que es, mira qué casualidad, donde también nació Conejero), Vildanza. Se trata de un festival de danza contemporánea gratuito, que ha ido familiarizando a los parroquianos con distintas formas y manifestaciones de la danza contemporánea.


“Debes darle confianza a un público como el de Vilches, crearle un entorno. Al principio, lo importante es que venga. Lo hacemos en un punto alto y bellísimo del pueblo, en verano y al atardecer. Creamos un entorno que ya en sí mismo es llamativo y les traemos piezas cortas y muy diversas, para que vean que hay amplitud, y confiamos en que van a conectar, van a sentir algo. Hay que hacerles ver que no se trata de que entiendan sino de que sientan”, concluye.

Mario Bermúdez

(Jaén, 1987)

Inició su andadura en el hoy extinto Centro Andaluz de Danza (CAD), de Sevilla. De allí saltó a Tel Aviv, donde se convirtió en bailarín destacado de la Batsheva Dance Company, la compañía más relevante de Israel, bajo la dirección de Ohad Naharin, toda una inspiración para su carrera como coreógrafo. En 2016 dejó aquel país y se instaló en Vilches, su pueblo natal en Andalucía, donde fundó su compañía Marcat Dance junto a su pareja, la norteamericana y también bailarina Catherine Coury. En su catálogo destacan creaciones como Anhelo (2019), Adama (2020), El bosque (2022) o, más recientemente, Averno (2023). Bermúdez, que se hizo con el Max al Mejor Intérprete de Danza este mismo año, ha venido desarrollando el Festival Vildanza en su pueblo, en su interés por hacer llegar a la danza a todas las personas. “Las impresiones y opiniones del público de danza y la de los de mi pueblo que vienen al festival son muy parecidas, y eso me parece, aparte de interesante y positivo, realmente muy bonito”.


Marcat Dance en el Festival de Otoño.El bosque. Teatro Bulevar (Torrelodones), 10 de noviembre.

Firma invitada

Omar Khan es periodista y crítico de danza español nacido en Caracas, graduado en la Universidad Central de Venezuela y Máster en Periodismo en la Universidad Autónoma de Madrid. Especializado en danza desde hace más de veinte años, ha trabajado para la revista Por la danza, de la Asociación de Profesionales de la Danza de Madrid, y ha sido colaborador habitual del diario El País y otras publicaciones. Es fundador y director de susyQ, revista de danza, con diecisiete años de permanencia en el mercado español. También ha sido profesor en el Grado en Ciencias de la Danza de la Universidad Europea de Madrid y en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, de Madrid.

Fotografías

Mario Bermúdez (Marcat Dance) por Tania Cervián

El bosque (Marcat Dance) por Bianca de Vilar

Jesús Rubio Gamo por Jesús Vallinas

Estudios elementales (Jesús Rubio Gamo) por Ana Yáñez

Luz Arcas (La Phármaco) por Virginia Rota

Bekristen/Cristianos (La Phármaco) por Virginia Rota

María Muñoz (Mal Pelo) por Jordi Bover

Pep Ramis (Mal Pelo) por Tristán Pérez-Martín

Double infinite (Mal Pelo) por François Passerini

Enlaces

Jesús Rubio Gamo

Mal Pelo

Luz Arcas-La Phármaco

Marcat Dance

Festival de Otoño

Alberto Conejero

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