TALENTOS

RODRIGO CORTÉS

El 31 de octubre estrena ‘Escape’, una fábula sobre la libertad que viene avalada por el mismísimo Martin Scorsese

POR RUBÉN ROMERO SANTOS

Rodrigo Cortés entiende el cine como una profesión de riesgo. Cada nuevo proyecto es un reto solo al alcance de los más osados. De enterrar a Ryan Reynolds en un ataúd durante hora y media, como en Buried/Enterrado (2010), a marcarse un musical sobre el Holocausto en la reciente El amor en su lugar (2021). Con Escape, que se estrena en salas el 31 de octubre, ha decidido reinvertir la dinámica del drama carcelario, con un Mario Casas desesperado por entrar en chirona. 


Cortés es una especie de alpinista ante su ochomil; esta peli es, una vez más, su mayor desafío hasta la fecha. Nos atiende antes de hacer la maleta hacia Nueva York, adonde parte con un Blu-ray de Plácido (Luis García Berlanga, 1961) que quiere mostrar a su flamante coproductor, un tal Martin Scorsese. 


Escape es la adaptación de una novela de Enrique Rubio, peculiar escritor diagnosticado con trastorno del espectro autista. ¿Cómo entras en contacto con él?

Debió de ser en 2008. Me escribió para enviarme el manuscrito de su primera novela, porque había visto mi película Concursante [2007] y, por alguna razón que se me escapa, la amaba. Desde entonces, cuando tiene un manuscrito me lo envía. Escape lo leí hace ocho años, mucho antes de que se publicara. Me interesaba mucho, pero me parecía una historia inadaptable al cine tal y como estaba planteada en el libro. Hace unos años le llamé para decirle que la premisa de su novela seguía en mi cabeza y que, si me daba libertad plena para hacer lo que quisiera con ella e incluso traicionarla para no traicionar su espíritu, me compraba un piolet y trataba de remontar esa montaña, porque creo que es una película dificilísima de levantar y producir.


Esto último también podría decirse de Buried, Luces rojas (2012) o El amor en su lugar. Todas tus películas parecen ser auténticos tours de force.

No me lo tomo como si fuera un planteamiento deportivo. Tiene que ver con que lo que me interesa en general no es lo más fácil de levantar. Toda idea ligeramente diferente va a estar necesariamente fuera de la corriente, no en el momento del estreno, pero sí en el de la financiación. Cuando ves Buried, sobre un hombre sepultado noventa minutos en una caja, parece sencillo. Pero, cuando hablas de ella antes de que sea un filme, todo el mundo sale corriendo. Cada vez que tengo que levantar una película siento que vuelvo a subir una montaña y que tengo que partir de cero.

Cortés y Casas en el rodaje de Escape

Tu éxito cinematográfico corre paralelo a tu éxito literario. ¿Cómo combinan y dialogan ambas formas de expresión?

Cuando escribo soy eminentemente literario y, cuando hago cine, eminentemente cinematográfico. Son dos lenguajes que trato de explotar hasta sus límites, para ver cuánto aguantan sin romperse, pero que no confundo. Mi literatura, por ejemplo, es muy poco adaptable al cine. A la vez, inevitablemente, dialogarán entre sí porque surgen del mismo cerebro preocupante. Ninguno está por encima del otro en la balanza.


Con Escape tenemos la sensación de estar ante una película muy literaria, muy filosófica, que trata el gran problema de la libertad humana.

Es que el cine también es un lugar para la reflexión y la poesía. La literatura no es el único terreno de la evocación, ni el cine el de la acción. Simplemente, sus armas son muy distintas. Escape no es una película de tesis porque no da una respuesta. Permite que cinco espectadores tengan cinco opiniones diferentes sobre lo que han visto. Es más, su opinión va a cambiar a lo largo del metraje. Hay una reflexión sobre la libertad, la responsabilidad, la renuncia, el cansancio… Pero lo que no hay es una solución. 

Rodrigo Cortés se divierte con cada nuevo reto

Martin Scorsese, padrino de honor

El cineasta neoyorquino Martin Scorsese, autor de hitos como Taxi driver (1976), Uno de los nuestros (1990) o Infiltrados (2006), coproduce la nueva película de Rodrigo Cortés. “Para mí es muy difícil de explicar cómo ha sucedido esta suerte de brujería, solo soy capaz de decir que ha sucedido”, resume él. “Sucede con Scorsese no solo que es una figura fundamental de la historia del cine, probablemente la más respetada y venerada de entre las vivas. Ha sido mi maestro personal y mi dios pagano sin tener él ni idea. Yo me dedico al cine por él. Todo empezó con un niño de 13 años que vivía en Salamanca y que miraba a las marquesinas y elegía ver una película de billar con Paul Newman y el muchacho de Legend. Es una película que me cambió como espectador y como cineasta… aunque aún no lo fuera.


Aquella película era El color del dinero y el muchacho era Tom Cruise. Pero eso fue en 1986. ¿Cómo os conocisteis? 

Cuando le concedieron el Princesa de Asturias de las Artes y me pidieron hacerle una entrevista para la industria. Él había visto todas mis pelis y conectamos y quiso ver aquello en lo que estuviera trabajando, que era El amor en su lugar. Se lo envié y le entusiasmó. Hablamos por Zoom de Lubitsch, Wilder y Ophuls. Me dijo, yo supuse que por simple amabilidad, que le contara mis próximos proyectos. No lo hice, lo tomé como un gesto de gentileza. Meses después me escribieron de su oficina insistiendo en ello. Le envié el guion de Escape: su respuesta fue entusiasta y me dijo que no se parecía a nada, que tenía un tono absolutamente único y que le gustaría mucho formar parte de la película.


¿Y cómo ha sido trabajar con el mito?

Probablemente, en el mundo de Hollywood sea la persona más amable, cuidadosa, atenta y respetuosa con la que me he encontrado. Nunca hace comentarios, solo preguntas y únicamente después de disculparse una y mil veces por hacerlo. Solo tengo buenas palabras, que empiezan por el pasmo y que acaban con la aceptación y el agradecimiento. Él cree que las películas deben parecerse a sus autores y su participación no fue intervencionista, sino de compañía y apoyo.

Tráiler de Escape, la historia de Rodrigo Cortés que fascinó a Scorsese

Scorsese figura en los créditos con tus dos coproductores habituales, Adrián Guerra y Núria Valls, de Nostromo Pictures. ¿Cómo os habéis coordinado los cuatro?

Tanto en el cine como en cualquier creación, no creo en el método asambleario. La creación debe responder a una mirada y esta es necesariamente individual. Eso no significa que se haga en soledad y sin escuchar. Hay que rodearse de gente muy buena, pero no se someten las cosas a mano alzada.


De mito a mito: Escape es tu primer trabajo con José Sacristán, que no será Scorsese, pero ojito ahí. ¿Cómo lo convenciste?

Hay una razón por la que Pepe sigue manteniéndose joven, y es porque conserva la curiosidad y el deseo de sorprenderse. Fui a ver Señora de rojo sobre fondo gris, que representaba en el Círculo de Bellas Artes. Cenamos y le entregué el guion de Escape. Me dijo que quería hacerlo y que ya le explicaría cómo pensaba levantar una locura como la que acababa de leer.


Scorsese, además de artista, es un erudito. ¿Conocía a Sacristán?

No en detalle, pero era consciente de que Pepe es una leyenda nacional. Le entusiasman las interpretaciones… Y también fue muy divertido oírle decir: “I love the Antonio Molina scene” [“Me encanta la escena de Antonio Molina”].

Mario Casas, intérprete

y guerrero

Mario Casas intentando aquí que lo metan en la cárcel

La carrera de Mario Casas es muy apreciable en su faceta interpretativa y, desde Mi soledad tiene alas (2023), también como autor. Otro actor en su posición habría dudado ante un papel como el suyo en Escape. Pero Casas, en cambio, se hizo grande. “Estaba convencido de que él tenía ese arrojo guerrero para dar un salto al vacío sin protección”, afirma Rodrigo Cortés. “Cuando ves No matarás [David Victori, 2020], estás viendo a un actor dispuesto a ir contra lo que sea. Esta película ha demandado de él herramientas nuevas. Es un personaje muy contenido, que vive aislado en una burbuja de sonidos y emociones, y es difícil trabajar algo así sin caer en la autoconciencia o sin construir más de la cuenta el personaje. Establecimos un terreno en el que iba diluyéndose hasta perder su conciencia personal, hasta el punto de que, cuando volvía de rodar algunas escenas, no sabía exactamente dónde había estado ni lo que había hecho. Eso solo se puede hacer con un guerrero valiente, porque tiene que lanzarse desde sitios inciertos sin saber lo que hay debajo. Además, está rodeado de auténticos monstruos interpretativos que respetaron mucho su trabajo”.


Para acabar, no es por presionarte, pero te supongo consciente de cómo han acabado de bendecidos los realizadores apadrinados por Scorsese, como Joana Hogg (The Souvenir, 2019), los hermanos Safdie (Diamantes en bruto, 2019) o Jonas Carpignano (Para Chiara, 2021).

Nada es un antes y un después y todo es un antes y un después. La vida nunca son los títulos de iMDB, sino los huecos entre los títulos. El cine está en esos huecos, en la parte que no se ve. No tengo una expectativa mágica tras haber rodado con Scorsese, solo mucho agradecimiento y ganas de reincidir, porque la próxima película no me va a resultar más fácil de levantar. 

Firma invitada

Rubén Romero Santos es periodista cultural y profesor universitario. Durante las últimas dos décadas ha sido firma habitual en revistas como Cinemanía, Rolling Stone o Icon y diarios como Público o El Español. Ha publicado los estudios El detective mutante. Las adaptaciones cinematográficas y televisivas de Pepe Carvalho (Peter Lang, 2021) y Barcelona en 12 películas (GRIMH, 2022). Compagina su labor periodística con la docencia en la Universidad Carlos III de Madrid, donde imparte clases de Comunicación Audiovisual.


Si quieres más de Rubén, mira su página sobre Simón Casal y Justicia artificial en este mismo número

Fotografías

Marta Calvo (apertura)

Irene Medina (retrato)

Carlos Ruiz B.k. (rodaje)

Enlaces

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‘LAS SERIES
DE NUESTRA VIDA’

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) propone un itinerario sentimental por las series españolas de televisión que han ayudado a definir nuestra memoria colectiva. La exposición Las series de nuestra vida recorre casi siete décadas de producción y puede disfrutarse hasta el 3 de noviembre en la sede madrileña de SGAE. La entrada es gratuita.


El trayecto arranca con Los Tele-Rodríguez, serie pionera en España que se estrenó en febrero de 1957, apenas cuatro meses después del inicio de las emisiones regulares de TVE. De aquella etapa en blanco y negro son también El Séneca (1964) o la galardonada Historias para no dormir (1966), de Narciso Ibáñez Serrador. Y así hasta llegar a Cardo (2021) o La mesías (2023), que iniciaron su triunfal recorrido en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y que, de algún modo, señalan el futuro de la producción audiovisual española. Entre una cosa y otra, la expo incluye referencias de títulos tan populares como Cuéntame cómo pasó (2001), que con sus más de 400 capítulos es la serie más longeva de la televisión en España, o La casa de papel (2017),todo un fenómeno de dimensión mundial.


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