AHORA MISMO

RAKEL CAMACHO

La directora de escena apuesta por recuperar el poder de la fantasía en el teatro. Porque hay otros mundos, pero están en este

POR PABLO GIRALDO

No es fruto de la casualidad que Rakel Camacho venga de cerrar un exitoso 2024 y encare un 2025 que, en el mejor de los casos, podría calificarse de intenso. Tres autores conviven pacíficamente en la cabeza de la directora de escena desde esta temporada: Francisco Nieva, Carmen Martín Gaite y Rainer Werner Fassbinder.


De Nieva aún se escuchan en Mérida los irreverentes ecos de su reciente La paz. Celebración grotesca sobre Aristófanes, un montaje precedido del hito que le supuso en 2023 dirigir, también del mismo autor, Coronada y el toro, obra que ha marcado un antes y un después en su trayectoria como creadora escénica. De Carmen Martín Gaite viene de estrenar El cuarto de atrás, adaptación escénica de su famosa novela-ensayo, y girará por España en 2025 con Emma Suárez como protagonista. Y del alemán Fassbinder prepara Las amargas lágrimas de Petra von Kant, quintaesencia del melodrama europeo cuyo estreno está previsto en Madrid el 28 de marzo en Nave 10 Matadero y en el que dirigirá, entre otras, a Ana Torrent, Aura Garrido y María Luisa San José.


Pese a lo dispar de sus procedencias, en todos estos proyectos se detecta el sello personal de Camacho: una tendencia a huir del realismo, a abrazar lo abstracto e impredecible de la fantasía y, sobre todo, a explotar la plástica escénica en todo su potencial. Porque, quien quiera realismo, que mire por la ventana.


La paz arrasando este año en el Festival de Mérida

¿Qué balance haces de tu último año profesional?
Tengo muy presente cómo se ha ido construyendo mi trayectoria y los pasos que he dado. Tengo la sensación de que hay fluidez en los trabajos que estoy desarrollando ahora y que son trabajos hermosos. Desde Coronada y el toro, que lo viví como un clímax profesional, todo lo que ha venido después: La paz, El cuarto de atrás y Las amargas lágrimas de Petra von Kant son proyectos grandes, apasionantes y con los que guardo una conexión muy fuerte a muchos niveles. Ya sea por la autoría, el contenido o las ideas que tratan, porque son referentes que siempre han estado en mi vida como artista y como persona. Al final, hay que confiar en lo que has hecho y en lo que ya sabes para ordenar todo ese misterio caótico que es el mundo de la creación. Para mí, hacer teatro es creación, crear rito y generar un encuentro.


¿Qué debe despertarte una historia o un autor para que te motive llevarlo a escena?

Es fundamental que sean proyectos que tengan que ver conmigo y con los que sienta una fuerte conexión, emocional e intelectual. Y tengo que sentir que abro la puerta a la creación de otra realidad posible, que introduzco al espectador en un mundo que no es el mundo real. Soy muy ecléctica y me gusta emprender proyectos súper diferentes, pero siempre tengo que sentir esa conexión, activar mi imaginación y crear un universo. Aparte de los estímulos que proponga, la poesía escénica y la filosofía, quiero generar reflexión y compartir preguntas con el espectador. Y para eso podemos usar a Nieva, a Martín Gaite o a Fassbinder. Porque son tres artistas con referentes muy parecidos, enmarcados en la década de los 70, que comparten contexto histórico y social y una admiración por la vanguardia.


¿Qué importancia adquieren la plástica escénica, lo abstracto y la fantasía en la creación de esas cosmogonías?

El texto es fundamental como guía, pero el texto no es la obra sino lo que dicen los actores. Lo que conforma el universo de la obra son un montón de cosas más. Para mí, es muy importante que exista una ceremonia escénica, crear un ritual y tener libertad poética. Y cuando digo ritual me refiero a formas ritualizadas, más allá del gran ritual de los rituales que es el teatro. Cada proyecto habla por sí solo y hay que encontrar su estilo, que se acabe imponiendo. Y me gusta ser críptica, también porque creo que soy un poco críptica como persona, y eso es algo que es un defecto y una virtud a la vez.

Rakel y el elenco de Las amargas lágrimas de Petra von Kant

¿Qué te interesaba de la novela de Carmen Martín Gaite El cuarto de atrás (1978)? ¿Te ves reflejada en la figura de la escritora-creadora que plantea?

Claro que me veo reflejada, porque detecto un empeño en no ser explícita. Yo siempre he tenido una obsesión con no ser demasiado clara. Siento una gran conexión con todas esas ideas que el personaje desarrolla durante esa noche de insomnio y donde va creando la novela de literatura fantástica que promete al inicio. Es fascinante ver cómo resume la vida de cualquier artista por etapas en un viaje que va desde la oscuridad hacia la luz. Esa idea del claroscuro es otro de los rasgos que siempre están presentes en mis obras.


Martín Gaite dedicaba su libro a Lewis Carroll porque “nos consuela de toda cordura y nos acoge en su mundo del revés”. ¿Qué es lo más difícil de trabajar la fantasía sobre el escenario?

En el caso de El cuarto de atrás, mi reto era encontrar teatralidad en las acciones y que esas acciones fueran poéticas. Por supuesto, el tono es de novela, pero yo siempre he presumido de tener muchísima imaginación. Por eso necesito textos y proyectos que activen esa imaginación. Durante un tiempo estuve obsesionada con preguntarme cuál era mi aportación o particularidad como directora, hasta que me di cuenta de que era la imaginación. Eso no significa que la imagen esté por encima del texto. Al contrario, el texto me genera un universo que yo traduzco en imágenes. La idea de concretar lo abstracto es uno de mis retos. Tenemos que transcribir lo inefable al espectador, ese es nuestro cometido y compromiso. Esa es la misión de la creación, tanto de la escritura como de la dirección o la actuación. Y para mí eso tiene el valor de la ofrenda.


¿Desde qué perspectiva has decidido abordar Las amargas lágrimas de Petra von Kant para este nuevo montaje?

Es un sueño montar a Fassbinder, recrearlo y revisitarlo. Las amargas… es un texto absolutamente universal y de tal contemporaneidad que hasta resulta misterioso que se hubiera escrito en 1971. Con él llegó la edad de la posmodernidad y parece que no hay avance. Para mí no era revolucionario, como sí podría serlo en su momento, abordarlo como una historia de amor entre mujeres. Pero, por otro lado, es algo que tampoco se ha visto tanto en el escenario y ahí tenemos que ser honestos. Ese es un poco el contexto, pero la obra habla en realidad de temas tan potentes como la hipocresía de la sociedad, la conveniencia, la deshumanización de las relaciones humanas, los intereses y, por supuesto, la lucha de clases.

RAKEL CAMACHO



Directora de escena, autora y actriz, Rakel Camacho (Albacete, 1978) es licenciada en Dirección de Escena y Dramaturgia por la RESAD. Su trabajo de fin de carrera lo consagró a Francisco Nieva, autor que ha marcado significativamente su trayectoria y de quien ha dirigido, hasta el momento, los espectáculos Coronada y el toro para Naves del Español en Matadero en 2023 y La Paz. Celebración grotesca sobre Aristófanes para el Festival Internacional de Teatro de Mérida 2024. En 2010 fundó la compañía La Intemerata, con la que ha dirigido La cabeza del dragón (2010), de Valle Inclán, y Amadís de Gaula (2012), de Garci Rodríguez de Montalvo, entre otras muchas. También ha trabajado como directora y dramaturga para diferentes proyectos y laboratorios de creación escénica para la Sala Cuarta Pared, el Centro Dramático Nacional o el Teatro Circo Price.


En 2020 recibió el Premio ADE José Luis Alonso 2020 a la Mejor Dirección de Escena Emergente por Una novelita lumpen, adaptación teatral de la novela homónima de Roberto Bolaño. En 2021 realizó la dramaturgia y la dirección de Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio, proyecto en torno a la historia de Helen Keller y Anne Sullivan. En 2022 dirigió Que mujer prodigio soy, de Juana Escabias y Quiero colapsar a tu lado para La Rueda Teatro Social. Atraída por el mundo clásico y el teatro de vanguardia, su visión de la escena se caracteriza por trazar un puente entre el mundo clásico y el teatro más próximo a la vanguardia.


Camacho y Nieva


Coronada y el toro, clímax artístico de Rakel Camacho

El nombre de Francisco Nieva está estrechamente ligado a tu trayectoria desde tus tiempos en la RESAD. ¿Qué despertó su teatro en ti?

En primer lugar, el hecho de pensar que su obra es otra cosa, algo que yo no había visto en ningún otro autor. Es absolutamente genuino, inclasificable y único. Sentí que era nuevo y que reunía todas las partes del teatro que a mí me conmueven, divierten y que me apetece compartir con el espectador: el estado dionisíaco, el desbordamiento, la creación de otros mundos posibles, la poesía... Y luego todo su mundo, con esa fuerza y potencia, pero que esconde una mirada sumamente inocente, sensible y humana. Me gusta mucho una frase de su teatro furioso, que estaba también en el pueblo de Coronada y el toro y en La paz, que es que el español es un pueblo feliz a pesar de su descontento. El arraigo, el desarraigo, el orgullo de pertenecer a este país, el rechazo a las fuerzas oscuras y represivas y, por supuesto, su sentido del humor, me fascinan. Como manchega, he conectado muy bien con él.


¿Cómo recuerdas la aventura que fue montar Coronada y el toro y, más recientemente, La paz?

Tanto Coronada como La paz, también esta última por el contexto del Festival de Mérida, fueron palabras mayores. Con Coronada pensé que tenía que ir a por todas y que, si no salía bien, me planteaba dejar la dirección de escena. Pero ocurrió todo lo contrario, el espectador conectó y se generó una fiesta en el teatro. Hubo gente que dijo que había comprendido por fin el mundo de Nieva. También siento un dolor alegre por el hecho de que la obra no haya girado fuera de Madrid ni haya habido apoyo en el centenario del nacimiento del autor. La paz fue compleja porque todo era más grande y tuve que inventar muchas más cosas, pero hicimos una propuesta absolutamente dionisiaca, que era el objetivo.


AGENDA


Emma Suárez, sumergida en El cuarto de atrás

¿Has llegado hasta aquí y ahora necesitas ver todos los espectáculos de Rakel Camacho? No te culpes: es normal. Aquí van algunas fechas para calmar la comezón.


‘EL CUARTO DE ATRÁS’ estará de gira en Salamanca (11 de enero), Gandía (18 de enero), Zamora (24 de enero), Elche (8 de febrero), Granada (14 y 15 de febrero), Bilbao (20 a 22 de febrero) o Madrid (27 de febrero a 16 de marzo).


‘LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT’ podrá verse en plazas como Córdoba (26 de abril), El Puerto de Santa María (3 de mayo), Las Palmas de Gran Canaria (16 y 17 de mayo), Granada (24 y 25 de mayo) o Bilbao (6 y 7 de junio).


Firma invitada

​​​​​​​Pablo Giraldo (Avilés, 1985) es periodista cultural, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y La Sapienza de Roma. Es colaborador habitual de la revista Vanity Fair y ha escrito para medios como Shangay, JotDown, RBA, S Moda o El Español, entre otros. También ha trabajado para festivales de artes escénicas como Madrid en Danza y Festival de Otoño y ha sido director de comunicación del Teatro Kamikaze.


Si quieres más de artes escénicas y Giraldo, busca en este mismo número su página sobre Laura Garmo

Fotografías

Javier Naval

Jero Morales (La paz)

Carlos Luque (caja bio)


Enlaces


Rakel Camacho

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CONGRESO DE DRAMATURGIA CONTEMPORÁNEA

El congreso de artes escénicas más importante del siglo en España

(Foto: Alfredo Arias)


La Fundación SGAE, en colaboración con el Centro Dramático Nacional y el Ministerio de Cultura, convocó en diciembre de 2024 el Congreso de Dramaturgia Contemporánea en el Auditorio Jorge Semprún de Madrid. Más de 400 autores y autoras de textos dramáticos (entre asistentes presenciales y quienes siguieron las actividades vía streaming) debatieron sobre retos del sector como la transformación digital, las formas de llegar al público más joven o la censura.


El presidente de SGAE, Antonio Onetti, el director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol, y la directora general del INAEM, Paz Santa Cecilia, presentaron este congreso, el primero de su clase en este siglo, que sirvió de colofón a las celebraciones del 125º aniversario de SGAE. El encuentro reunió a importantes creadores y creadoras de las últimas dos décadas y de quienes Onetti destacó su capacidad de concebir “un abanico de textos de todos los estilos y tendencias, escritos desde formas muy distintas de acercarse al hecho teatral”.


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