FILIAS

LAURA GARMO

La ganadora del VI Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado se ha propuesto rescatar del olvido a las mujeres desterradas por el sistema

POR PABLO GIRALDO

Con un perfil multidisciplinar a caballo entro lo técnico y lo artístico, Laura Garmo (Madrid, 1982) forma parte de una generación de creadoras todoterreno que no ha perdido la conexión con la escena teatral desde su época de estudiante. Curtida a golpe de ayudantías de dirección y regidurías, además de como dramaturga, directora, actriz y productora, la ganadora del VI Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado por Mi madre no existe se ha propuesto restaurar la dignidad de las mujeres ignoradas o apartadas por la historia (y por nuestro presente) para, a través de la ficción, devolverlas al lugar que merecen. Lo ha hecho con figuras como Ángela de Acevedo, Las Grecas o Camille Claudel, pero esa voluntad se extiende también a personajes anónimos.


En Mi madre no existe pone el foco en dos asuntos clave de la agenda pública y social de nuestro tiempo: la salud mental y los cuidados. Lo hace a través de una relación maternofilial viciada y disfuncional, la que mantienen una hija esquizofrénica, que vive permanente encerrada y con crisis agudas que le hacen ver rayos láser donde no los hay, y una madre viuda forzada a renunciar a su vida para ejercer unos cuidados que nunca llegó a imaginar que le tocaría dispensar. Son dos personajes que interpelan al público desde los márgenes y que no buscan la redención, mucho menos la compasión del espectador. Al contrario, la obra elude el relato de la hija víctima y la madre abnegada a través de un humor crudo, feroz y descarnado, donde la hija encuentra mensajes ocultos en las películas y series que ve y la madre teorías conspiranoicas por todas partes. Al final, la cordura quizá solo sea una cuestión de perspectiva.


¿Dónde está el origen de Mi madre no existe?
Surgió durante la pandemia, cuando me planteé la historia de una persona cuya vida cotidiana consistiera en vivir permanentemente encerrada. Llevaba mucho tiempo interesada en el tema de las enfermedades mentales y había investigado sobre la esquizofrenia y la paranoia que afectan a personas que viven encerradas en centros o en sus casas. Eso me llevó a imaginar a una protagonista con esquizofrenia y a su madre. Hice un curso de acompañamiento a personas con autismo y me encontré a una mujer que me contaba que ella solo quería ser madre, no una madre coraje, pero no le había quedado más remedio que dejar su trabajo y echarse todo a la espalda para cuidar de su hijo. El tema de la maternidad y de cómo a las madres se les presupone un amor incondicional que no tiene por qué ser tal me interesa mucho. Todas esas mujeres obligadas a abandonar su vida para cuidar de personas con enfermedades mentales, autismo, trastornos del desarrollo o algún otro tipo de discapacidad están muy poco valoradas. Por otro lado, siempre me han hecho mucha gracia las teorías conspiranoicas. He tenido gente a mi alrededor que las creía y, para ellos, nosotros somos las personas del sistema, los equivocados que nos creemos todo. Pensé que esa madre, que no tiene dónde agarrarse, podía recurrir a esas teorías para encontrarle cierto sentido a su vida, lo mismo que su hija encuentra el sentido a través de la ficción, viendo series y películas que cree que le hablan a ella.


¿Cómo fue ese proceso de investigación en torno a la salud mental?

Escuchando testimonios de documentales y entrevistas fui anotando cosas que me parecían interesantes, que se repetían o que me parecían curiosas o muy concretas, como la historia de una chica que vivía esquivando rayos láser como en Misión imposible.

Nacho León y Laura Garmo dirigen la compañía Teatro A Bocajarro

Una de las claves del texto está en la construcción de esos personajes tan extremos, nada complacientes, que rompen la cuarta pared.
Esa construcción de personajes fue lo que me llevó a empezar a escribir, porque quería ver qué decían en ese micro mundo. Empecé el texto sin saber cómo iba a acabar. Hay otros proyectos que arranco sabiendo el final, con una escaleta de escenas. Este no, por eso hay esos saltos temporales intencionados, porque todo fue saliendo de manera espontánea y caótica. Me parecía que eso tenía mucho que ver con la mente del personaje de la hija. Quería crear un espacio en el que la vida fuera insostenible, por eso los dos personajes tienen una parte muy insoportable, hablan sin filtro. Porque con una persona con la que estás conviviendo 24 horas al día, ¿qué tipo de filtro vas a tener?


¿Te interesaba denunciar cómo el rol de cuidador sigue recayendo principalmente en las mujeres?

A una madre se le presupone un amor incondicional o instintivo por un hijo y se tiende a no valorar el trabajo de cuidados que hace por él. A los hombres, cuando realizan esos trabajos, se les agradece muchísimo, se les ensalza, hay una necesidad de decir: “Fíjate en lo que ha hecho, está cuidando de su madre”. Por lo general, a las mujeres no se les da ningún valor, porque se supone que es lo que tenemos que hacer. Por eso para mí era importante que fueran dos mujeres las que vivieran esta situación, también porque entiendo que estos personajes tienen muchas cosas de mí y sentía que la relación madre-hija la podía entender mejor que una relación madre-hijo.


"No pensé en el espectador ni en el lector, porque nunca creí que el texto fuera a salir de mi ordenador"

Hay otro tema importante en la obra y es la violencia que se genera entre ellas. ¿Qué efecto querías causar en el espectador?
No pensé en el espectador ni en el lector, porque nunca creí que el texto fuera a salir de mi ordenador. Simplemente me dije que estos personajes no iban a tener filtro. Ahora lo veo con más distancia, pero cuando yo vivía con mi madre discutíamos sin filtro, no había delicadeza a la hora de decirnos las cosas. Hemos sido muy crudas siempre. También nos hemos callado mucho y hemos utilizado el silencio como arma.


El jurado destacó tu voz propia como autora y el uso del humor. ¿Te reconoces en esas apreciaciones?
Me cuesta verme una voz propia, porque escribo cosas muy diferentes. Entiendo que puedan decirlo por la manera en la que está escrito, esa forma caótica o de ir narrando a la vez que van sucediendo las escenas. Con el humor sí siento ese reconocimiento de manera natural. Como espectadora me gusta mucho la comedia, pero tiendo más al drama y a buscar, como en la vida, grietas por las que entre el humor para no hundirte en el drama. Esta situación es tan dramática que no quería regodearme en ella, sino buscar una salida, una vía de escape.

La recuperación de la memoria femenina


Laura Garmo es Camille Claudel

Uno de los estímulos creativos de Laura Garmo es el rescate del relato con nombre de mujer; la otra mitad de la historia. A ello dedica una parte importante de su trabajo.


¿Qué te motiva como autora?

Sobre todo, temáticas. Me hago una pregunta e intento, a través del teatro, buscar la respuesta, entender las cosas. En este caso fue: ¿cómo sería vivir siempre encerrada? A mí sí me sale de manera natural escribir teatro cuando busco respuestas. Cuando hay una pregunta y unos personajes que empiezo a ver, quiero descubrir cómo se relacionan y saber lo que dicen.


Tu trayectoria como creadora se caracteriza por recuperar la memoria de mujeres artistas apartadas del relato de la historia, desde Ángela de Acevedo en el Siglo de Oro a Camille Claudel, Luisa Carnés o, más recientemente, Las Grecas.

Me impactó muchísimo la historia de la escultora francesa Camille Claudel, una artista increíble pero relegada de la historia. Con Perra royendo hueso [2021] me apetecía, desde donde yo podía, darle un lugar y que la gente la conociera. Lo mismo con Las Grecas, siento que la gente joven que utiliza la expresión “como Las Grecas” no tiene ni idea de la historia que hay detrás de estas dos artistas y quería dignificar su trabajo. Con mi compañía Teatro a Bocajarro también nos dedicamos a buscar textos de mujeres del Siglo de Oro que no se hubieran representado y llegamos a El muerto disimulado, de Ángela de Acevedo, que presentamos en el Festival de Almagro en 2022. También hicimos El destino de una mujer [2023], una adaptación de El alcalde mayor de Lope de Vega, que habla de una mujer que se viste de hombre para estudiar en la Universidad de Salamanca y de los estereotipos asociados a las mujeres en el Siglo de Oro. Y ahora estamos preparando Antona García, de Tirso de Molina, una mujer guerrera que ayudó a los Reyes Católicos y que finalmente fue asesinada en una plaza de toros como una suerte de Juana de Arco a la española. Y del 27 de febrero al 9 de marzo de 2025 voy a dirigir en el Teatro Español Cumpleaños, un monólogo de Luisa Carnés que nunca se ha representado y que denuncia cómo las mujeres mueren dos veces: una cuando muere la belleza y otra cuando morimos físicamente.

LAS GRECAS


Esther Nehama y Luzzía Manuela en modo gypsy rock

Graduada en Dirección escénica y dramaturgia en la RESAD, Laura Garmo dedicó su trabajo final de carrera a investigar la vida y obra de Las Grecas. Un proyecto que ha visto la luz a finales de 2024 con el estreno de Como Las Grecas, un espectáculo que reivindica la vida y obra de Carmela y Tina cuando se cumplen 50 años de la publicación del primer disco del dúo: Gypsy Rock (1974). “Eran artistas increíbles. Crearon géneros como el flamenco fusión y el gypsy rock, pero se aprovecharon de ellas y de su talento un montón de hombres que las ningunearon, se atribuyeron sus éxitos y cobraron los derechos de sus canciones”, explica Garmo. “Quería abordar desde su primera prueba como cantantes para que las cogieran en un tablao flamenco hasta la muerte de Tina, pasando por todos sus hitos, el declive y la enfermedad”.


Para Como Las Grecas se empapó de todo el material que se publicó en los 70, 80 y 90 de las intérpretes de “Te estoy amando locamente” hasta escribir una obra que, en una hora y media, condensa momentos musicales, periodos clave de su vida y obra y hasta la aparición como personaje de su admirado Pablo Remón en un ejercicio de metaficción.

El aprendizaje nunca cesa


El muerto imaginado en la versión de Teatro A Bocajarro


¿Cómo ha impactado tu faceta de regidora y de ayudante de dirección en tus obras?

Me ha influenciado mucho. Como ayudante de dirección, al final he escuchado muchas veces los textos de Pablo Remón y Pablo Messiez y hay algo de ellos que ha influenciado mis textos. Por ejemplo, El tratamiento [2018] o Doña Rosita, anotada [2019] las he visto más de sesenta veces. Cómo no me van calar cuando son de un autor [Pablo Remón] que me encanta. Como regidora he aprendido muchísimo porque estás en una posición en la que no tienes que tener respuestas inmediatas. Cuando tú eres director o autor, tienes que saber contestar, aunque a veces no sepas por qué has escrito ciertas cosas. Como ayudante de dirección puedes tener una opinión, pero no tienes por qué darla o no te la van a pedir. Es un trabajo sostenido en el tiempo y con una misma, de pensar y preguntarse cosas hasta que, en el proceso y cuando ya ha pasado cierto tiempo, te llegan las respuestas.


¿Cuál es tu próximo proyecto como autora?

Estoy escribiendo un texto que tiene que ver con el éxito y el declive. Me interesa buscar referentes del fracaso, porque recibimos todo el rato referencias de personas de éxito, pero nadie nos dice nada sobre cómo abordar un fracaso. Quiero partir de ahí para escribir una historia divertida y en tono de comedia.


Firma invitada

​​​​​​​Pablo Giraldo (Avilés, 1985) es periodista cultural, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y La Sapienza de Roma. Es colaborador habitual de la revista Vanity Fair y ha escrito para medios como Shangay, JotDown, RBA, S Moda o El Español, entre otros. También ha trabajado para festivales de artes escénicas como Madrid en Danza y Festival de Otoño y ha sido director de comunicación del Teatro Kamikaze. 


Si quieres más, mira su página sobre Lucía Carballal en nuestro número 13

Fotografías

Marta Martí (apertura)

Laura Ortega (Teatro A Bocajarro)

Kike Martos (Camille Claudel)

Carlos Pascual (Las Grecas)


Enlaces

Laura Garmo

Teatro A Bocajarro

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

PREMIS BUTACA DE TEATRE

La Fundación SGAE, a través del Consejo Territorial de SGAE en Cataluña, ha colaborado en los XXX Premis Butaca de Teatre de Catalunya. En esta edición, el Butaca Fundació SGAE al mejor texto fue para Victoria Szpunberg por L’imperatiu categòric, mientras que el galardón a la mejor composición musical recayó en Mateu Peramiquel por Alan, el musical. Y el Premi Butaca Fundació SGAE a la mejor coreografía fue para Núria Guiu e Ingri Fiksdal por su trabajo en Supermedium. Las hermanas Ariadna y Clara Peya, coreógrafa y bailarina la primera, y compositora y pianista la segunda, fueron las encargadas de entregar los galardones.


Si quieres conocer más detalles y la lista de premios, haz clic aquí