CON PROFUNDIDAD Y ALEVOSÍA

CARLA SIMÓN

La ganadora del Oso de Oro en la Berlinale 2022 augura “un año importante para el cine español”

POR BEATRIZ MARTÍNEZ

Carla Simón (Barcelona, 1986) ha hecho historia con su segunda película. Rodada en catalán y con actores no profesionales, Alcarràs ha recogido el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín. O sea, uno de los premios más importantes y prestigiosos del mundo en este arte. Desde el triunfo de Mario Camus con La colmena, en 1983, ninguna producción española había sido capaz de vencer en la Berlinale. Ahora, el teléfono de Carla arde y ella se prepara para el estreno comercial de su obra, el 29 de abril.


Verano 1993 (2017), su primer largometraje, nos había descubierto ya a una cineasta meticulosa y de una enorme sensibilidad al acercarse a temas vinculados con su propia identidad desde una perspectiva muy íntima. Aquel filme, que Simón desarrolló en el Laboratorio de Escritura de Guion Cinematográfico de la Fundación SGAE, fue reconocido con el premio a la mejor ópera prima en la Berlinale, la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, el Goya a la mejor dirección novel y el Premio Dunia Ayaso de la Fundación SGAE.


Desde su experiencia personal, el cine de Carla explora temas como el sentimiento de orfandad tras la pérdida de sus progenitores, las relaciones familiares, la tierra o la herencia. Su mirada limpia y generosa, profundamente humana, la ha convertido en una de las directoras más importantes de una nueva generación de mujeres que están tomando el relevo en nuestra cinematografía.

Vamos a conocer mejor a Carla Simón, cineasta de presente y futuro.

¿De dónde viene tu interés por el cine?

Yo me crie en una casa en la que apenas veíamos la tele. De pequeña, lo máximo que nos ponía mi padre era a Buster Keaton y las películas de Disney. Así que no había visto demasiado hasta que llegué a Bachillerato y cursé una asignatura de Imagen. La profesora, con la que sigo en contacto, nos puso Código desconocido [2000], de Michael Haneke. Y me acordaré toda mi vida, porque estuvimos haciendo un debate posterior y ahí me di cuenta de que yo había visto una película, pero había muchas más cosas detrás de las que ni siquiera me había percatado. Fue un momento crucial que me marcó: pensar en el poder que tiene el cine y cómo, a través de una historia, puedes hablar de cosas muy profundas. Yo tenía 16 años, quería estudiar Periodismo y me lo replanteé.

¿Qué te llamó la atención de Código desconocido

Tiene un elemento que yo he integrado en mi cine, que es el aspecto coral. Tiene una construcción repleta de capas, con un montón de personajes que ocupan su espacio en la historia. Eso me llevó a hacer un trabajo sobre la coralidad en la universidad, y parte de mi interés por integrar muchos personajes en mis películas viene de ahí.

Entonces decidiste especializarte en cine. ¿Cuáles fueron los pasos?

Miré en la ESCAC, pero no veía cómo podría permitirme económicamente una escuela de cine. Así que decidí hacer Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona, porque me sentía muy próxima a ella a nivel político. Es cierto que se trata de una carrera muy amplia, así que disfrutaba especialmente de las asignaturas de cine, que daba Esteve Riambau, que ahora es el director de la Filmoteca de Cataluña. Sobre todo, aprendí de cine viendo cine. En el campus había una plaza donde se proyectaban películas muy bien programadas; había preestrenos, propuestas muy interesantes y durante esa época veía cinco o seis películas a la semana. Pero me di cuenta de que necesitaba más formación específica, así que pedí un intercambio de movilidad y fui a la Universidad de California, a Santa Bárbara, y aprendí mucho sobre guion. Allí es donde rodé mi primer cortometraje [Lovers, 2009]. Cuando regresé hice un máster de televisión para adentrarme en la ficción y pedí una beca de La Caixa para estudiar en la London Film School.

En algún momento de tu formación, alguien te dijo: “Habla de lo que realmente conoces”. ¿Cómo te marcó eso? 

Me marcó muchísimo. Fue en Londres. Mi tutor personal y profesor era el director Les Blair, que pertenecía a la generación de Mike Leigh. Asesoraba muy bien y él fue quien me lo dijo. En realidad, era la filosofía de la escuela en general, en la que se creaban sinergias muy interesantes porque éramos treinta alumnos de todas las partes del mundo. Y de repente, en medio de toda esa multiculturalidad, pones en valor tu bagaje, tu background, de dónde vienes.

¿Fue entonces cuando te diste cuenta de los temas de los que te interesaba hablar? 

Yo les doy muchas vueltas a las cosas. Para contar una historia necesito muchas razones; entre otras cosas, porque sabes que vas a convivir mucho tiempo con ella, y para mí es importante que el cine y la vida vayan un poco de la mano. Tiene que ser algo que te importe, que te interpele, algo que quieras investigar, que a nivel personal te pueda aportar y puedas aprender. Y, sobre todo, que te apetezca mucho explorar. El tema de la familia siempre estuvo ahí desde el principio. En Verano 1993, también los niños y la muerte. Y, en Alcarràs, el mundo rural, el oficio. En realidad, todo es una excusa para hablar de asuntos que te interesan en la vida.

El VIH también está presente en tus trabajos.

En Londres había ejercicios específicos cada trimestre y, cuando tocó hacer un documental, quise investigar más sobre el VIH. En concreto, sobre jóvenes que habían nacido con él. Yo nací con anticuerpos, pero luego se fueron y no los heredé, así que quería saber qué se sentía. Me resultó muy difícil acceder a jóvenes con VIH, y me di cuenta de que, para tratar ciertos temas, se necesita mucha honestidad y humanidad. Yo les conté mi experiencia y de esa forma se abrieron. Aprendí mucho con ese trabajo. La mayoría no querían salir en el documental [Born positive, 2012], porque continúa siendo un estigma, así que utilizamos actores y sus voces reales.

“El Laboratorio de Guion Cinematográfico de la Fundación SGAE fue otro paso fundamental en mi carrera”

De regreso en España, ¿cómo fue la experiencia en el Laboratorio de Escritura de Guion Cinematográfico de la Fundación SGAE? 

Otro paso fundamental en mi carrera. Yo no conocía a nadie y mi mentor fue Alberto Rodríguez, con el que conecté a la perfección y que me ayudó en los prolegómenos de Verano 1993. Ese año también estaban allí Mar Coll y Valentina Viso, que estaban desarrollando Matar al padre [2018], que se convertiría en una serie. Y yo estaba muy nerviosa por conocerlas porque para mí habían sido un gran referente. Cuando se estrenó Tres días con la familia [Mar Coll, 2009] pensé, se puede hacer cine siendo mujer, joven, en catalán y sobre temas que me interesan.

Mar Coll constituyó una avanzadilla de la actual generación de directoras, ¿no?

Sin duda; yo la reivindico todo el rato. Creo que abrió un camino y que ha sido una inspiración para toda nuestra generación

¿Cuándo conociste a María Zamora, tu actual productora? 

Fue a través de CIMA, en su programa de mentoring. Yo había conocido a Valérie Delpierre y colaboramos en mi corto de graduación [Las pequeñas cosas, 2014]. Luego empezamos a desarrollar Verano 1993. Nos presentamos a la convocatoria de CIMA y ahí es cuando entró en la ecuación María Zamora.

Qué importantes todas las sinergias que se crean entre las mujeres. Parece como si se hubiese creado una cadena muy bonita.

Yo no sé cómo era antes, pero mis mejores amigas son mujeres cineastas y, como en Barcelona somos muchas, nos vemos y compartimos procesos creativos. Cuando te embarcas en un proyecto a veces te sientes un poco sola, es un camino muy largo en el que tienes que tomar muchas decisiones e intercambiar ideas es algo muy enriquecedor. Aquí hemos encontrado una red entre Meritxell Colell, Celia Rico, Clara Roquet, Nely Reguera, Belén Funes… Y nos asesoramos entre nosotras.

Hablemos de Alcarràs, tu nueva película. Hacía mucho tiempo que el cine español parecía relegado en los festivales internacionales y ganar el Oso de Oro ha sido muy importante. ¿Cómo te sientes con eso?

Yo creo que este va a ser un año muy importante para el cine español. No es casual que la película de Isaki Lacuesta, Un año, una noche [2022], estuviera en la competición oficial de la Berlinale. Y creo que comparte algo con Alcarràs: las dos son coproducciones y por eso tienen un presupuesto más elevado de lo que solemos manejar en el cine independiente. Es algo que nos debe hacer reflexionar. Porque, cuando se invierte un poco más, nos acercamos más a hacer las películas que tenemos en la cabeza, y también a ser más competitivos en todos los sentidos. Cuando se invierte, las películas crecen y van más lejos. Espero que este premio sirva para que nos demos cuenta de lo importante que es para nuestra cultura.

¿Qué sentiste cuando te entregó el premio M. Night Shyamalan, presidente del jurado en Berlín? 

Hizo un análisis de la película que nos dejó muy impresionados. Valoró mucho todo el trabajo que había detrás; habló de forma muy precisa de la construcción coral, de los actores, de muchos detalles. Es lo bonito del cine: no importa que hagamos cosas diferentes, sino saber valorarlas y entenderlas.

Alcarràs se estrena el 29 de abril. Para quienes todavía no hemos podido verla, ¿cómo la definirías?

Es la historia de una familia muy grande que lleva cuidando la tierra desde hace muchas generaciones. El antiguo dueño ha muerto y su hijo quiere poner placas solares y quitar todos los melocotoneros que se encargaban de cultivar. Así que se trata de su última cosecha y de cómo cada uno de ellos lidia con esa crisis, con su identidad, que en este caso es ese espacio que los mantenía unidos.

Firma invitada

Beatriz Martínez (Dènia, 1978) es responsable de cultura de El Periódico de Cataluña en Madrid, donde se encarga específicamente del cine español. También es crítica de cine en Fotogramas y en CulturPlaza. Anteriormente ha sido redactora jefa de Cahiers du Cinéma España, miembro del consejo de redacción de Caimán Cuadernos de Cine y colaboradora en Tentaciones de El País, Vanity Fair, GQ, El Mundo o Esquire. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante, completó sus estudios con un máster en edición literaria en la Universidad Complutense de Madrid.

Fotografía

David Ruano (principal)

Lluís Tudela (rodaje Alcarràs)

Enlaces

Carla Simón

Alcarrás

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LABORATORIO DE ESCRITURA DE GUION CINEMATOGRÁFICO DE LA FUNDACIÓN SGAE

Cada año desde hace una década, la Fundación SGAE convoca su Laboratorio de Escritura de Guion Cinematográfico. Los autores y autoras seleccionados (como Carla Simón en 2015) trabajan en sus proyectos de guion de largometraje con la tutela y consejos de un/a profesional de reconocido prestigio en la escritura de películas.


Durante seis meses, las seis personas escogidas maduran sus obras en un entorno de creatividad y experiencia hasta darles la forma óptima. Han sido tutores del laboratorio cineastas como Agustí Villaronga, Gracia Querejeta, Isabel Coixet, Manuel Gutiérrez Aragón, Inés París o Montxo Armendáriz.


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