TALENTOS

TOMÁS J. OCAÑA

El malagueño, Premio 'Jóvenes Compositores' Fundación SGAE-CNDM 2021, deconstruye a los clásicos y escucha Vetusta Morla

POR JAVIER ROJAS

Tomás Jesús Ocaña González (Málaga, 1999) es compositor, aspirante a director y clarinetista multipremiado, pero su potencial es enorme. Con solo 22 años y apegado a grandes referentes de la música clásica, amasa y transforma todo lo aprendido, se encariña de alguna melodía y, no se sabe cómo, va y crea algo nuevo. Es el más reciente Premio 'Jóvenes Compositores' de Fundación SGAE-CNDM por su pieza para ensemble “Y sin embargo, es necesario”. Dice él: “En una semana la tenía escrita, pero me llevé tres meses pensando en ella. Las cosas mejor pensadas son las que acaban llegando más lejos”.

Se aficionó a la música a los cinco años y su alta capacidad en este campo lo tiene ahora en Frankfurt (Alemania), en la Hochschule für Musik und Darstellende Kunst (o sea, la Universidad de Música y Artes Interpretativas). Allí hace 4º curso del Grado Superior de Composición en el programa Erasmus, tomando nota de cómo cocinan su música los maestros germanos. “Siempre intento poner límites en mi manera de hacer música”, confiesa, “pero es imposible ser hermético y acaban entrando nuevas ideas, muchas historias. Lo más difícil siempre es el proceso de eliminar lo accesorio”. Como ejemplo, para la obra ganadora del premio de la Fundación SGAE se basó en un aria del verismo italiano, pero al final la enriqueció con influjos de ese folk brasileño que, gracias a su tío Fernando Wilhelmi (docente, instrumentista y compositor), se cruzó en su camino.

Ocaña piensa que “es mejor que las musas te pillen trabajando, como decía Picasso” y, en su caso, a veces llegan cuando está dando un paseo o esperando el autobús: “He llegado a grabarme con el móvil para no perder una idea”. Como apuntaba uno de sus profesores, hay melodías denominadas persecutorias: “Las escuchas una vez y, mientras te quedas o no con lo que te interesa, te persiguen toda la vida. Estoy seguro de que algunas me rondarán cuando llegue a los 70”.

Para Tomás, la mayoría de las veces, unas músicas nacen de otras. “Me pasó en la composición que hice para el concurso de la Fundación SGAE: vas recogiendo citas musicales preexistentes, vas armando un collage, para luego llegar a temas irreconocibles”. La línea que sigue ahora va más “en el estilo romántico, de compositores más clásicos, pero un poco deformado”, y aclara que lo que hace es “deconstruir a mi modo para llegar a algo nuevo, que no sea redundante”.

Tomás tiene 22 años, hemos dicho. A largo plazo, le gustaría “componer todo lo que pueda, pero también tocar mucho, en orquestas y otras formaciones, para conocer el mayor número de instrumentos”. Con el tiempo quiere dedicarse más “a la batuta, a dirigir”, pero sin dejar lo otro. O sea, “vivir de la música desde las tres facetas, como hace el compositor, clarinetista y director de orquesta alemán Jörg Widmann”.

Pero, si le das a elegir, el andaluz se siente más atrapado por la labor creativa. “¡Se me pasan las horas, mi mente está tan concentrada cuando compongo…! Es lo único en la vida que hace que me olvide de todo”.

Fotografía

Ana Guarino Fotografía (principal)

Carmen López (columna)

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