AHORA MISMO

MARÍA VELASCO

Tatuajes, feminismo, ecologismo y violencia emocional. La ganadora del Premio Max a la Mejor Autoría nos empuja al pensamiento crítico

POR JUAN VINUESA

Para una autora teatral, ser difícil de clasificar puede ser una virtud y María Velasco (Burgos, 1984) lo sabe. “Es algo que descubrí con un guitarrista flamenco payo al que conocí”, explica. “Me dijo que se sentía payo entre los gitanos y agitanado entre los payos y que ese era un lugar fértil para la creación”.


Todos tenemos raíces, pero algunos miramos a las estrellas. Esta frase es la columna vertebral sobre la que se sostiene Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, la última obra de esta personalísima dramaturga, estrenada en 2020. Con ella, María Velasco ha triunfado en la categoría Mejor Autoría en los Premios Max 2022, pero también se hizo con el Premio Internacional del Heidelberg Stückemarkt.


Doctora en Comunicación Audiovisual, responsable de una docena de obras publicadas y distinguida en varios certámenes, Velasco destaca especialmente por sus textos cargados de oscura poesía. Sin embargo, en su dramaturgia también se lee una marcada esperanza. “Para alguien ateo como yo, el arte es lo único que te queda”, apunta justo antes de arrancar esta entrevista. Por eso, cuando a una de las protagonistas de Talaré a los hombres… le da por soltar que “la sociedad es una madame muy poderosa con más esquinas que oportunidades”, podemos entender que en el fondo de sus palabras hay una luz que nunca se apaga.

María Velasco recogiendo su manzana en los XXV Premios Max (Menorca, 2022)

El boom de la autoficción, ¿existe realmente?

A mí me desagrada cualquier tipo de etiqueta. Creo que los creadores se rebelan ante ciertas marcas que son más útiles para la crítica, para la teoría o para la empresa cultural. Yo no puedo ponerme una restricción a la hora de escribir.


A veces se leen cosas como “thriller rural de época”. ¿Nos estamos pasando con las etiquetas?

Lo que yo busco es que, entre líneas, exista una verdad. El género en el que pueda darse esa verdad poco importa y dependerá de quien lo lea. Lo relevante es, como me dijeron en el homenaje que me hicieron en Heidelberg, que haya cierta transparencia, desprotección y radicalidad.


En tu teatro hay algo muy emotivo e íntimo. Pero, a la vez, cierto distanciamiento. ¿Cómo conviven ambos asuntos?

Intento tener muy presente la frase “lo personal es político”. Cuando comencé a leer a poetas de los sesenta y setenta a las que denominaban confesionales, me resultó llamativo descubrir que las revelaciones que ellas hacían sobre su intimidad al final resultaban ser siempre políticas. Intento proponer una lectura social a través de mis experiencias.


Hay público que piensa que lo que opinan los personajes es lo que opinan los autores.

La especulación es inevitable. A mí me han preguntado si tengo VIH, por ejemplo. Cuando escribimos obras, las escribimos para el futuro. ¿Qué importo yo? Lo que intento aportar con Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra respecto a la prostitución es un detallismo que va mucho más allá del prejuicio.

La plástica escénica de Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra

Cuando vienes del teatro independiente, ¿estás más preparada para el fracaso?

En mi trabajo, y también en mis clases, intento utilizar el concepto de fracaso como algo empoderador. El teatro es un arte minoritario que no mueve grandes cifras o, al menos, no las de otras empresas culturales. Eso nos da la opción de utilizar nuestra libertad de expresión al límite. Siento que hay muchas grandes obras que han surgido de la desesperación. Creo que un artista no debería perder nunca la sensación de emergencia, la de que lo conquistado es frágil. Hay una frase que me marcó mucho. Es de un ensayo sobre desobediencia civil de Thoreau que afirma que la meta para un hombre que se hace rico es saber llevar la misma vida que afrontaba cuando era pobre.


La estética de tu teatro tiene algo muy oscuro, violento y tormentoso. Sin embargo, en finales como el de Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra se evidencia algo de esperanza.

Mi teatro aborda aspectos desagradables, hace minería en lo sórdido. Sin embargo, intento reivindicar la ternura y la utopía. A punto de dejar este mundo, Koltès dice a través de Roberto Zucco: “Todos tenemos que morir y por eso los pájaros siguen cantando”. Sarah Kane escribe una carta de suicidio con 4.48 psicosis que es una incitación a una vida auténtica.


Con tanta poesía, ¿tienes miedo de que el público no entienda de qué va la obra?

Mi hermana me dijo una vez que no había entendido mi obra. Ella es senderista y le pedí que se sentara frente a la pieza como lo haría ante un paisaje. Me dolería mucho que me dijese que mi obra le inspira laconismo o astenia, pero no que me reconozca que no la entiende.


De todos los elementos de un hecho escénico, el texto es el que más permanece. ¿En algún momento te has arrepentido de tu pasado como autora y las huellas que has ido dejando?

A veces miras un tatuaje que te hizo alguien que empezaba y te das cuenta de que no tiene ni una línea definida, ni un sombreado. Es algo cutre y, sin embargo, es una especie de cicatriz. Con los textos ocurre igual: están ahí para recordarte quién eras.

FEMINISMO PUNK, VAMPIROS INDIES Y ELECTRÓNICA TRANSGÉNERO: LAS INFLUENCIAS DE MARÍA VELASCO

“Cuando me pierdo con el hilván de las palabras, releo Matar a Platón [2004], de Chantal Maillard; o La belleza del marido [2001], de Anne Carson. Me gustan los poemarios que tienen algo de ensayo, y de filosofía. Soy de cine lento, el de Robert Bresson, Béla Tarr o Lucrecia Martel. También me gusta el cine de autor y de vampiros. Por ejemplo: Una chica vuelve a casa sola de noche (Ana Lily Amirpour, 2014), Solo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch, 2013) o La adicción (Abel Ferrara, 1995). En mi estantería está David Foster Wallace (Entrevistas breves con hombres repulsivos, 1999) junto al libro de las Pussy Riot. Y hoy devoro la narrativa de escritoras vivas sudamericanas como Mariana Enríquez, Legna María Rodríguez o Camila Sosa. En cuanto a la música: ¿Chavela Vargas? ¿Extremoduro? ¿Arca? Adoro la danza porque mi cuerpo siempre ha sido el pariente pobre”.

Tráiler de Una chica vuelve a casa sola de noche

Firma invitada

Juan Vinuesa (Granada, 1983) es periodista, dramaturgo, director, actor y profesor de interpretación, miembro fundador de la compañía Club Caníbal. En el ámbito periodístico ha colaborado en publicaciones como Godot, Leer, Revista Actores, Granada Hoy o Infolibre. De 2012 a 2015, en Canal Sur Radio, fue responsable de teatro en La calle de en medio (Premio Unión de Actores e Intérpretes de Andalucía 2015).


Como actor ha trabajado en más de veinte producciones teatrales. Ganó el Premio Unión de Actores a Mejor Actor de Reparto 2019, fue finalista a Mejor Actor Secundario en los Premios Max 2016 y ganó el Premio HEBE 2019 de Granada en la categoría de Artes Escénicas.

Fotografías

María Velasco (principal) por Ilde Sandrin

María Velasco (Premios Max) por Alfredo Esteban

Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra por Mara Alonso

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‘ESCOITAMOS TEATRO’, CONVOCATORIA DE TEXTOS

Con el propósito de fomentar la creación de nuevos textos teatrales en lengua gallega, impulsar el radioteatro y apoyar a sus autores y autoras, la Fundación SGAE y el Consejo Territorial de la SGAE en Galicia convocan ‘Escoitamos teatro’, certamen de textos dramáticos breves para radio y podcast. Los originales seleccionados recibirán un premio en metálico y serán difundidos por la Fundación SGAE y la Radio Galega.


Si te interesa, corre y apúntate aquí.