PONTE EN MI LUGAR

SUPERVISORES MUSICALES

¿Quién decide qué suena en tu serie favorita? Descubre la profesión con la que sueñan melómanos de medio mundo

POR TALI CARRETO

La secuencia del baile de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) probablemente sea la más recordada de la película. También es la favorita de su director. Y seguramente, cada vez que hayas escuchado el clásico “You never can tell”, de Chuck Berry, tu mente te habrá devuelto la escena de Uma Thurman y John Travolta bailando a ritmo de twist. No hay duda, tendríamos que premiar a la persona responsable de incluir aquella canción en uno de los momentos más icónicos de la historia del cine.


A finales del pasado mes de abril, el encuentro Suntracks acogió en Sevilla a una decena de supervisores musicales (music supervisors, en la jerga internacional) llegados de medio mundo. Este evento, que celebró su primera edición con la colaboración de Fundación SGAE, fue una experiencia pionera en España. Su objetivo: mostrar, recomendar y enseñar el pasado, el presente y el futuro inmediato de la música española a aquellos y aquellas que luego llenan de canciones las bandas sonoras de taquillazos internacionales, fenómenos del cine indie, hitazos de Netflix o HBO Max o aquel spot que arrasa en una campaña a nivel global. En definitiva, los culpables de haber puesto de nuevo de moda a Kate Bush entre millones de adolescentes enganchados a Stranger things, de que los Arctic Monkeys no desentonen en la Birmingham de principios del siglo XX que retrata Peaky Blinders o que medio mundo haya tarareado un himno partisano como Bella ciao gracias a su inclusión en la banda sonora de la serie La casa de papel.


Pero, ¿qué es exactamente un supervisor musical? Principalmente, un profesional cualificado que gestiona aspectos relacionados con la música del cine, la televisión, la publicidad, los videojuegos o cualquier otra plataforma de medios visuales que puedas imaginar. En pocas palabras, alguien con una experiencia musical casi enciclopédica y un conocimiento amplio en negociación y concesión de licencias musicales. Hablamos pues de un Rey Mago o de una Reina de Corazones con habilidad para saber qué tiene que sonar en el momento adecuado.

Familia de supervisores musicales en la primera edición de Suntracks

Como evento pionero, Suntracks contó con una familia de music supervisors cuyos nombres nos conectan directamente con algunos de los títulos más interesantes del actual panorama audiovisual. Léase, Pia Hoffmann (responsable de las canciones incluidas en dos títulos del controvertido Fatih Akin: Soul Kitchen y El monstruo de St. Pauli); Mikkel Maltha (supervisor musical de Otra ronda, de Thomas Vinterberg, o Melancolía, de Lars von Trier); Michael Hill (el hombre que sincronizó las canciones de la fantástica Lady Bird, de Greta Gerwig, o de la mini serie de Clyde Phillips, Dexter: New blood); Mike Turner (ojo con su trabajo en Lo que esconde Silver Lake, del genial David Robert Mitchell, o en el biopic Mapplethorpe, de Ondi Timoner) y dos voces que acompañan a este artículo con una entrevista grabada para la ocasión: Herminio Gutiérrez y Alex Menck, expertos en sincronización musical y nombres de referencia para acercarnos a la profesión de moda.

“Estás constantemente en contacto con mentes creativas, pero también con otras mentes más objetivas que trabajan con finanzas, con temas legales…” (Alex Menck)

Que el teaser del estreno a nivel mundial de Hernán (2019), la ambiciosa serie de Amazon Prime Video, se moviera al ritmo de una canción original del sevillano Pájaro y los chilenos La BIG Rabia es solo uno de los últimos logros de Herminio Gutiérrez, reputado music supervisor en la industria audiovisual latinoamericana. No en vano, ha dejado su impronta en producciones como la mexicana No se aceptan devoluciones (Eugenio Derbez, 2013) o la guatemalteca La llorona (Jayro Bustamante, 2019). “Siempre he pensado que el mejor atributo que pueda tener un supervisor musical es pensar en la historia”, reconoce Gutiérrez. “No se trata de centrarse en las cosas que a uno le gustan, sino en aquellos compositores o canciones que harán que la historia sea más sólida y más fuerte. Tienes que pensar que hay un público al otro lado que va a conectar y se va a enamorar de esa banda sonora”.


Claro que esa conexión con la historia no lo es todo. “Un music supervisor debe ser muy organizado y debe amar mucho la música. Pero también debe tener mucha paciencia”, nos advierte el norteamericano Alex Menck, vinculado a infinidad de proyectos para productoras y plataformas como Disney, Lionsgate, Warner Bros, Sony Pictures, MTV, HBO y Showtime, amén de spots para Nike, Coca-Cola, McDonald’s, Mercedez-Benz y Microsoft, entre otras marcas con pedigrí. “Es un trabajo bastante complejo, con muchos detalles y muchas facetas. Estás constantemente en contacto con mentes creativas, pero también con otras mentes más objetivas que trabajan con finanzas, con temas legales, gente del business affaire. Tienes que tener tanto el lado izquierdo como el lado derecho de tu cerebro bastante desarrollados”, sentencia Menck.

CLAVES PARA UNA BUENA SINCRONIZACIÓN

La sincronización musical consiste en utilizar una obra musical sin modificarla para incluirla en otras obras audiovisuales (por ejemplo, una serie, una película, un spot comercial o cualquier tipo de producción multimedia). Pero, ¿qué hace que una canción sea digna de sincronización? ¿Se demanda más un tipo de música que otra? Aquí, Alex Menck y Herminio Gutiérrez, reconocidos music supervisors, nos dan las claves de uno de los trabajos más envidiados por los amantes de la música grabada.

Pero no olvidemos destacar la clara dualidad que se da en esta profesión: la vertiente creativa y el conocimiento legal han de estar equilibrados. Porque no basta con encontrar la canción adecuada, debes poder usarla. El music supervisor no solo investiga quiénes son los titulares de derechos, ya sean los propios autores, la editorial que corresponda o el sello discográfico que atesore el máster. También debe negociar su uso con cada parte, además de registrar al mínimo detalle la documentación de la obra, aquello que en la industria se conoce como cue sheet, que es una especie de Biblia sobre la canción y que delimita cada uso concreto en el producto audiovisual en el que se integra cada composición.


Como bien describía el periodista Jon Healey en Los Angeles Times, “son una especie de detectives, porque tienen que localizar a los compositores, normalmente representados por editores musicales, y a los creadores (o sus sellos discográficos) que poseen los derechos de autor de las canciones que su proyecto quiere utilizar. Las canciones más antiguas pueden pertenecer a los titulares de los derechos que han desaparecido de la red. Las pistas más nuevas pueden incluir muestras o fragmentos de grabaciones anteriores, y cada fragmento tiene que ser autorizado también”.


La mismísima Jen Malone, dos veces nominada al Emmy y aupada al éxito por su aplaudida labor en las bandas sonoras de Euphoria (Sam Levinson) o Atlanta (Donald Glover), reconocía en una entrevista para Vogue haber incluido tareas de lo más insólitas en su agenda: “Cuando el escritor ya ha fallecido, no puedes dar con los herederos de los derechos con una búsqueda rápida en Google. Aunque suene morboso, recurrimos con frecuencia a los obituarios. Atendiendo al periódico local en el que están, busco a los familiares y hago llamadas telefónicas bastante inusuales. Estoy convencida de que podría tener una segunda carrera como investigadora privada”.

¿CUÁNTO VALE UNA CANCIÓN?

A estas dotes casi dignas de un personaje de cine negro, el supervisor musical debe añadir otra cualidad más, que es saber responder a la pregunta indispensable en toda sincronización: ¿Cuánto vale una canción? Aquí entran en juego varios factores: la popularidad de la misma, si se usará en segundo plano o de una manera destacada, el tiempo de duración de la licencia y los territorios que cubrirá, el tipo de medio o ventana donde se ubicará (televisión, cine, publicidad) y el presupuesto total de la producción que la solicita.


Melómano empedernido, enciclopedista musical, detective a tiempo parcial, don de gentes, hábil negociador y tasador con lupa. ¿Algo más que añadir si quieres dedicarte en cuerpo y alma a ser un music supervisor con éxito? Sí, George Drakoulias, legendario productor y cotizado supervisor de títulos como Joker (Todd Phillips, 2019), Zodiac (David Fincher, 2007) o Zoolander (Ben Stiller, 2001) tiene un último y sabio consejo: “Nunca prometas que puedes conseguir una canción de los Beatles”.

Firma invitada

Implicado en el ámbito cultural más independiente de la escena española, Tali Carreto (El Puerto de Santa María, 1974) es co-director de Alhambra Monkey Week, feria profesional sobre industria musical. Ha trabajado en la promoción y desarrollo de artistas como El Canijo de Jerez, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, Rocío Márquez & Bronquio o Rosario La Tremendita y es coorganizador de Suntracks, encuentro internacional de supervisores musicales. Además, combina tan apretada agenda con su faceta como DJ en salas o como colaborador ocasional en medios de comunicación como NUEBO, Ruta 66 o RNE. También cuenta con un récord de visionado de Tiburón (Steven Spielberg, 1975).

Ilustración

Miguel Sueiro/Basetis

Fotografía

Familia Suntracks por cortesía de La Mota

Vídeo

Abel Cabrerizo / Basetis (edición)

Enlaces

Herminio Gutiérrez

Alex Menck

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MONKEY WEEK 2022

La feria industrial Alhambra Monkey Week , que cuenta con la colaboración de Fundación SGAE, es un punto de encuentro anual para artistas, público y profesionales de la escena musical independiente de España (principalmente), Latinoamérica y Europa. Su objetivo es generar un espacio de descubrimiento y manifestación de tendencias musicales. Su propuesta combina un alto número de conciertos a modo de muestrario con jornadas profesionales. Su nueva edición se celebrará en Sevilla del 24 al 26 de noviembre con la presencia ya anunciada de Rocío Márquez y Bronquio; Perrate; Kora; Cristian de Moret; Dani Llamas; Morreo y más.


Dani Llamas durante la presentación de Monkey Week 2022 (Foto: Lolo Vasco)