

Raúl de Lara (Murcia, 1980) es una eminencia profesional. Así lo reconoce la mayor parte de la industria musical del Levante español, pero ahora ya trasciende al resto del territorio nacional. Desde hace cinco años dirige su estudio de grabación (Arde el Arte) y desde hace ya una década está inmerso en su proyecto más personal: Live Branding! Con esta marca, que nació con la gira Copacabana de Izal, De Lara se ha especializado en un oficio no del todo conocido por el gran público: la producción de directo.
Sabemos que hay personas que producen discos, que desde su criterio encauzan y sacan el mejor partido de un repertorio en el estudio de grabación. Pero esto también sucede, a veces, cuando llevamos todo eso a un concierto. Raúl de Lara es o ha sido artífice de giras de Izal, Arde Bogotá, Besmaya, Leo Rizzi, Iñigo Quintero, Ginebras o Alcalá Norte.
En su casa estudio de Murcia se expuso, durante una hora, a un interrogatorio coloquial pero directo y sin tapujos, pretendidamente explicativo y accesible para todos los públicos, no solo para el sector más técnico del asunto. “Mi máxima es no vender humo”, dice.
¿Cómo de importante es tener un buen directo?
Los que llegan arriba no son ni los mejores ni los peores, sino los que tienen un compromiso entre el amor por la música, la constancia y la dedicación al trabajo. Hay otros factores, difíciles de controlar, que están en manos de la industria. Hoy en día tener un buen directo es imprescindible, porque actualmente la música en vivo es el motor de este negocio. Se venden más tickets que discos.

Raúl de Lara durante una de sus sesiones en The Music Station
Con Live Branding! hacéis producción creativa, técnica y stage. ¿Cuáles son los pasos?
Lo primero es la producción creativa: estudiamos la identidad del artista para poder potenciar su show,detectar lo bueno que ya tiene y cuáles son las carencias para tratar de corregirlo y mejorarlo. La fase creativa es el grueso de todo ¿Qué va a ocurrir en el concierto? Es importante configurar un setlist lógico que emocione sin decaer. La mayoría del público se acuerda del principio y del final, pero no de la parte central. Yo intento dirigirlo no para quien ya es fan, sino para quien no conoce su música en directo. Personalmente, no suelo llegar a ver el final del bolo si me aburro a la mitad. Trato de que el concepto del solista o banda tenga una dinámica, de manera similar a cuando se va a ver una obra al teatro o una película al cine. Vamos, como cualquier concepción narrativa, todo ha de tener inicio, nudo y desenlace.
Luego viene la parte técnica, pues.
En la fase técnica se trata de hacer sonar a la banda lo mejor posible. Muchas veces los músicos piensan que los instrumentos conectados a sus respectivos amplificadores suenan correctamente, pero no suele ser así cuando se pasa por microfonía, por lo que debemos regularlo bien para que el sonido en vivo sea el adecuado. La banda siempre ha de sonar lo más acorde posible a su estilo y lo más fiel a lo que todos tengamos pensado. Como durante la fase anterior suele haber cambios o nuevos arreglos en las canciones, es bueno volver a pasar por estudio para trabajarlos detalladamente antes del espectáculo.
El stage es poner lo anterior en común, añadiéndole la puesta en escena. La gente viene a ver un concierto. Si hay luces visuales y escenografía, se ajustan también para que el conjunto sea adecuado.
Arde Bogotá han trabajado todos sus directos con Live Branding!
¿Trabajas con esquemas la producción de un directo?
Lo primero es determinar la idea de cada artista. Hay bandas que son hooligans y otras más musicales, hay quien requiere de una performance determinada y otros que no siguen las reglas establecidas. Por tanto, no hay una forma fija de hacerlo, pero sí que debiera haber una escaleta adecuada. Y es cierto que en algunos estilos funcionan casi siempre unos patrones y otros no.
¿Por qué haces este trabajo?
Porque veía grupos extranjeros haciendo espectáculos de la leche frente a lo correcto y notaba que aquí, en España, nos faltaba algo así. Al tipo de Rammstein no se le ocurre lanzar fuego en un momento aleatorio, para que se produzca ese disfrute del público deben planificarse ciertas dinámicas en determinados momentos. También es muy importante ver el punto en el que se encuentra el artista, no es lo mismo una banda que está arrancando o una banda que ya está arriba y se pueden permitir cosas diferentes. Si les intercambiásemos los proyectos, no funcionarían los resultados.
¿Qué ofrece Live Branding!, en resumen?
Desarrollar un concierto bien estructurado, adaptándonos al presupuesto y momento de las bandas o artistas, con todo el 360º que aporta el equipo que dirijo. Me parece una manera innovadora de hacer que la música en directo en este país tenga el resultado de las giras extranjeras.
“Me parece un flipe ver cómo los cuatro Arde Bogotá trabajan y cómo realmente hacen los deberes”
De las bandas con las que has trabajado en directo, ¿destacarías alguna?
El grupo con el que más he flipado es Arde Bogotá. Cuando empecé con ellos en su primera gira me di cuenta de que eran muy profesionales. Y luego hemos tenido la suerte de que lo han logrado, pero si no lo hubieran hecho diría lo mismo. Me parece un flipe ver cómo los cuatro trabajan y cómo realmente hacen los deberes, se lo curran muchísimo. Me emociona de verdad ver que, poco a poco, trabajando el directo, se han convertido en unos fieras. Han superado mis expectativas. Y el dúo Besmaya, que era uno de esos frutos postpandemia con muchas escuchas pero que no habían salido casi a tocar. Pensé que estaba en un momento histórico y también fue muy bien con ellos, porque igualmente se lo tomaron muy en serio. Eran muy jóvenes, con toda esa hiperactividad de la edad, y fue fantástico.
¿Algún artista te ha emocionado últimamente, por la razón que sea?
Me sucedió con el número uno mundial Íñigo Quintero. Como tú sabrás, tras estar tantos años escuchando y viendo música es complicado que te emocione algo. Pues bien, el año pasado iniciamos la apresurada gira de este joven coruñés en el Rock in Rio de Lisboa. No sé qué energía se formó allí, que de pronto estaba la gente llorando, y yo también. No sabía el porqué de esa emoción, como si fuera la primera vez que escuchara música. Con independencia de mis gustos, he de reconocer que su manera de escribir emociona y ha llegado ahí por ello.
PRODUCTOR POR VOCACIÓN

Raúl de Lara en The Music Station (Warner Music)
Raúl de Lara comenzó a trabajar en lo suyo en 2001, de manera autodidacta. Era músico. No tenía formación profesional en Imagen y Sonido y no había hecho una ingeniería universitaria. “Era una época en la que en internet no había información”, recuerda. “Cada pasito que daba costaba muchísimo, porque no tenía a nadie que me dijera, oye, esto va así o asao. Por eso soy más práctico que teórico”.
Raúl se veía como técnico de sonido, pero, “sin darme cuenta, me vi diciéndoles a los grupos que venían al estudio, ¿y si este ritmo lo hicierais de esta manera, y si esta guitarra sonase de esta otra? ¿Y si esta canción la acortamos un poco? Sin saber que cuál era la labor de un productor, ya lo estaba haciendo diariamente. En 2005, el grupo Second me llamó solo para grabarles en Protools, pero, claro, yo continué con mi dinámica, ¡vamos a hacer esto y lo otro! Uno de sus miembros me preguntó, ¿es que también eres productor? Desde ese día tengo esa etiqueta. Pero, cuando hago una producción, también estoy haciendo la ingeniería, porque pienso que ha de ir unido”.
¿Qué te distingue como productor?
No me gustan las reglas. Me gusta la imperfección, la asimetría, las cosas fuera de plano, experimentar y hacer locuras. Voy un poco a lo que me late en el momento. Desde luego que sí tengo una plantilla para hacérmelo todo más ágil, pero siempre la rompo, haciendo y metiendo cosas nuevas. Lo que sucede es que muchas veces el conocimiento musical que yo tengo de escuchar tandas fricadas no lo suele tener el artista con el que voy a trabajar. Por ello suelo hacer un compromiso para que ambos quedemos contentos. A veces no me realizo tanto como quisiera, especialmente con el indie, ya que no vengo de ahí, aunque me metieran a saco por lo que he hecho. Realmente no me encanta ese estilo, pese a que sí me gusten algunos grupos de esa escena. Me parece que en ese género se arriesga poco y luego pasa lo que pasa, suelen fracasar y te dicen, es que no conseguimos subir. Y uno les responde, claro, estás haciendo todo lo que los demás hacen, nada nuevo.
¿Es importante ser músico para hacer tu trabajo?
En este oficio hay mucha gente que no lo es y otros que sí tocamos varios instrumentos. Yo lo hago, no tanto por la producción, sino porque me nace así. Empecé con cinco años tocando el teclado, con once la guitarra, con dieciséis la batería y después el bajo. Por supuesto que eso me ha servido muchísimo para poder guiar a los músicos. En particular soy un friki que de los componentes de la batería o de los amplificadores para guitarra. Seguramente por ello sea más fácil llegar a un tipo de sonido para cada uno de los miembros de los grupos con los que trabajo.

De Lara trabajando en su estudio Arde el Arte
¿Quiénes han sido tus referentes?
Al comienzo del siglo XXI flipaba con un ingeniero de sonido que trabajaba muy bien llamado Eugenio Garcia. Yo basé mis principios en su forma de trabajar tan orgánica. Él tenía un estudio en Alhama. Ahí grabaron Ross, Schwarz, Second, Noise Box o Neuman en sus principios. Veinticinco años después me pongo aquellas grabaciones y aún me encantan. Pero, sin duda, mi referente internacional es Steve Albini. Cuando escuché el álbum Surfer Rosa [1988] de los Pixies, me voló la cabeza. Directamente, mi biblia está ahí.
Como oyente, ¿sigues atento a la nueva música que va saliendo?
Todos los años me hago una playlist titulada New magic, ya que para mí la música es magia. Se ve que el algoritmo de Meta me ha pillado el truco, porque me están saliendo una cantidad de grupos acojonantes sin prácticamente seguidores, pero con canciones buenísimas. De hecho, tras un año de sequía, llevo dos meses que no doy abasto. Además, vuelven los orgánicos años noventa, estoy contentísimo de que se vayan ya los ochenta a tomar por culo. Y me está quedando una lista fantástica.
“Los géneros musicales que más me cuestan o directamente rechazo son la bachata, la salsa y el reguetón, en la mayoría de sus exponentes”
Hablemos deArde el Arte, tu estudio de grabación.
Es mi templo, está hecho por y para mí, no es un servicio de alquiler. Aquí no vas a encontrar máquinas ni cosas estándar. Mi sala es totalmente incorrecta, pero es que a mí me gusta cómo suenan las voces y la batería en ese tipo de espacios. Mi control es totalmente muerto, con las escuchas donde yo quiero, todo puesto al milímetro como me gusta, con mis amplificadores aquí a la vista. Es un estudio donde yo me puedo realizar y quien venga va a obtener mi sonido, porque yo me encuentro en casa.
¿A qué suenan tus producciones?
En estudio suena a 3D. El sonido de Albini se definía por tener mucha habitación con mucha profundidad. A mí me gusta eso mismo y jugar con muchas capas. Alguna gente dice que mi sonido es limpio, pero es porque, si trabajo con capas, tengo que definir. Pienso que mi sonido es denso, intenso y emocionante.
¿Tienes alguna preferencia entre lo analógico y lo digital?
Hoy en día hay mucha tecnología, es una cuestión de gustos. Ahora mismo ya no cuenta ni el arco ni la flecha, sino la amazona. He visto a gente trabajar con equipos irrisorios sin salir de su habitación, aparentemente poco adecuada, haciendo grandísimas cosas. Y, en muchas más ocasiones, he visto estudios muy pro hacer auténticas basuras.
¿Hay algún estilo que no trabajes?
Todavía no he descubierto el bien de la música clásica. Los géneros musicales que más me cuestan o directamente rechazo son la bachata, la salsa y el reguetón, en la mayoría de sus exponentes. Debo de ser el hijo de Satán, pero siempre me ha puesto muy nervioso todo lo que tenga que ver con la fiesta. Directamente, no me gusta la música alegre.
Tema de los murcianos Noise Box producido por Raúl de Lara
De tus trabajos de producción con artistas de la Región de Murcia, ¿cuál te pellizca todavía?
Una de mis magníficas experiencias, entre las muchas que tengo, fue Locked up in a human body [2008], de Noise Box. Es un disco al que le tengo un cariño especial por cómo se resolvieron aquellas mezclas. De fuera de Murcia quiero destacar Pillage [2010], de los burgaleses The Three Generations. Es un disco salvaje que me pongo a menudo cuando a veces pienso que yo antes molaba y ya no.
¿Has aprendido de algún error a lo largo de estos años?
Como pienso que para trabajar tiene que haber un clima de confianza, al principio me quedaba un poco triste cuando las bandas se iban. Habíamos hecho aquí tal comunidad que me daba un poco de bajón. Y mi error fue creer que todos éramos colegas, cuando lo cierto es que únicamente había sido curro. Para entender eso estuve muchos años, hasta que comprendí que al final tiene que haber buena relación aquí, pero luego, cuando terminamos, cada uno en su casa y Dios en la de todos [ríe].
Firma invitada
Miguel Tébar A. (Murcia, 1973) es melómano y diletante, amante del cine, el cómic y la fotografía. Ejerce de crítico de música popular en Rockdelux, de locutor en Onda Cero (dirigiendo el programa musical No mires atrás desde hace doce temporadas) y de pinchadiscos conceptual como M. Lacroix.
Además es agitador y programador cultural, así como productor audiovisual y director artístico (su festival de cultura contemporánea Jewish Lorca celebrará este año la X edición). Se toma muy en serio deliberar como jurado y la gestión patrimonial.
Si quieres más de Miguel Tébar A., no te saltes nuestro reportaje de apertura en este número. También incluye una playlist murciana de su alias M. Lacroix. Pincha aquí y ve directamente
Fotografías
Raquel Solaz (apertura y trabajando en Arde el Arte)
Marta Mingorance (retratos en The Music Station)
Enlaces
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I PREMIO SGAE ‘MARI TRINI’ PARA JÓVENES CANTAUTORAS

Mari Trini en la portada de su clásico Escúchame (1971)
La Sociedad General de Autores y Editores convoca, a través de la Fundación SGAE, la primera edición de este concurso, que quiere estimular y reconocer la obra de las compositoras de este género. El I Premio SGAE Mari Trini, así llamado en homenaje a la añorada creadora murciana, está dirigido a mujeres menores de 35 años que desarrollen su carrera como cantautoras. Si deseas participar, debes presentar un tema inédito y original (no estrenado) hasta el 5 de septiembre de 2025.
Un jurado conformado por profesionales de la composición, expertos y expertas en canción de autor seleccionará cuatro obras finalistas que serán interpretadas en un concierto final el 25 de octubre de 2025 en el Centro Párraga de Murcia. El certamen repartirá 11.700 euros entre esas obras: 6.000 euros para el primer premio; 3.000 euros para el segundo premio; 1.500 euros para el tercer premio y 1.200 euros para el cuarto premio.