PORTADA

MARÍA GOIRICELAYA

La dramaturga vasca explora las grietas oscuras de nuestro pasado reciente en obras como ‘Nevenka’ y ‘Altsasu’

POR PABLO GIRALDO

El suyo es un teatro incómodo que nos habla del aquí y el ahora. María Goiricelaya (Bilbao, 1983) ha orientado su trabajo hacia un tipo de teatro que no elude el compromiso social. Ya sea con su compañía La Dramática Errante ­(que lidera junto a la actriz Ane Pikaza y con la que dirige el Festival de Teatro de Olite) o en proyectos paralelos, la autora y directora, ganadora del Premio Max 2023 a mejor adaptación por Yerma, ha desarrollado a lo largo de los años una suerte de “teatro de las heridas” que, sin adoptar una posición rencorosa ni compasiva, pone el foco en cicatrices que todavía escuecen al espectador. Goiricelaya explora las grietas oscuras de nuestro pasado reciente para ayudarnos a entender mejor el presente en el que vivimos.


Bajo el paraguas del teatro documento basado en hechos reales o a través de la ficción, en su trayectoria encontramos montajes que abordan cuestiones tan sensibles como el conflicto vasco (El patio de mi casa, 2020), la violencia contra las mujeres (Madre coraje, 2020), la presión de la maternidad (Yerma, 2021), los abusos sexuales (Festen, 2023), el acoso (Nevenka, 2023; finalista a los Premios Max 2024 a mejor autoría teatral y mejor dirección) y, sobre todo, las zonas de sombra que persisten en el sistema judicial de los estados democráticos (Altsasu en 2021o Filtro en 2024). Todas parecen lanzarnos la misma pregunta: ¿estamos a tiempo de cambiar las cosas?

María Goiricelaya, en el plano corto​​​​​​​

¿Cómo definirías tu estilo de teatro?

Se me viene a la cabeza lo social, la denuncia, la comunidad, qué tipo de historia puede sacudirnos y hacernos reflexionar. Pienso en un teatro que nos haga debatir, disentir y replantearnos cosas, que no ofrezca certezas, que lance preguntas y que ponga la mirada en temas conectados con nuestro presente y que están movilizando el mundo que nos rodea. Me gusta tratar los temas desde un lugar expositivo, nadie tiene el monopolio de la verdad y los relatos, a veces, son muy divergentes e incluso irreconciliables. Pero podemos compartir, reflexionar y debatir desde un lugar sano con una voluntad pacífica. Ese lugar expositivo es lo que me identifica y lo que define el trabajo de La Dramática Errante. Plantear un tema, darle una visión poliédrica y dejar que el público saque sus propias conclusiones.


Trabajando con hechos reales, se podría hablar de un teatro que lleva a escena el buen ejercicio del periodismo.

O el malo. Me gusta pensar que hay mucha contaminación a nivel periodístico y quizá también se trate de eso, de hacer un poco del malo para ver cómo cada medio lleva el relato a su terreno y observar qué capacidad tenemos de tomar distancia y sacar nuestra propia conclusión. Sí hay algo de periodismo en la investigación. Antes de empezar a escribir me gusta nutrirme de lo que está sucediendo, llevarlo un poco al extremo y jugar con los polos. Es algo que tiene que ver con el periodismo y con la esencia del teatro. Observar dónde está el conflicto, qué visión tiene cada uno sobre un mismo suceso, dar valor a esa multiplicidad de relatos y espacio para que se desarrollen en igualdad de condiciones.


Es un equilibrio difícil, porque los dramaturgos y directores imprimís vuestra visión de las cosas.

Yo estoy muy disconforme con muchas de las cosas que muestro en el escenario. Para mí es un ejercicio de autocrítica que me obliga a darle la vuelta a mi propio pensamiento, porque sé que llevo a escena algo con lo que no estoy de acuerdo o que me incomoda profundamente. Hay que tener presente que lo que un autor o director cuenta sobre el escenario no es aquello con lo que comulga, sino que es una forma ficcionada de plantear el mundo.

Gema Matarranz y Ales Furundarena en Nevenka

¿Qué debe tener un suceso real para motivarte su traslación a la escena?

Ane Pikaza y yo debatimos mucho los temas que vamos a tratar, incluso los trabajos que hacemos de forma paralela a la compañía. Pero siempre hay algo que nos lleva a esa famosa canción que dice que el dolor y lo injusto no nos sea indiferente. Inevitablemente nos atrapan la injusticia y los lugares donde alguien sufre algún tipo de dolor. Allí donde vemos una grieta o algo que está desestabilizando a la sociedad, para nosotras se convierte en algo susceptible de ser llevado al escenario.


En ese sentido, ¿cómo surgió El patio de mi casa, sobre el conflicto vasco?

Surge de no saber a quién vota mi familia. No sé a quién vota mi padre, no sé a quién vota mi madre. Sé que votan a partidos diferentes porque alguna vez lo han comentado, pero nunca lo hemos hablado. Tampoco sé a quién vota mi hermana. Durante muchos años no se ha hablado de esto en el País Vasco porque todavía pesa la sangre y, aunque ETA ya no existe, siguen existiendo heridas dentro de mi generación. Nació para poner en el escenario a siete personas de ideología política muy dispar y ver cómo los prejuicios se activan a la hora de funcionar como sociedad.


¿Cómo de complejo y estimulante es trabajar con los mimbres del teatro documento en Altsasu y Nevenka?

Me siento muy cómoda, porque tiene que ver con mi pasado como periodista. Me interesa revisar nuestra historia reciente y nuestro presente. Dentro del teatro documento me gusta trabajar con la parte de los medios de comunicación, ver la distorsión que se genera y cómo pugnan los diferentes bandos. Nevenka me interesaba por ser el primer caso de acoso registrado en España que consigue llevar a juicio a un político. Altsasu tiene una reivindicación en torno a cuánto de proporcional es la justicia. Con los proyectos me pasa como en la vida, que de repente hay un flechazo.

Goiricelaya traduce la realidad a teatro

¿Cómo viviste el acoso de la ultraderecha por el estreno de Altsasu en Madrid?

Siento que se cruzó una línea. Era la primera vez que un grupo parlamentario pedía la retirada de una obra de un teatro público. No dejo de ver cómo constantemente se traspasan líneas que tienen que ver con la libertad de expresión y me preocupa. Lo vivimos de forma delicada por lo que supone no solo para una compañía pequeña como la nuestra, sino para el conjunto de artistas. Me apena el hecho de que se nos identifique constantemente con lo que estamos contando, que no sepamos abstraernos e ir a ver una propuesta sobre la que discutir de forma democrática y con voluntad pacífica. Esa poca capacidad de empatía y la crispación generaron diferentes temas que fueron absorbidos por grupos políticos para generar polémica. Y eso hace que me cuestione todo el rato cómo se está haciendo política en este país.


¿Qué nuevas implicaciones tiene hablar hoy, 20 años después, del caso Nevenka desde los escenarios?

Tiene la voluntad de tomar perspectiva en la distancia. Hoy hemos ganado libertades y tenemos mucha más conciencia, porque en su día esta señora se atrevió a llevar a un político al banquillo y tuvo que exiliarse para poder seguir viviendo. Me pregunto qué va a pasar de aquí a otros 20 años, cuáles son las disidencias que ahora están amenazadas y cuánto sufrimiento existe hoy que tiene que ver con este tipo de violencia. Quiero recoger este aprendizaje de las últimas dos décadas, plantarlo en el presente y preguntarme si hoy están sucediendo cosas que dentro de 20 años nos van a parecer impensables. Si es así, estaría bien que ahora pusiésemos el ojo ahí para minimizarlas y que luego no nos llevemos las manos a la cabeza como con el caso Nevenka. ¿Cómo es posible que nadie apoyase a esta chica, que se tuviera que ir de su pueblo y que las mujeres salieran a defender al alcalde? Ese “cómo es posible” está pasando en el presente y tenemos que tener la capacidad de detectarlo.


En tu teatro es importante el factor tiempo: no solo es relevante qué historia se cuenta, sino cuándo se la estamos contando al espectador.

Nevenka tiene un margen temporal más amplio y quizá por eso creemos que es impensable que suceda algo así hoy, pero tengo claro que hay miles de Nevenkas. Con Altsasu es más delicado, la herida aún está abierta, hay gente condenada en tercer grado y eso resuena de forma diferente para todos, incluidos los principales implicados, porque hay posibilidad de cambio, de intentar darle una vuelta al pensamiento. Creo que ambos espectáculos tienen un mismo latir, que es el de ver, pasado cierto tiempo, cómo somos capaces de digerir las cosas y reconducir la historia. Sobre Festen, si hablamos de los abusos sexuales, son el pan de cada día. Lo mismo con Madre coraje y las guerras. Para mí, todo lo que contamos está en el presente. Llevarlo a ficciones que están más o menos alejadas en el tiempo solo ayuda a que el espectador lo digiera de una forma más liviana, pero la realidad es que el mundo está fracturado. Y todo esto es un magma que crece, pero aún tenemos poder para reconducir las cosas.

GOIRICELAYA EN LOS MAX


María Goiricelaya agradeciendo su premio en 2023

María Goiricelaya ha sido una constante en las últimas ediciones de los Premios Max. “Estos premios son un acto de resistencia política, una celebración de la lucha, el trabajo, el oficio y de todo lo precario a lo que nos enfrentamos en nuestra cotidianidad”, afirma.


Debutó con su candidatura a mejor autoría revelación por El patio de mi casa/Harri orri ar en 2021. En 2023 reunió tres nominaciones para Altsasu y Yerma (esta última triunfó como mejor adaptación o versión de obra teatral). Y en julio de 2024 volvió a pelear con dos candidaturas para Nevenka: mejor autoría teatral y mejor dirección de escena. Este año no ganó, pero eso tampoco parece quitarle el sueño. Sobre los Max dice ella que “más allá de que ponen en valor mi trabajo y lo sitúan en un lugar de reconocimiento y mayor visibilidad, para mí son un acto de celebración en comunidad. Me alegra la labor de descentralización que han hecho en los últimos años, de poner la mirada en la periferia y en creadoras que trabajamos en otras ciudades distintas a Madrid y Barcelona. Me siento muy agradecida de participar de esa fiesta y de compartirla con compañeras y compañeros a los que admiro profundamente”.

Actualizar a Lorca y próximos retos

Tráiler de Yerma, una producción de La Dramática Errante y Sala BBK


En tus trabajos no basados en hechos reales o que parten de adaptaciones, también existe una fuerte vocación de compromiso social. Con Yerma, ¿qué fue primero, las ganas de abordar la temática de la maternidad o la voluntad de revisar un Lorca?

Sucedió que a mi alrededor tenía un montón de amigas pasando por procesos de fertilidad y ese camino hacia la maternidad biológica se estaba convirtiendo en una agonía. Eso me empujó directamente al texto de Lorca, a revisar cómo abordamos hoy la maternidad, las diferentes formas de paternar, maternar y el negocio que hay en torno a la fertilidad. Percibía que había mucha desinformación en mi generación, a nosotras nadie nos dice que a partir de los 35 años la fertilidad disminuye y, sin embargo, como mujer todavía te sientes obligada a responder a la pregunta sobre la maternidad. Soy madre, pero hay muchas cosas de la maternidad que me incomodan y que están sin resolver.


¿Tuviste reparos al afrontar una versión de Yerma sin una palabra de Lorca?

En realidad, seguimos los cuadros de Lorca. En el primer cuadro puedes reconocer a Juan y a Yerma hablando sobre el trabajo, lo que pasa es que hablamos sobre ir a yoga o sobre lo que pueda hablar cualquier pareja heterosexual que hoy se encuentre en esa situación. No tenía sentido volver al contexto rural de Lorca, sino hablar, dentro de los cánones heteropatriarcales, de una pareja que lo tiene aparentemente todo. Y digo aparentemente porque, a causa de la presión que la sociedad sigue ejerciendo a las mujeres, la percepción del público es que ella lo tiene casi todo excepto la maternidad. Nos inoculan la idea de maternidad como si fuera un check que tenemos que cumplir, y eso se convierte en algo que te destroza y se lleva por delante el amor. Hay algo obsesivo, de repente toda tu vida se enfoca a la consecución de un objetivo. También tiene que ver con este mundo donde el éxito es una prioridad, con esa fantasía ilusoria de que si quieres algo mucho y te esfuerzas, lo conseguirás. Y la maternidad no es un derecho.


¿Qué te sedujo de la idea de adaptar al teatro la película Festen, de Thomas Vinterberg (1998)?

Festen me ofrece la posibilidad de seguir aprendiendo dentro de la dirección. Un elenco tan grande te permite trabajar la dirección de actores y actrices y eso para mí es un espacio de crecimiento. Me interesa mucho el tema y el reto que supone, porque sabía que iba a estar incómoda, y es en los entornos hostiles donde yo creo que la gente crece. Vitalmente, los disgustos son lo que nos hace crecer y aprender.

Versión teatral de​​​​​​​ Festen a cargo de María Goiricelaya

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estoy preparando el guion para la adaptación cinematográfica de Yerma, que dirigirá Lara Izaguirre. En agosto estrenaré en Montevideo Filtro, un espectáculo sobre los sucesos del Hospital Filtro, el hito más impactante en la reciente democracia de Uruguay, una masacre provocada tras una manifestación para detener la extradición a España de tres etarras por delitos de sangre. Es una obra que habla de la impunidad que todavía se vive en los gobiernos después de las dictaduras en Latinoamérica. En enero estrenaré en el Teatro Arriaga Ni flores, ni funeral, ni cenizas, ni tantán, un espectáculo sobre el buen morir y cómo concebimos la muerte, contado a través de la historia de un padre y una hija en el Camino de Santiago. Y en marzo volveré a trabajar con Histrión Teatro en una pieza de mimbres documentales que estará enfocada hacia el fraude de género. Además, con La Dramática Errante tengo pendiente en 2025 una revisión de Romeo y Julieta que aborde las disidencias de género.

EN CARTELERA


Altsasu sigue de gira en 2024 y 2025

Si quieres asistir próximamente a alguno de los espectáculos creados por María Goiricelaya, toma nota:


Nevenka estará en: Torralba de Calatrava (26 de julio)


Altsasu estará en: Tarragona (29 de agosto), Ciudad Real (31 de agosto), Barcelona (1 a 6 de octubre), Girona (19 de octubre), Tolosa (1 de noviembre), Mieres (10 de noviembre), Avilés (15 de noviembre), Zamora (16 de noviembre) o Celrá (23 de noviembre)


Yerma estará en: Valencia (11 y 12 de octubre), Zumárraga (8 de noviembre) o A Coruña (20 y 21 de diciembre)

Firma invitada

Pablo Giraldo (Avilés, 1985) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y La Sapienza de Roma. Es colaborador habitual de la revista Vanity Fair y ha trabajado para medios como Shangay, JotDown, RBA, S Moda o El Español, entre otros. También ha trabajado para festivales de artes escénicas como Madrid en Danza y Festival de Otoño y ha sido director de comunicación de El Pavón Teatro Kamikaze. Actualmente compagina su trabajo en el Teatro Español y Naves del Español en Matadero con su faceta de periodista cultural.


En Cultura Revista SGAE nº11 habló de teatro y maternidad subrogada con María Díaz Megías. Recuérdalo aquí


Fotografías

María Goiricelaya por Carlos Villarejo

Nevenka por Gerardo Sanz

Festen por E. Moreno Esquibel

Altsasu por cortesía de La Dramática Errante

Enlaces

María Goiricelaya

La Dramática Errante


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XXVII PREMIOS MAX – TENERIFE

Marcel Borràs agradece el premio a Falsestuff como mejor espectáculo de teatro

© Miguel Barreto/Fundación SGAE

Los Premios Max fueron creados en 1998 por la Sociedad General de Autores y Editorespara reconocer cada año a las producciones y profesionales más sobresalientes en el ámbito de las artes escénicas. En su última edición, celebrada en Tenerife este mes de julio, Falsestuff fue distinguido como mejor espectáculo de teatro y Mont Ventoux como mejor espectáculo de danza. Forever fue otro de los montajes destacados de la gala, y el director y dramaturgo Iñaki Rikarte se confirmó como uno de los grandes talentos creativos del actual teatro español. También se otorgó el Premio de Honor a Núria Espert. El listado completo de ganadores y ganadoras está aquí, a un clic.

Si quieres ver la gala, aquí la tienes disponible.