MONOGRÁFICO NOVA CANÇÓ

EDITORIAL

La voz contra el postureo de Zoom y Webex

POR ANTONIO ONETTI

Presidente SGAE

Nuestro rico patrimonio musical nos ofrece canciones de muchos tipos. Unas nos entretienen, otras nos impulsan, con suerte ponen palabras a nuestras propias emociones. Todas son valiosas. Pero las canciones más importantes son aquellas que llegan a definir el sentir de un tiempo y un lugar.


Hace algo más de medio siglo, durante la última fase de la dictadura en España, Cataluña vio germinar un grupo de autores y autoras con conciencia social. Destacaban por su marcada sensibilidad poética y su afán reivindicativo. Los unían sus inquietudes y su carácter identitario, y se expresaban en su lengua natural: el catalán.


En aquella década de los 60, en diversas partes del mundo occidental comenzaron a manifestarse nuevas voces, muchas de ellas referenciadas en el epígrafe “canción protesta”. Pero la Nova Cançó volaba más alto que una queja o una denuncia: era la liberación de un sentimiento. La sociedad catalana adoptó aquella banda sonora, que se propagaba como una brisa nueva con el poder de la lengua común, desde Andorra y el Pirineo hasta Murcia, extendiéndose a Baleares.


Llach, Pi de la Serra o Maria del Mar Bonet, entre otros, se convirtieron en referentes. Después llegaron Marina Rossell, Joan Isaac o nuestro querido Ramon Muntaner, con el tiempo director de SGAE en Cataluña, de quien se hablará merecidamente en estas páginas. A lo largo de las generaciones, la Nova Cançó mudó su piel, pero no su espíritu.


A sus autores y autoras les debemos gratitud y respeto. Este primer monográfico de Cultura Revista SGAE quiere recordar la importancia de la Nova Cançó y compendiarla para el futuro. En este número, diseñado y coordinado por el periodista Omar Jurado, se ofrece una exposición ordenada de este movimiento sociocultural a cargo de firmas muy autorizadas. También nos sirve para saludar a nuestro querido Joan Manuel Serrat en su despedida de las giras (pero nunca dejes de darnos canciones, por favor).


Comparto esta columna con Agnela Domínguez, cuyo impulso ha propiciado este trabajo. Me gustaría que este número monográfico sirviese como homenaje a la figura de Ramon Muntaner cuando se cumple un año de su fallecimiento. Y, sobre todo, quiero transmitir nuestro mayor reconocimiento a la comunidad autoral catalana por su sensibilidad, su empuje y su aportación inmensa a la diversidad de nuestro tesoro cultural.


A tots i a totes, gràcies.

DEDICADO A

RAMON MUNTANER

La voz contra el postureo de Zoom y Webex

POR AGNELA DOMÍNGUEZ

Responsable de Comunicación y Actividades SGAE Cataluña desde 1999 hasta 2022

No hablaré de Ramon Muntaner como músico porque muchos ya lo han hecho con más conocimiento y, seguro, más acierto del que yo pueda tener sobre uno de los cantautores referentes del país. A lo largo de su carrera musical y cuando nos dejó aquel maldito 9 de diciembre del año 2021, los compañeros de profesión, los críticos y el público recordaron la huella que dejó con sus composiciones. Siempre se le recordará como el músico de los poetas catalanes.


Yo quiero hablar de la persona y del profesional con el que compartí 23 años de trabajo en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en Cataluña. Es cierto que a finales de los ochenta abandonó los escenarios y dio un giro radical a su vida, pero nunca dejó de lado el espíritu y el significado del oficio de autor, que lo hizo popular y querido por la gente.


Ramon Muntaner impulsó y gestionó un nuevo modelo de SGAE. Puso al autor en el centro de su acción para defender sus derechos laborales, pero también la dignidad y el reconocimiento de un oficio, el de autor, poco valorado y en muchos momentos menospreciado por las instituciones, el sector e, inexplicablemente, el mismo público consumidor y amante de la música que se hace en nuestro país. A lo largo de su carrera artística fue intérprete y compositor. Desgraciadamente parte del público desconoce la obra importantísima que hizo en los campos del teatro, el cine y la televisión.


Su cabezonería y su perseverancia movían montañas. Contra un montón de dificultades y trampas, año tras año iba logrando los objetivos que perseguía, calladamente, sin muchos aspavientos. Al final de su vida laboral, aquel músico, aquel autor compositor que no venía del mundo de la gestión académica, mostró que su habilidad, creatividad y sensibilidad fueron fundamentales para consolidar la SGAE en Cataluña tal como es ahora: profesional, moderna y generadora de pactos, acuerdos, proyectos e ilusiones.


Ha sido una suerte inmensa haber podido compartir con él este reto y hacer posible lo que parecía imposible.

Fotografías

Antonio Onetti por José Antonio Rojo

Agnela Domínguez por Juan Miguel Morales