MONOGRÁFICO NOVA CANÇÓ

LOS ORÍGENES

De cuando necesitábamos canciones de ahora

POR JOAQUIM VILARNAU

Periodista y escritor

La Nova Cançó ha sido un fenómeno “que calificaré hasta el martirio y la muerte como el acontecimiento cultural popular más importante del Estado español desde el concilio de Toledo”, escribía Sixto Cámara (es decir, Manuel Vázquez Montalbán) en la revista Triunfo en 1976. Si tenemos en cuenta que el último de los concilios de Toledo se celebró en el año 702, es decir, antes de la conquista musulmana de la Península, repararemos en la contundencia de la aseveración.


A finales de los años cincuenta la situación política en el Estado español había empezado a evolucionar. La autarquía que había regido la primera postguerra había evolucionado y el régimen de Franco se esforzaba por hacerse un sitio en la escena internacional. Así, por ejemplo, había entrado a formar parte de las Naciones Unidas y había establecido relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Todo ello también tenía repercusión en la política interior. A pesar de que la dictadura seguía persiguiendo ferozmente y reprimiendo con severidad a los opositores, es cierto que se empezaban a vislumbrar algunas rendijas por las que podía entrar la luz. Y los impulsores de la Nova Cançó aprovecharon estas rendijas.


No podemos entender la historia de la Nova Cançó solo como una sucesión de causas y efectos. El clima de esta timidísima apertura propició iniciativas paralelas que se produjeron sin saber nada las unas de las otras.

Cuando en 1959 Raimon componía “Al vent” no tenía ni idea de que Lluís Serrahima acababa de publicar, en enero de aquel mismo año, el artículo Ens calen cançons d'ara [Necesitamos canciones de ahora] en la revista Germinabit. Y este tampoco sabía que en Barcelona unos cuantos militantes catalanistas empezaban a pensar en montar una compañía discográfica. El artículo de Serrahima es emblemático porque anticipa lo que ocurriría pocos años después. El autor observa lo que sucedía en el Estado francés (“Fijémonos en Francia, qué pasa: de cualquier tema, de cualquier hecho, importante o no —eso da igual— surge una canción: ¡y qué canciones!”) y pide a los jóvenes que escriban canciones del momento, de “ahora”.

Estas iniciativas fructificaron al empezar la década de los sesenta. El 19 de diciembre de 1961 tuvo lugar en el Centro de Influencia Católica Femenina (CICF) una sesión llamada La poesía de la Nova Cançó. Aquel día cantaron Miquel Porter, Josep Maria Espinàs y Lluís Serrahima y se pusieron grabaciones de dos canciones de Remei Margarit, enferma. Este grupo, sin Serrahima y con el nombre de Els Setze Jutges (en referencia al famoso trabalenguas de pronunciación difícil para los no catalanoparlantes: “Setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat”), iría incorporando nuevas voces y se convirtió en la piedra angular sobre la que se apoyó la Nova Cançó en sus primeros años. Llegaron a ser dieciséis: Miquel Porter, Josep Maria Espinàs y Remei Margarit, que fueron sus fundadores en 1961; Delfí Abella y Francesc Pi de la Serra, que se incorporaron en 1962; Enric Barbat, Xavier Elies y Guillermina Motta, que se añadieron al grupo en 1963; Maria del Carme Girau, que llegó en 1964; Martí Llauradó, Joan Ramon Bonet, Maria Amèlia Pedrerol y Joan Manuel Serrat, que se sumaron en 1965; Maria del Mar Bonet, que entró en 1966; y Rafael Subirachs y Lluís Llach, que empezaron a formar parte del grupo en 1967.


La salida natural de las canciones que hacían estos nuevos cantantes eran los conciertos (ellos los llamaban “recitales”) y los discos. Por eso, el encuentro entre Els Setze Jutges y los promotores de Edigsa estaba cantado. La Editora General, SA fue la primera compañía que apostó por el catalán de manera inequívoca y lo hizo desde el principio, con un disco que marcaba los caminos por los que la compañía se sentía más cómoda: Espinàs canta Brassens, publicado en la Diada de Sant Jordi de 1961. Poco después surgieron Concèntric (una escisión de Edigsa) y Als 4 Vents. Además, otras compañías también publicaron discos en catalán: Vergara, Ariola, Discophon, EMI, Belter, Columbia, RCA…

NOVA CANÇÓ: ELS ANYS 60

Por Omar Jurado


Els Setze Jutges nació en los 60 como grupo de resistencia cultural y piedra angular de la Nova Cançó en Cataluña. Sus integrantes definieron una nueva era para la expresión musical en catalán. Algunos de ellos desarrollaron importantes carreras artísticas a partir de este punto.

Podemos afirmar que en 1968 el panorama de la música en catalán había sufrido una transformación radical respecto al que había una década antes. Además de Els Setze Jutges, se habían consolidado cantantes de calidad como Raimon, que de hecho fue el primer gran exponente del movimiento y revolucionó la música y la cultura con su primigenio “Al vent”, una de las composiciones que marcan época. Pero Raimon era mucho más que una sola canción y había construido una sólida carrera con unos parámetros muy claros: un compromiso ético y artístico insobornable. Raimon, que además de hacer canciones con texto propio también había musicado a poetas (especialmente Espriu i March), fue el primero que triunfó en París cantando en catalán, lo que dio un enorme impulso a toda la Nova Cançó.


También estaban Guillem d'Efak, que algunos aseguran que fue el primer artista que pudo vivir de cantar en catalán; Núria Feliu, que tenía una voz de una gran versatilidad y fue pionera en la incorporación de músicos de jazz, y todo el Grup de Folk, que era un colectivo muy heterogéneo en el que convivían varias sensibilidades. Su repertorio tenía múltiples procedencias: música tradicional catalana, música popular norteamericana, espirituales negros, música de raíz de todo el mundo, composiciones propias… El Grup de Folk fue una aventura efímera, de poco más de un año de duración, pero sirvió para poner las bases de lo que serían el folk y el pop-rock en catalán. Formaron parte del grupo, entre otros, Jaume Arnella, Xesco Boix, Falsterbo 3 (Eduard Estivill, Joan Boix y Amadeu Bernadet), Pau Riba, Jordi Pujol, Albert y Jordi Batiste, Jaume Sisa, Oriol Tramvia, Consol y Ramon Casajoana e incluso Maria del Mar Bonet y Ovidi Montllor.


El año 1968 también fue el último de Els Setze Jutges. Un panorama rico y diverso con cantantes que se iban profesionalizando, por un lado, y la polémica sobre la necesidad o no de mantener el monolingüismo catalán, por el otro, fueron sus detonantes. Quienes no se habían planteado hacer carrera musical dejaron el colectivo y volvieron a centrarse en sus trabajos, que no habían abandonado.

Quico Pi de la Serra acompañado por Joan Pau Cumellas

Francesc Pi de la Serra y Guillermina Motta son los miembros más antiguos de Els Setze Jutges que siguieron en activo y pudieron forjar una sólida carrera artística. Motta se retiró a principios de los 2000, después de haber cultivado con éxito canciones propias, adaptaciones de piezas francesas, cuplés, villancicos, musicaciones de poetas… siempre con una voz clara y sensual.


Por su lado, Quico Pi de la Serra es actualmente el decano de los músicos catalanes en activo. Su carrera se ha caracterizado por la autoexigencia y por saber mantener en todo momento su independencia, sin rendir cuentas con nadie que no sea su conciencia. Eso lo ha convertido en un artista respetado y venerado, tanto por sus compañeros de profesión como por sus seguidores.

Fotografías

Pep Puvill [Els Setze Jutges]

O Tinta/archivo Joan Pau Cumellas [Quico Pi de la Serra]


Vídeo

Edición: Carlos Muñoz + Baliente