MONOGRÁFICO NOVA CANÇÓ
LOS 70
Nuevas voces: Joan Baptista Humet, Joan Isaac,
Ramon Muntaner y Marina Rossell
POR RAÜL DIGÓN
Doctor en Derecho y Ciencia Política por la UB y profesor asociado UB y UOC
La evolución de la Nova Cançó en los años setenta está marcada por la implicación política en la oposición democrática a la dictadura franquista de sus cantantes, que tuvieron que afrontar prohibiciones, censura y exilios.
Sin embargo, los grandes nombres surgidos en los sesenta, con Raimon al frente, llegaron a la madurez artística y al mismo tiempo afianzaron los rasgos más atractivos del género: letras variadas de autoría propia y calidad literaria, grandes adaptaciones musicales de la obra de poetas que impulsaron el conocimiento popular de esta, buen entendimiento de los intérpretes con músicos de primer nivel, fuerza iconográfica de las portadas de los discos y vitalidad del circuito de recitales y festivales a pesar de las dificultades administrativas.
Por otro lado, el distanciamiento entre artistas por la alternativa entre cantar solo en catalán o hacerlo también en español no afectó a la gran creatividad del conjunto del movimiento en un tiempo de propuestas diversas en la escena musical de los Països Catalans, con grupos como Al Tall, Coses, UC o Esquirols, el dueto Ia & Batiste o los solistas que presentamos en las líneas siguientes.
Joan Baptista Humet
Joan Baptista Humet (1950-2008) había debutado en el mundo de la Nova Cançó a finales de los sesenta en algunos recitales en Terrassa encabezados por Joan Manuel Serrat y otros miembros de Els Setze Jutges, además de alguna actuación en la Cova del Drac de Barcelona. Pero su carrera discográfica arrancó en 1970, poco después de incorporarse al entorno de Lluís Llach, haciendo las primeras partes. No obstante, Humet definió desde el principio un estilo propio, más allá de la herencia serratiana y llachiana, como intérprete singular y autor de “letras con enjundia”, tal como le reconocía Núria Feliu.
Su obra en catalán comprende tres sencillos (1970-1971), dos elepés (Fulls, de 1973, y Fins que el silenci ve, de 1979) y la participación en el disco Granja animal, de 1976, ópera rock inspirada en la novela Rebelión en la granja, de George Orwell. Se recuerda especialmente “Gemma”, su canción más popular en catalán, dedicada a su hermana, que había sufrido poliomielitis e iba en silla de ruedas, un canto esperanzado y vitalista a la fuerza de voluntad.
Pero su repertorio tiene otras canciones espléndidas, como “Fulls”, fruto de la experiencia de Humet como profesor de catalán con alumnos hijos de inmigrantes en una escuela de Terrassa, o canciones de amor como “Si te me'n vas”. Además de todas las piezas de Fins que el silenci ve, una cantata humanista con sensibilidad ecologista y pacifista. Quedan inéditas las cuatro canciones del disco promocional de Humet en catalán, autoeditado a voz y guitarra. Y la historiadora Maria Salicrú-Maltas ha documentado algunas canciones censuradas.
La trayectoria de Humet muestra dos líneas representativas de la vocación social de los cantautores: la intimista (los amores, los amigos, los recuerdos) y la comprometida (solidaridad con los desfavorecidos, rechazo de la marginación social y la opresión política). Este canon creativo también impregna su cancionero en español, más extenso (“Clara”, “Layetana abajo”, etcétera). En ambas lenguas, Humet es un clásico de primer orden que a menudo no ha sido suficientemente reconocido.
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Al final del franquismo otras figuras imponentes irrumpieron en la órbita más estricta de la Nova Cançó: Joan Isaac, Ramon Muntaner y Marina Rossell, que se incorporaron y enriquecieron su discurso, su construcción musical y sus formas estéticas. Joan Isaac, como letrista notable, de poética propia; Muntaner, como artesano capaz de musicar brillantemente la palabra de grandes poetas; y Marina Rossell, como intérprete versátil que releyó el cancionero popular, además de musicar poemas, cantar canciones ajenas y componer canciones propias.
Joan Isaac y Ramon Muntaner procedían del Baix Llobregat y habían participado en la segunda convocatoria del concurso Promoció de Noves Veus, en la Cova del Drac, en 1972. Joan Isaac, todavía como miembro del grupo Nosaltres, obtuvo el segundo puesto, mientras que Muntaner fue el ganador. Marina Rossell, de Castellet i la Gornal, también participó en varias ediciones de aquel popular concurso. Los tres se integraron en la Nova Cançó haciendo primeras partes de cantantes consagrados, cuando la gente esperaba al que actuaba después y, por tanto, el nuevo debía ganarse al auditorio, en aquellos años intensos entre la Revolución de los Claveles y la Transición española.
Joan Isaac
Joan Vilaplana y Comín (Joan Isaac), de Esplugues de Llobregat, debutó con dos sencillos (de 1973 y 1975) que avanzaron su potencialidad como intérprete y autor. Su primer disco, És tard, de 1975, fue una obra primeriza con una base instrumental excelsa. Él aportó la letra y la música de nueve de las diez piezas del disco, que fluctuaba entre las canciones épicas en boga y otras más líricas e intimistas, de un registro literario aún incipiente.
Se le equiparaba con el estilo llachiano por afinidades compositivas, de entonación o presencia escénica, pero la personalidad de Joan Isaac se emancipó muy pronto de los referentes. Lo demuestra su segundo elepé, Viure, de 1977, nuevamente apoyado en grandes músicos de la época. Él firmó el grueso de las canciones, con el asesoramiento literario de Joan Ollé, que también colaboró con Muntaner y Rossell. El disco, de tratamiento sinfónico, incluye temas remarcables, como “Un dia partiré” o una soberbia adaptación de “Les poètes”, canción de Jean Ferrat a partir de un poema de Louis Aragon, pero destaca “A Margalida”, la pieza más popular del cantante de Esplugues de Llobregat, que la defiende con la excelencia vocal que lo caracteriza. “A Margalida” evoca al joven anarquista Salvador Puig Antich, ejecutado por el régimen franquista en 1974, como una canción de letra y melodía impactantes dirigida a la compañera de Salvador. Es una pieza emblemática que ha mantenido la denuncia de aquel crimen en la memoria colectiva: “Bandera negra al cor” [“Bandera negra en el corazón”].
El cancionero de Joan Isaac no se centra en la temática política más directa. Su poética bebe de influencias francesas e italianas y, desde una vertiente existencial y humanista, entronca con la cultura de barrio y el recuerdo de la infancia, al modo de Serrat y con paralelismos con la obra de Humet y también, significativamente, con el universo de Aute (más allá de la afinidad entre “A Margalida” y “Al alba”).
Barcelona ciutat gris (sic), de 1980, es la obra más exitosa de la carrera de Joan Isaac. Un trabajo magnífico que reúne grandes canciones: “A l'estació de França”, “Maria”, sendos homenajes a Pi de la Serra (“A tu, Quico”) y a Brel (“Amic, Jacques”), etcétera.
A pesar de que Joan Isaac a menudo actuaba en solitario o con otros compañeros, como Muntaner o Pere Tapias, sufrió la crisis de la Cançó en los ochenta y se retiró después de Inesperat, de 1984. Afortunadamente, regresó al oficio en 1998 con conciertos y numerosos discos y hoy sigue siendo una de las grandes figuras en activo de la canción catalana.
Ramon Muntaner
Ramon Muntaner (1950-2021) procedía de El Corn, un grupo de teatro de su localidad, Cornellà. Musicaba sus obras y tocaba la guitarra en ellas. A lo largo de su carrera de cantante, sobresalió en la tarea de preparar la música original de numerosos poemas e interpretarlos magistralmente.
Si el conjunto de la Nova Cançó llevó la poesía catalana a la calle, con grandes discos de cantantes (y de grupos tan remarcables como Coses) a partir de textos de poetas como Joan Salvat-Papasseit, Salvador Espriu, Maria-Mercè Marçal o Miquel Martí i Pol, Muntaner destacó por aportar las musicaciones más celebradas.
Tras un primer sencillo (1974) sobre un poema de Pere Quart y uno de Espriu, entre 1975 y 1979 el artista de Cornellà publicó cinco discos descomunales: Cançó de carrer, todo un clásico, con textos de los dos poetas citados y también de Palau i Fabre o Salvat-Papasseit; Presagi, la primera adaptación de impacto de la poesía de Martí i Pol; Cròniques, una nueva recopilación de poemas de Maria-Mercè Marçal o Paul Éluard; Veus de lluna i celobert, disco conceptual unitario sobre la infancia y la escuela en los años cincuenta, con textos de Joan Ollé; y Balades i cançons, a partir de textos de Josep Maria de Sagarra y otros autores.
Muntaner defendía este repertorio excepcional en concierto como intérprete de fuerza expresiva, capaz de cantar y recitar con sentimiento los textos sobre un potente fondo musical de arreglos acústicos con matices de rock progresivo.
“La plaça del diamant”, de 1982 y escrita por Ollé a partir de la novela de Rodoreda para la banda sonora de la película, es su canción más popular. Aun así, en aquella década se retiró para convertirse en gestor cultural y dejó un legado artístico memorable.
Marina Rossell
Marina Rossell debutó con dos canciones en el disco Llegendes de Catalunya, de 1975, en el que también colaboró Guillermina Motta, entre otros. El primer elepé de la cantante de Castellet i la Gornal fue Si volíeu escoltar, de 1977, que contenía canciones populares como “La presó de Lleida” o “El rossinyol” con la letra puesta al día de aquel momento político mediante adaptaciones de Ollé y otros. Así pues, “La presó de Lleida” devenía en un clamor por la amnistía. En el disco destacaba “Si volíeu escoltar”, poema de Espriu. Y los arreglos del trabajo los aportaba Llach. Fue una obra notable, muestra del poderoso registro vocal de Rossell.
Su segundo álbum, Penyora, de 1978, recogía más temas populares actualizados con la ayuda de Ollé (“Els miquelets d'Espanya”, “La filla del marxant”), pero se recuerda “La gavina”, la canción más popular de Rossell, una antigua habanera con letra y música del compositor Frederic Sirés que ella, como ha destacado, ha tenido “la suerte de hacer llegar a lugares inauditos: a la selva de Colombia, por ejemplo”.
En Bruixes i maduixes, ya de 1980, Rossell, como activista feminista, musicó poemas de mujeres de varias generaciones, como “Soc una dona”, de Maria Aurèlia Capmany, o la sentida “Morir a Ravensbrück”, de Montserrat Roig. Este disco también recogía “Petenera de la mar”, de Mari Xorda, interpretada con el guitarrista y cantante Manzanita, avanzando el interés de Rossell por el flamenco y el mestizaje que la llevaría a colaborar posteriormente con Mayte Martín.
A partir de los ochenta, Rossell afianzó su carrera con buenas producciones y colaboraciones recordadas (Lluís Llach, Maria del Mar Bonet o Georges Moustaki). Ha grabado muchos trabajos, entre los que se encuentran dos interesantes elepés en castellano, de 1996 y 1999; ha revisitado libremente clásicos catalanes como “La Santa Espina”, “Els segadors” y otros; y ha protagonizado actuaciones memorables. Sin esta artista no se entendería la continuidad de la Cançó entre los años setenta y 2022.
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En la década de los setenta irrumpieron cantantes excepcionales que se añadieron a las figuras anteriores de la Nova Cançó y consolidaron el legado de canciones catalanas de resonancia popular. Así pues, “Gemma”, “Cançó de carrer”, “A Margalida”, “La gavina” o “Tio Canya” arraigaron en la memoria colectiva junto con “Al vent”, “D'un temps, d'un país”, “Jo vinc d'un silenci”, “Com un puny”, “L'home del carrer”, “La cultura”, “Cançó de matinada”, “Paraules d'amor”, “El meu carrer”, “Pare”, “Què volen aquesta gent?”, “Mercè”, “L'estaca”, “El bandoler”, “Que tinguem sort”, “Laura”, “La fera ferotge”, “Homenatge a Teresa”, “Noia de porcelana”, “Es fa llarg esperar”, “L'home dibuixat” o “Qualsevol nit pot sortir el sol”, como piezas atemporales de un legado literario, ético y musical abierto a todo el mundo.
NOVA CANÇÓ: ELS ANYS 70
Por Omar Jurado
La década de los 70 significó la eclosión de la Nova Cancó. Los fundadores de este movimiento se consolidaron, y el ecosistema se enriqueció con el estallido de voces nuevas, potentes, que redimensionaron la música catalana de autor. En esta lista de escucha encontrarás a Joan Isaac, Ramon Muntaner, Marina Rossell, Pere Tàpias, Coses y otros imprescindibles.