MONOGRÁFICO NOVA CANÇÓ
PAU RIBA
Y SISA
Galaxia doméstica
POR MARC PARROT
Compositor y cantante
Ha habido diferentes etapas de mi vida como músico en las que he tomado consciencia de que la música me inspiraba más allá de la motivación y el deseo de querer aprenderla e interpretarla. Me ha llamado por diferentes motivos y en muchos aspectos, por lo que me transmitía de una manera inconsciente (eso empezó a pasarme durante la adolescencia) y, de una manera más argumentada, a medida que he ido creciendo.
Dentro de esta segunda categoría más consciente meto lo que me ocurrió con las canciones de Jaume Sisa y Pau Riba. En un momento en el que me cuestionaba mi identidad como compositor y escritor de canciones y buscaba referentes más cercanos, en ellos dos encontré un centelleo que cautivó mi mirada. Reconocí un lenguaje y un acento que me resultaban muy cercanos y al mismo tiempo totalmente nuevos. Como si se tratara de un legado familiar, entraron a formar parte de mi patrimonio sensible, y fundamentaron y reforzaron mi identidad creativa.
La manera personal y única de sentir y hacer canciones de Sisa y Riba les permitía transitar por los estilos más variados: canción, folk, rock progresivo, balada italiana o bolero sin perder jamás la personalidad, más bien al contrario, afirmándolos en su individualidad.
También me cautivó la sonoridad con la que vestían las canciones: una mezcla imposible de instrumentos clásicos como el violín, la guitarra, la flauta o el piano con otros de juguete y sonidos descontextualizados de distintas procedencias que a menudo contrastaban con una base de rock.
El resultado del conjunto, especialmente en el caso de Sisa, me llegó como una evocación al espíritu de la infancia que en muchos casos teñía de una cierta nostalgia y melancolía las historias que contaba en las canciones, o al menos así es como me sentí.
Más allá de la sonoridad y los estilos, los astros que sostenían en equilibrio sus sistemas eran las letras. Las de Riba, poéticas, con aires costumbristas, críticas, desafiantes y provocativas, nunca me dejan indiferente. En el caso de Sisa, el realismo mágico y algo surrealista es el que me impulsó para empezar a transitar por esta galaxia doméstica. Ellos dos me inspiraron una mirada tierna, juguetona e incluso gamberra de la que me proveí a la hora de extraer canciones de mis experiencias.
Sin embargo, unos años antes yo ya había presenciado sin ser consciente de ello un hecho que mucho tiempo después recordaría y reconocería como una inspiración no tan previsible. El azar hizo que mi madre, periodista, me pidiera que la acompañara a una rueda de prensa muy poco convencional. En la antigua Bodega Bohemia, “donde nacen los artistas”, un cantautor se despedía de los escenarios para dar vida a un personaje, es decir, Jaume Sisa, cantautor, se transformaba a partir de aquel momento en Ricardo Solfa. En esta especie de ritual ideado por el cantautor galáctico se dio la alternativa a un jovencísimo cantante que fue el encargado de amenizar la velada. Todo aquello me pareció un poco raro y por supuesto no tenía ni idea de que unos años más tarde yo haría algo parecido cuando creé El Chaval de la Peca.
Siempre me he considerado afortunado y deudor del legado de Sisa y Riba y creo que la escena catalana de las tres últimas décadas no habría sido la misma sin su influencia.
He tenido la suerte de conocerlos, reconocerlos y quererlos para siempre.
“EL COMPTADOR D’ESTRELLES”
Marc Parrot, compositor y cantante, interpreta a guitarra y voz su versión de “El comptador d’estrelles”, tema de Jaume Sisa incluido en su elepé Galeta Galàctica (1976).