FILIAS

ÁNGEL STANICH

Cantautor cósmico y ermitaño, el cántabro nos cuenta sus favoritas del cine español

De Ángel Stanich (Santander, 1987) se ha destacado siempre su lírica surrealista, sus referencias literarias y cinematográficas y su carácter esquivo, poco dado a las relaciones públicas. Desde Camino ácido (2014), su primer álbum, se ha manifestado como uno de los creadores necesarios del rock español. Antigua y barbuda (2017), con pepinazos como “Mátame camión” o “Galicia Calidade”, lo consolidó como referente independiente en el circuito de salas y festivales. Estas dos obras y otros varios epés conforman una discografía de tono muy particular. Nadie escribe canciones como las de Stanich; nadie cuenta las cosas como él.


Tras un barbecho especialmente prolongado, el trovador barbado del norte publicará este otoño su tercera obra larga. No se sabe mucho de esto. Stanich no es amigo de alharacas, se relaciona poco con su industria y apenas concede entrevistas. Durante su último encierro, ha dicho, compuso unas cuarenta canciones. Algunas de ellas (“El volver”, “Matar a un ruiseñor” o “Tu Alfredo Landa”, por ejemplo) salieron en su EP más reciente: Una visión global bastante aproximada (2021).


Mientras esperamos la salida del disco, que incluirá material absolutamente inédito, Ángel Stanich asoma la patita para hablarnos del cine español que admira. O de una parte de él.

Mis películas favoritas del cine español… de momento

Por Ángel Stanich

Hacer una lista de preferencias siempre es una injusticia. En primer lugar, para quien la compone, que habrá de enfrentarse (¡por atreverse a enumerar unas querencias!) al rechazo de quien la considere no mesurada o, directamente, un disparate. Y en segundo lugar, es una injusticia para cualesquiera que sean las especies implicadas en según qué criterios de criba. Por poner un ejemplo casi indoloro, no mencionar a las chumberas entre las mejores plantas del mundo (una lista necesaria) solo porque “pinchan” es no entender (a mi entender) nada acerca de la vida… Ni de los higos chumbos.


Hoy soy yo el seleccionador, por obra y (principalmente) gracia de esta revista. Y a fin de que, al menos, los segundosno sean vejados, basaré mi criterio en el puro sentimentalismo, en la vivencia personal (tantas veces aleatoria). Es decir, seré tremendamente injusto. Pero ya lo saben (y disculpen) losolvidados, por ejemplo. Voy a hablar de las películas españolas más relevantes para mí… Ahora mismo. Y ¡de momento!


Y digo “de momento” no solo por lo que está por hacer y sorprender, sino por todo lo hecho que aún me queda por ver o revisionar (uno a veces, así, de primeras…). Comprobará el lector por mi selección mi mayor fe en la filmoteca que en los últimos talentos. Pensará ese mismo espectador heroico (que aún piensa) que me estoy haciendo viejo. Pensará mal. Nací viejo. Vamos con la lista de los cojones.

Amanece que no es poco

(José Luis Cuerda, 1989)

“Me he ‘inventado’ una película, me parece que tú sales… / Y el valle del Segura de enclave / Tenemos unas viñas de las que brotan figuras / Españoles vegetales, yonquis de la lectura de antes / Del siglo que más brilla”. Así empieza una canción interminable, sin publicar ni domar, con la que quisiera algún día expresar lo mucho que significa para mí esta película (se nota el ombliguismo, ¿verdad? ¿Se siente latir mi corazón? Con “sus dos ventrículos y sus dos aurículas…”). Es la cinta (en mi caso, grabada por mi madre en VHS) que más ha podido moldear mi forma de ser, aunque, en cierta manera, todo lo que en ella es contingente siempre me ha resultado absurdamente natural. Como si fuera nativo de una tierra ignota y desternillante. Solo en este contexto me verán gritar como poseído un “¡Viva el cabo santo!”.Una obra magna del sinsentido trufada de saber popular, ante la que no me descubro... ¡Me angosto! Solo se me ocurren los Monty Python como algo comparable. “Calabaza, yo te llevo en el corazón”.

Plácido

(Luis García Berlanga, 1961)

Escoger una sola película de Mr. Cagada(como solía sentenciar las tomas) sería una canallada en su centenario, enfadaría al imperio austrohúngaro y, además, no lo voy a hacer. Berlanga es (nuevamente, para mí, pero no estaré solo) el eslabón bienaventurado entre el cine más sobrio y ambicioso de Buñuel o Saura y el más hilarante (y manchego) de Cuerda o Almodóvar; el mejor retratista del folclore y la penuria del siglo XX de este país, con esa famosa mesura en el aderezo de humor y dolor con una ironía y un frescor jamás vistos en este invento. Que le den bobinas al neorrealismo italiano y a la nouvelle vague (bien sabrían qué hacer con ellas), que a mí lo que me importa es que no le venza la letra del carromato al pobre Plácido.


El otro gran puente que tendía Berlanga era, cuanto menos, levadizo: el de las relaciones pertinentes entre los de arriba (señoritos, nobles, burgueses…) y los de abajo (los desgraciaos). Un puente volado también en la opinión de Azcona (“El Guionista”), ya que casi retrata la clase social como una secta de la que no se sale. Este es el verdadero bebedero dramático de todas esas pelis que con cierto desdén llamamos “de posguerra”, de la imposibilidad de medrar, de la estupidez y crueldad del Francosistema. Hasta en Nochebuena. Véase también El verdugo (1963). ¡Véanse!

El último caballo

(Edgar Neville, 1950)

Un conmovedor alegato contra la motorización y urbanización de la vida moderna. Un último caballero andante en pos de salvar a su Bucéfalo de la plaza de Las Ventas (donde aún se picaba sin peto) y de los peligros de una ciudad, Madrid, en poco tiempo (un servicio militar) muy cambiada. Dirigida por un piquito de oro de La Codorniz, el diplomático Edgar Neville, en el año que la FIAT comenzó a fabricar alguno de sus modelos en España con la SEAT (un “idilio” que posteriormente dará lugar a nuevas nostalgias). Pero, antes de que el 600 se convirtiera en ese icono claroscuro, un hombre y sus escasos compinches (entre los que no se halla ni su prometida) tratan de parar el mundo. Ese mundo futurista que tanto pirraba a Mussolini y compañía. Si al espectador le molesta sentir que las ínfulas izquierdistas se cuelan en el relato, no tiene por qué preocuparse. A esta película (por su propio bien) no se le nota nada. “¡Viva el mundo antiguo! ¡Abajo los camiones!»”

El mundo sigue

(Fernando Fernán Gómez, 1963)

En efecto. Era imposible parar esa maquinaria. El mundo no se para nunca para que te bajes. Los tiempos continúan atropellando a los seres humanos, que ya se han hecho a la ciudad, pero siguen peleados con su miseria, con esa incapacidad para cambiar el destino, mientras juntan sus pocas esperanzas en la quiniela y el braguetazo.


“Verás maltratados a los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud”. Estas lapidarias palabras de Fray Luis de Granada, con las que se abre el largo, parecen vaticinar su infortunio: se estrenó en el cine Buenos Airesde Bilbao, con dos años de retraso y de forma clandestina, por culpa de la censura puritana. Película maldita reestrenada como dios manda el 10 de julio de 2015 y que, gracias a las modernidades de las plataformas, llegó hasta mí. Hay que joderse…

La escopeta nacional

(Luis García Berlanga, 1978)

Una vez más, el tándem Berlanga-Azcona haciendo de las suyas, que no pueden ser más nuestras. Verla tiene como efecto secundario la necesidad de ver las secuelas, y de perdonar que no sean tan insultantemente inspiradas. Marqueses trasnochados, señoritos malcriados, secuestros de señoritas, criados espontáneos, porteros automáticos y colecciones de pelos de coño. “Si ya me lo decía mi padre: Pasante, hijo mío… ¡Pasante!”.


El contrapunto a este retrato de montería “social” lo daría (quizá como nadie) Mario Camus en Los Santos Inocentes (1984), iluminado por el texto de Delibes en el que ya se palpa la pesadumbre y humillación de los que trabajan la tierra (que nunca es suya), que son como perros para el amo, y la viga maestra en esta visión. Yo tampoco quiero que te se escape la milana, ¡Azarías! Repartos descomunales, ambos todos. Bendita cantera de actores y actrices (supuestamente) secundarios.


En compensación a tanta palabreja, en dos líneas me despido. No sin cinco cintas más, igual de memorables. No me pida esta revista un Top Ten, que bastante tengo ya con las ausentes… Numeritos, ¡no! Gracias.


- Mi tío Jacinto (Ladislao Vadja, 1956). Entrañable y muy madrileña (para ser de un húngaro).


- El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962). Best Idea Ever. ¿Quiénes serán esas ovejitas?


- La caza (Carlos Saura, 1966). La antítesis de la canción de Juan & Junior. Dura es poco.


- Airbag (Juanma Bajo Ulloa, 1997). La gamberrada maestra. Y el lehendakari es nigger.


- El milagro de P. Tinto (Javier Fesser, 1998). Otra fantasía surrealista. ¡Ciges Presidente!

Ángel Stanich Band estará en concierto este otoño en Valencia (La Rambleta, 28 de octubre), Madrid (La Riviera, 19 de noviembre) y Valladolid (LAVA-Sala Blanca, 30 de diciembre), entre otros lugares.

Fotografía

Ángel Stanich por Bitz Sanz
Amanece que no es poco, Plácido y El último caballo por cortesía de EGEDA
El mundo sigue por cortesía de Juan Estelrich Revesz
La escopeta nacional por cortesía de A Contracorriente Films

Enlaces

Ángel Stanich

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DÍA DEL CINE ESPAÑOL

La Fundación SGAE se suma a las actividades para celebrar el Día del Cine Español el próximo 6 de octubre. La jornada pretende poner de manifiesto el peso productivo de la industria cinematográfica del país. 


La efeméride coincide con el final del rodaje de Esa pareja feliz (1953), la primera cinta dirigida y guionizada por Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem y protagonizada por Fernando Fernán Gómez y Elvira Quintillá. Por ello, en la Sala Berlanga de Madrid inauguraremos una exposición de carteles berlanguianos que podrá visitarse hasta el día 19 de octubre de forma gratuita; esta exposición es fruto del concurso internacional CartelOn y consta de carteles originales actuales creados sobre películas del maestro valenciano. Además, se proyectarán los cortometrajes El circo (1949) y Se vende un tranvía (1959), ambos de Berlanga. La jornada se completa con una mesa redonda en la que participarán especialistas y allegados del cineasta.