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AUDIOVISUAL

Series de éxito basadas en hechos reales

POR CONCEPCIÓN CASCAJOSA

La producción de ficción serial ha sufrido un importante impulso en los últimos años, por la apertura de los mercados y la necesidad de los servicios de vídeo bajo demanda de enriquecer sus catálogos con contenidos locales. Las oportunidades también se han multiplicado gracias a los festivales, foros de coproducción y talleres de desarrollo, donde los nuevos proyectos pueden encontrar un espacio para madurar y fuentes de financiación más allá de sus lugares de origen.


Aunque las tendencias llegan y pasan en un contexto de producción cada vez más acelerado, poco a poco han ido ganando más protagonismo los relatos inspirados en la realidad de una forma directa y reconocible. Es erróneo considerar que la ficción globalizada se basa en la pérdida de una identidad local. A menudo pasa justo lo contrario: esa identidad es un fuerte atractivo de venta que permite a las historias diferenciarse y cobrar inmediata relevancia. La referencia a acontecimientos reconocibles por los espectadores puede servir para que estas obras viajen más y mejor.



“La identidad local es un fuerte atractivo de venta que permite a las historias diferenciarse”

A veces la ficción toma la vida como punto de partida para historias originales, y otras veces la dramatiza con diferentes grados de libertad, como en las bioseries. El audiovisual británico tiene uno de sus grandes atractivos en esta conexión directa con la realidad, ofreciendo desde cuidados retratos de época, como The Crown (Netflix, 2016-), hasta atrevidas reflexiones contestatarias, como la antología Small Axe (BBC, 2020). Estas dos series simbolizan sendas maneras de aproximarse al pasado. The Crown explora un concepto de historia con mayúsculas, redescubriendo a las grandes figuras en su intimidad. Pero no es la única opción: Small Axe es ejemplo de una ficción serial que rescata a personas y acontecimientos del olvido y de los márgenes. Por tanto, reescribe la historia desde el relato audiovisual.


Algunos éxitos recientes de producción europea desarrollan tramas ficcionales en el marco de nuestra crónica contemporánea. Así sucede en 1992 /1993 /1994 (Sky Atlantic, 2015-2019), a propósito de la emergencia de Berlusconi y la crisis de la República en Italia; y en Deutschland 83 / Deutschland 86 / Deutschland 89 (RTL, 2015; Amazon, 2018-2020), sobre las dos Alemanias en los estertores de la Guerra Fría. La representación del pasado sigue siendo una tendencia en auge en la ficción serial porque hay grandes figuras y acontecimientos inmediatamente reconocibles en todo el mundo, como ocurre con la propia II Guerra Mundial. Véase el ejemplo de Suiza, un país pequeño y con una industria audiovisual reducida, cuya última exportación relevante es Laberinto de paz (RSI, 2020), que cuenta cómo ese territorio se convirtió en un santuario para víctimas y verdugos tras la contienda bélica. Pero también hay cruces con enormes potencialidades dramáticas que unen a los países: la historia de un grupo de diplomáticos finlandeses durante el golpe de Estado de 1973 en Chile fue el tema de Invisible heroes (2020), coproducción entre la cadena pública Yle (Finlandia) y Chilevisión (Chile).

“El drama criminal, de popularidad perenne en los mercados televisivos, ha encontrado en las historias basadas en hechos reales la mejor forma de mantenerse atento al aire de los tiempos”

La realidad tiene una importante influencia en los distintos géneros, y ayuda a reformularlos. Esto no debe minusvalorarse. El drama criminal, de popularidad perenne en los mercados televisivos, ha encontrado en las historias basadas en hechos reales la mejor forma de mantenerse atento al aire de los tiempos. Así lo demuestran la serie francesa Laëtitia o el fin de los hombres (France Télévisions, 2019), de Jean-Xavier de Lestrade, o el último gran éxito procedente de la ficción nórdica, The Investigation (TV2/SVT, 2020), un sobrio drama criminal basado en el asesinato de la periodista Kim Wall. Ambas series tomaron casos conocidos de violencia contra las mujeres para subvertir las reglas del género en su representación de las víctimas y sus verdugos.


Pero la relación con la realidad funciona en diferentes distancias: desde la textura más docu-dramática de Laëtitia o el fin de los hombres y The Investigation (en su empeño en reflejar con luz y taquígrafos los procesos policiales y judiciales) hasta la ficcionalización a partir de un acontecimiento real que sirve de origen. Un ejemplo relevante de esta segunda opción es la serie noruega 22 de julio (NRK, 2020), que explora desde historias ficcionales las repercusiones de los atentados terroristas de Oslo y Utoya en julio de 2011. También hay otro tipo de tramas criminales con posibilidades de desplazarse hacia la sátira, como El Presidente (Amazon, 2020), sobre el célebre escándalo del “FIFA Gate”, y la británica Quiz (ITV, 2020), sobre el fraude en la edición británica del programa ¿Quién quiere ser millonario? y sus repercusiones judiciales.

La popularidad de las bioseries

Una de las claves esenciales del actual romance de la serialidad contemporánea con la realidad se encuentra en la popularidad de las bioseries. Los tradicionales protagonistas de estas obras, los personajes de relevancia histórica, han ido dejando paso a criminales, artistas, deportistas y otro tipo de figuras de la cultura popular. Y ello a pesar del coste de trasladar (alterando, fusionando y eliminando) a personas reales a la ficción; casi siempre, la labor más complicada en este tipo de series.


Este subgénero se encuentra en alza desde el estreno de Narcos (Netflix, 2015-2017), que recuperó para una audiencia global la figura de Pablo Escobar. Pero quizás Luis Miguel, la serie (Telemundo, 2018-) aporta una dimensión más interesante: un retrato del personaje que cuenta con su aval (el propio cantante es productor ejecutivo) pero que, sin embargo, ofrece claroscuros. Las buenas bioseries, sobre todo, relatan una época. Luis Miguel es un perfecto escaparate para el trabajo del artista, pero además un fresco del funcionamiento de la industria musical durante los últimos 40 años.


También aquí hay un espacio para el redescubrimiento: Halston (Netflix, 2021), la bioserie con la que Ryan Murphy describe la industria del diseño en Estados Unidos en los años 70 y 80, se centra en alguien relativamente olvidado y no en un icono reconocible. Las formulaciones posibles son casi infinitas: Selena: la serie (Netflix, 2020-2021) explora las claves de su protagonista desde el drama juvenil.

“Habrá muchas cosas que las audiencias internacionales no comprendan de ‘Veneno’, pero la autenticidad de su retrato social y sus personajes traspasa cualquier frontera cultural o idiomática”

Para terminar, merece la pena detenerse aquí en el caso de Veneno (Atresplayer, 2020), la más importante bioserie producida en España en los últimos años. Para su recreación de la televisión de los años 90 a través de la vida de Cristina Ortiz, Veneno no renuncia en ningún momento a la referencialidad más sofisticada. Sin embargo, eso no fue un problema para que HBO Max la estrenara en Estados Unidos como un Original, convirtiéndose en un pequeño fenómeno allí. Para que una serie conecte no es necesario domesticar una realidad anclada en un país concreto. Habrá muchas cosas que las audiencias internacionales no comprendan de Veneno, pero la autenticidad de su retrato social y sus personajes traspasa cualquier frontera cultural o idiomática. Además, ha servido para derribar prejuicios sobre realidades que han estado en los márgenes de la sociedad, y es aquí donde también hay una oportunidad para los talentos emergentes: explorar esas historias que merecen ser descubiertas y recuperadas para los espectadores del aquí y el ahora.

Firma invitada

Concepción Cascajosa Virino es profesora titular de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, donde forma parte del grupo de investigación TECMERIN. Actualmente es la directora del Departamento de Comunicación en dicha Universidad, donde también ha sido vicedecana del doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y directora del Máster de Guion con ALMA Guionistas. Su línea de investigación principal es el estudio de la ficción televisiva. Además, es autora o co-autora de 5 monografías y editora de 3 libros, incluyendo Historia de la televisión (2016) y La cultura de las series (2016). Desde 2021 es presidenta del Observatorio de Igualdad de RTVE.

Fotografía

Veneno (Atresmedia Studios y Suma Latina)

Enlaces

Concepción Cascajosa

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LABORATORIO DE CREACIÓN DE SERIES DE TV

El Laboratorio de Creación de Series de Televisión de la Fundación SGAE se convocó por octava vez en 2021. El objetivo de esta actividad es fomentar la escritura, promover la creación y brindar apoyo a los socios audiovisuales de la SGAE. Entre más de 150 propuestas fueron seleccionados seis proyectos, cuyos autores trabajaron durante un semestre con la guionista Olga Salvador antes de ser presentados en el pitching de Fundación SGAE en Conecta Fiction ante productores nacionales e internacionales.


Estos fueron los guionistas y obras ganadoras: Tatiana Chisleanschi (Buenos Aires,1986) y Noelia Bodas (Talavera de la Reina, 1983) por Wannabe; Fernando Erre (Donostia, 1976) y Manuel Martínez March (Valencia, 1977) por Todo mal; Víctor Alonso-Berbel (Barcelona, 1993) y Jan Matheu (Barcelona, 1992) por Raval; Marieta Vasileva Petchanska (Varna,1982) por Harem; Sara Cano (Burgos, 1978) y Paula Fabra (Madrid, 1986) por Cuidadoras; y Teresa Bellón (Manzanares, 1980) y César F. Calvillo (Madrid, 1980) por Deporte reina.​​​​​​​