“No nos podemos contentar con decir que algo está cambiando”

AINHOA RODRÍGUEZ

 (Madrid,1982)

Ainhoa Rodríguez pasa más tiempo en aeropuertos que en su casa de Madrid. Desde que su ópera prima debutó en el Festival de Rotterdam, colocando Destello bravío (2021) en el foco internacional y nacional, la directora y docente no ha dejado de recorrer el mundo acompañando a su película. Nueva York (dentro de la selección New Directors/ New Films del MOMA y del Lincoln Center), Taipei, Taiwan, Moscú o Toulouse han sido algunas de las paradas de este filme con ecos a Buñuel o a Fellini, que causa sensación allí donde se proyecta. Para rematar, la revista Variety ha elegido a Ainhoa Rodríguez como una de los diez cineastas emergentes en su artículo Spanish Talents on the Rise.


Pero la repercusión de Destello bravío no solo ha sido internacional. “Es una película que está llamando la atención en festivales españoles muy dispares”, nos cuenta. “Se ha colado en la sección oficial del Festival de Málaga, un festival muy de industria, pero también en Filmadrid, el FICX de Gijón, San Sebastián, Seminci…”. Este reconocimiento patrio lo culmina el Premio Dunia Ayaso, que la cineasta recibió en el pasado Festival de San Sebastián. Merecidísimo, porque Destello bravío esquiva como pocas películas los estereotipos en los personajes femeninos con su potente retrato del deseo en las mujeres de la España vacía. “Es triste, pero es transgresor hablar de la sexualidad de una mujer en la tercera edad”, incide la autora. “Y, sin embargo, ¿cuántos personajes masculinos maduros hemos visto en el cine en los que su sexualidad forma parte de ellos de una forma lógica y natural?”.


“Estar nominada y recibir el Premio Dunia Ayaso me hizo muy feliz, pero es cierto que cuando te dan un premio a la sensibilidad femenina o perspectiva de género, el primer impulso es sentir rabia por la necesidad de que estos certámenes existan”, reflexiona. Aunque enseguida añade que sí, que son necesarios porque “visibilizan una desigualdad absoluta y un relato fílmico cojo e incompleto”. Para Ainhoa Rodríguez, queda mucho por hacer: “No nos podemos contentar con decir que algo está cambiando, porque el porcentaje de mujeres directoras es muy bajo. Tenemos que llegar a una igualdad de perspectiva, lograr una materia fílmica plural. Me parece básico para representarnos socialmente y culturalmente”, explica.


Aunque la exposición mundial de Destello bravío casi no le deja tiempo para empezar a desarrollar un nuevo proyecto, Ainhoa Rodríguez se muere por volver a rodar. Además, tiene claro que repetirá la experiencia que tantas alegrías le ha dado con su ópera prima. “A mí me interesa mucho beber de la realidad, de las personas reales. Eso no te lo da ningún guion”, explica, en referencia a las actrices no profesionales con las que trabajó en Destello bravío. “Posiblemente, en mi siguiente película combine actores profesionales y no profesionales”.

 “Nuestro reto es consolidarnos y que no se hable más de cine de mujeres”

CARLA SIMÓN 

(Barcelona, 1986)

Verano 1993 fue la gran sorpresa de 2017. El primer largometraje de Carla Simón volvió de la Berlinale con el premio a la mejor ópera prima, salió de Málaga con la Biznaga de Oro y conquistó los Goya, alzándose con las estatuillas de mejor dirección novel, mejor actor de reparto (David Verdaguer) y mejor actriz revelación (Bruna Cusí). Antes de eso, la Fundación SGAE le había otorgado el Dunia Ayaso.


Con tantos reconocimientos y los casi 200.000 espectadores que tuvo Verano 1993, Carla Simón encontró el mejor empujón para afrontar su segundo largometraje. Además, la idea de Alcarràs se le había ocurrido hace tiempo, mientras escribía Verano 1993. “Mis tíos viven en Alcarràs y cultivan melocotones, como los protagonistas de la película”, explica desde Roma, donde se encuentra montando la película. “Ellos siempre hablaban de lo mal que está la agricultura y a mí me interesaba cómo una familia pequeña puede afrontar eso. Es un oficio muy interesante, pero también muy duro. Está en peligro de extinción porque se está convirtiendo en algo más industrial”.


De estas conversaciones familiares nació el texto de Alcarràs, que la directora define como un auténtico reto. “Es una película coral, con muchos personajes, con un guion complejo de rodar. Después de Verano 1993 no hemos ido a lo seguro”, reflexiona. Y enseguida añade que para ella “hacer cine tiene que ser eso; atreverte con lo que no sabes hacer”. Alcarràs iba a rodarse en verano de 2020, pero la pandemia hizo que todo se retrasase un año para poder retratar la recogida del melocotón, que se produce entre junio y agosto.


Carla Simón se declara optimista en lo que se refiere a la situación de la mujer en la industria del cine: “Cuando doy clase veo que las alumnas ni se plantean no poder dirigir. Y esto es un cambio importante respecto a cuando yo estudiaba y apenas había referentes”. Ella pertenece a una generación de cineastas muy comprometidas con la educación, en la que también se integran Celia Rico, Meritxell Colell o Belén Funes desde su faceta docente en Cine En Curso, la Pompeu Fabra o la ESCAC. El reto ahora para las mujeres de este oficio, dice Carla Simón, es “consolidarnos”. “Y que, llegado un punto, no se hable más de cine de mujeres, igual que no se habla de cine de hombres, porque cada uno tiene su propia entidad”.

 “Las mujeres somos perfectamente capaces de hacer películas de cuatro millones”

 ARANTXA ECHEVARRÍA

(Bilbao, 1968)

“¿A quién le va a interesar una historia de dos lesbianas gitanas?”. Cuando Arantxa Echevarría intentaba levantar Carmen y Lola (2018), esta era la pregunta que más le hacían los productores. Sin embargo, después de seis años y tras el paso por la Quincena de Realizadores de Cannes y una buena colección de premios (entre ellos, el Dunia Ayaso en 2018), la película se estrenó en salas conquistando a 90.000 espectadores. No es el único esquema que ha roto esta autora vasca afincada en Madrid. Después de ganar el Goya a mejor dirección novel, su siguiente trabajo fue dirigir un capítulo de El Cid, ni más ni menos. Y acto seguido, la productora La Zona le propuso rodar La familia perfecta, una comedia con guion de Olatz Arroyo y protagonizada por Belén Rueda y José Coronado. Se estrenó en cines el pasado 3 de diciembre.


“No es lo habitual”, afirma Arantxa Echevarría. “Las películas con mayor presupuesto, por ejemplo la que acabo de rodar yo, se las ofrecen a hombres porque tienen más experiencia y han rodado más películas. Pero las mujeres somos perfectamente capaces de hacer películas de cuatro millones”. La directora se siente una privilegiada en una industria donde lo normal para las mujeres es hacer filmes de escaso presupuesto. Y enseguida agradece la valentía de La Zona: “Mis productores me dijeron algo que no olvidaré. Que un buen director puede hacer cualquier tipo de cine”.


“Estas cosas no suelen ocurrir, pero cuando ocurren nos dan la oportunidad de demostrar que somos seres humanos, que podemos hacer cine histórico, con batallas, western, comedias…”, sigue la directora, que, sin embargo, se muestra optimista con la mayor presencia de historias femeninas en la cartelera. “Igual que se está normalizando la presencia de la mujer en todos los sectores, también se está haciendo en la cultura”, reflexiona. Y pone como ejemplos los casos recientes de Libertad (Clara Roquet), seleccionada en la Semana de la Crítica de la pasada edición del Festival de Cannes, Chavalas (Carol Rodríguez Colas) o Ama (Júlia de Paz), todas de 2021. “Creo que el espectador se sorprende; es una voz que nunca había escuchado. Estamos hablando. Por fin nos dejan hablar. Ahora solo hay que subir los presupuestos para hablar con más nitidez”, explica.


Con La familia perfecta ya en salas, Arantxa Echevarría sigue adelante con un nuevo proyecto personal: Chinas, sobre la segunda generación de chinos en España. “Son adolescentes que viven entre dos aguas. Tienen amigos españoles pero sus padres no hablan castellano. Les llaman “bananas” porque son amarillos por fuera y blancos por dentro. Tienen ese choque cultural de intentar integrarse cuando la cultura de sus padres se lo impide”. La mirada femenina estará presente también en este proyecto, en el que las protagonistas son dos niñas chinas. “Una es la hija de los dueños de un bazar y la otra es una niña adoptada. Las sientan en el colegio juntas, pensando que son iguales, cuando no pueden ser más distintas”, avanza. “Será una película sobre la búsqueda de identidad en la infancia y la adolescencia”.

 “Tenemos que hacer un empoderamiento económico”

BELÉN FUNES 

(Barcelona, 1984)

Tras la estupenda acogida de La hija de un ladrón (2019), Belén Funes sentía que quería seguir hablando de la juventud. “Me apetecía hablar de la generación más joven, que siento que está retratada de una forma muy superficial. Yo quería hablar de la juventud desde un lugar más combativo, más político”, explica la autora y directora, que hace dos años compitió en la sección oficial del Festival de San Sebastián con su ópera prima. De esa necesidad surgió el guion de Los tortuga, su película más personal, que trata de una madre y una hija que son desahuciadas en Barcelona cuando el edificio en el que viven va a transformarse en pisos turísticos.


“La película habla del proceso de pérdida de identidad que tiene esta adolescente cuando la arrancan del barrio en el que ha vivido siempre y de la gente que formaba parte de su vida”, cuenta Belén Funes, que se refiere al filme como un coming of age político o anticapitalista. “Me encantaría que la película encendiese un debate sobre lo que significa la vivienda en España”, explica. “Que pudiésemos hablar de la vivienda como algo que no es solamente un techo, sino algo que comprende nuestra identidad y nuestra historia”.


A punto de empezar el proceso de financiación y el casting de Los tortuga, Belén Funes reflexiona sobre la situación de la mujer en la industria del cine. “De un tiempo a esta parte se entiende que las mujeres podemos hacer películas y que son películas que pueden tener una proyección internacional y competir en festivales de primera categoría”, dice. Aun así, quedan cosas por pelear y la directora no titubea al enumerarlas: “El siguiente paso es dejar de asumir que solo queremos hacer películas pequeñas, íntimas. A mí me apetece hacer La hija de un ladrón, pero seguramente tengo compañeras que querrían hacer una película de gran presupuesto y la podrían hacer muy bien”.


No es su única reivindicación. La catalana opina que hace falta abrir nuevos debates también alrededor de los cuidados, de la maternidad y de lo difícil que resulta hoy combinarlos con una vida profesional plena y satisfactoria. Y tampoco se olvida de los sueldos. “Yo hablo mucho de dinero con mis amigas cineastas. Como se ha demostrado que artísticamente sabemos desenvolvernos, ahora hay que demostrar que podemos desenvolvernos empresarialmente. Tenemos que hacer un empoderamiento económico”, reclama.

Triunfó con Las niñas, retrato de la educación que las mujeres recibieron en los 90 

PILAR PALOMERO  

(Zaragoza, 1980)

Entre las autoras ganadoras del Premio Dunia Ayaso, Pilar Palomero es la que menos tiempo ha tardado en rodar su segundo largo. Hace nada que la zaragozana conquistó los Premios Goya 2021 con Las niñas (2020), alzándose con las estatuillas a mejor película, guion original, dirección novel y fotografía. En un año especialmente fatídico para la taquilla, llevó al cine a casi 150.000 espectadores.


Las niñas era un retrato detallista de la educación que las mujeres recibieron en los 90, entre el “Póntelo, pónselo” de los anuncios, las Mama Chicho de Telecinco y las redacciones dictadas por las monjas, en las que la sexualidad estaba al servicio de Dios. La descripción sutil que hacía Palomero de esta esquizofrenia educativa encontró un público al que, hasta entonces, no le habían hablado de aquellas cuestiones.


La autora de Las niñas (como Ainhoa Rodríguez en Destello bravío) puso el foco en la sexualidad femenina, un tema que ha sido tabú hasta muy recientemente. A través de la relación de Celia (la debutante Andrea Fandos) y Adela (Natalia de Molina), una madre soltera cuya condición levantaba comentarios prejuiciosos en los 90, Palomero hace un retrato de ese momento en España en el que se suponía que ya éramos modernos y europeos, aunque todavía arrastrábamos herencias del franquismo.


El rodaje de La maternal, segunda película de Pilar Palomero, comenzó el pasado octubre y surgió dentro de las “Residencias Academia de Cine”. La maternal, protagonizada por Ángela Cervantes y, nuevamente, por actrices no profesionales, se rodó entre Monegros (Aragón) y Barcelona. Cuenta la historia de Carla, una adolescente de 14 años, embarazada, que llega a un centro de acogida para madres en riesgo de exclusión social.

Firma invitada

Andrea G. Bermejo (Albacete, 1984), autora de este reportaje, es redactora jefa de la revista Cinemanía y colaboradora de Historia de nuestro cine (La 2). También codirigió el documental El hombre que diseñó España (2019). Actualmente, prepara un libro sobre la cineasta Cecilia Bartolomé titulado ¿Quién teme a Cecilia Bartolomé?

Ha colaborado en medios como El Duende, Jot Down, Gentleman, Yorokobu o VICE, y ha sido profesora asociada en la Universidad Carlos III y en el Máster de Periodismo Cultural de la Universidad San Pablo CEU.

Fotografías

Ainhoa Rodríguez por Franck Alix

Carla Simón por José Aymá

Arantxa Echevarría, cortesía Academia del Cine

Belén Funes por Óscar Fernández Orengo

Pilar Palomero, cortesía BTeam Pictures

Enlaces

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PREMIO DUNIA AYASO

El Premio Dunia Ayaso es una convocatoria de la Fundación SGAE con la colaboración de eventos de cine como la Seminci de Valladolid o el Festival de San Sebastián. Son ya cinco ediciones reconociendo largometrajes que combaten estereotipos sobre la realidad de las mujeres y su memoria, estableciendo una mirada de género más justa y real.


El galardón, dotado con 5.000 euros, recibe el nombre de la cineasta canaria Dunia Ayaso (1961-2014), autora de éxitos cinematográficos como Perdona bonita pero Lucas me quería a mí (1997), Descongélate (2003) o La isla interior (2009), entre otros.