¿QUIÉN LO DICE?
LA DANZA EN ESPAÑA
Ni estamos tan protegidos, ni somos tan divinos
POR RUBÉN OLMO
Director del Ballet Nacional de España
Si durante el siglo XX las compañías de danza en España hubiesen tenido que regirse por el sistema laboral y fiscal actual, no existirían las coreografías que hoy son los clásicos de la danza española.
En España tenemos grandes talentos, pero no hay trabajo para tanto talento. Son una minoría los que logran desarrollar aquí su carrera y el resto tiene que buscarse la vida fuera. No hay salidas ni tampoco ayudas para todos los artistas.
El problema de base es que no es fácil mantener una compañía actualmente. Festivales y funciones se han visto reducidas. La escasez económica te persigue siempre. No puedes pagar los ensayos para una sola gala porque no te sale a cuenta. Las ayudas, los patrocinios y los mecenazgos solo apuestan por el caballo ganador, por los nombres que llenan teatros. Deberían enfocarse en descubrir talentos antes de que tengan éxito.
Ser bailarín tampoco es fácil. Hemos tenido que vivir una pandemia para darnos cuenta de que todo el sector de la cultura está desprotegido. Tendríamos que habernos unido antes, desterrando el individualismo, para cambiar la situación de la danza y, sobre todo, la situación laboral de nuestra vida. ¿Por qué no podemos volver a cuando los artistas nos concentrábamos en nuestro arte en lugar de ser a la vez gestores y representantes?
Afortunadamente, la educación de la danza está naciendo en España. La formación académica de los profesionales en los conservatorios es buena, en general, aunque en los colegios falta aún conocimiento. Somos uno de los países con una de las culturas dancísticas más ricas, pero la danza no es una asignatura, ni siquiera extraescolar, en los colegios. Hace años, cuando viajé con el Ballet Flamenco de Andalucía a Nueva York, vinieron a vernos actuar grupos de escolares y universitarios y en el encuentro posterior me impresionó el nivel de las preguntas de niños de 8, 9 y 10 años. Las instituciones deberían promover esta educación. Creo que la cultura tiene la suficiente importancia como para no tener que compartir ministerio.
Al contrario de lo que se piensa, el problema que tiene la danza no es el público. Es cierto que existe un gran desconocimiento sobre lo que es la danza española, pero el que viene a ver un espectáculo repite. El público no es tan minoritario como se dice. Las entradas para las funciones se agotan, sea para el Ballet Nacional de España o para otras compañías o disciplinas, sin disponer tampoco de las promociones en forma de abonos o descuentos que existen en otros espectáculos.
La programación de danza, que además no deja de reducirse, no cubre la demanda que existe. Y, además, no se publicita lo suficiente. Los directores de los teatros deberían apostar por la danza, disminuyendo la desproporción existente entre el número de representaciones de danza frente a las de teatro, música u ópera, para que la danza ocupe el papel que realmente le corresponde en España.
Falta programación, falta publicidad y que los medios de comunicación dediquen atención a la danza. España posee un patrimonio tan grande como para tener un teatro dedicado exclusivamente a la danza, donde el público que quiera ver un ballet pueda hacerlo todos los días del año. Aunque podría ser una iniciativa privada, creo que debería ser un teatro institucional, al igual que ya podemos ver una gran temporada de ópera en el Teatro Real y las mejores zarzuelas en el Teatro de la Zarzuela.
Es muy difícil, pero todas las partes que participan de las artes escénicas, de alguna manera, tienen que poner su grano de arena. También hay que replantearse el sistema de gestión de derechos, porque a veces los creadores no obtienen lo que les corresponde, que se queda en manos de los intermediarios o de los propietarios de los espacios.
En definitiva, todos hemos de poner de nuestra parte (artistas, instituciones, teatros, empresarios, público...) para que la situación de la danza y de sus artistas cambie. Ese es mi deseo.
BNE en gira
En los primeros meses de 2022 podremos ver al BNE en el Centenario Antonio Ruiz Soler en Jerez (17 y 18 de febrero, Teatro Villamarta de Jerez). Invocación estará en Valencia (21 a 24 de abril, Palau de les Arts Reina Sofía) y La Bella Otero en Sevilla (26 y 27 de mayo, Teatro de la Maestranza).
Firma invitada
Rubén Olmo es director del Ballet Nacional de España (BNE) desde 2019. Su carrera profesional comenzó a los 16 años en la Compañía de Javier Barón con El pájaro negro. Un año más tarde entró a formar parte de la Compañía de Danza Española de Aída Gómez, donde actuó como bailarín solista en el espectáculo Estamos solos, con coreografía de José Antonio, Javier Latorre y Aída Gómez.
En 1998, con 18 años, se incorporó al cuerpo de baile del BNE y ascendió a bailarín solista un año después. Desde entonces, su trayectoria artística ha sido imparable, al frente de su propia compañía o en producciones ajenas. Entre sus múltiples reconocimientos están el Premio Max (2014) y el Premio Nacional de Danza (2015).
Sus creaciones más recientes al frente del BNE son las coreografías de Jauleña (2020), Invocación bolera (2020) y Estampas flamencas (2021).
Fotografía
Pablo Guidali
Enlaces
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DANZA Y DERECHOS DE AUTOR
Como parte del programa de charlas Creando en tiempos del covid, la Fundación SGAE organizó una convocatoria monográfica dedicada a los derechos de autor en la danza. Lo moderó María Pagés y participaron los coreógrafos Jon Maya y Eva Yerbabuena. Si te interesa el podcast, aquí lo tienes.